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Día de Europa...

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  • Iniciado hace 7 años por Dorian Gay
  1. Hoy en las altas instituciones de la Unión Europea no se han escatimado gatos para celebrar el día de Europa. Pero ¿tiene algo que celebrar Europa? El sueño inicial de el entonces ministro francés de Exteriores, Robert Schuman no se han cumplido para nada: ni la solidaridad, ni la igualdad entre países, etc... Y uno de los problemas, en mi opinión, fue el olvido de las raíces cristianas de Europa. N siquiera en la constitución europea se hace referencia a ello.

    Para entender estos planteamientos quisiera traer aquí unos textos de los muchos de un personaje que entendió y trabajo como nadie por una Europa sin exclusiones: Juan Pablo II.

    El interés de Juan Pablo II por Europa no empieza con su ascenso al solio pontificio, como demuestra su ensayo de 1978 “Una frontera para Europa: ¿Dónde?”, en el que se pueden hallar ya algunas de las ideas y perspectivas fundamentales que retomará, desarrollará y actualizará en su magisterio. No hay duda de que este interés ha ido aumentando paulatinamente a lo largo de su pontificado, lo cual viene avalado por la larga serie de más de 600 intervenciones sobre la cuestión. Me limito, por cuestión de espacio, a señalar algunos de los principales temas que recurrentemente han caracterizado su enseñaza europeísta.
    En la identificación de la realidad de Europa convergen consideraciones de orden geográfico, pero, sobre todo, antropológico-cultural e incluso eclesiológico.
    De hecho, la Europa en la que piensa el Papa es una Europa completa, considerada en su globalidad y no dividida en dos fragmentos incompletos o reducida a su parte occidental. Desde esta perspectiva, un primer elemento que permite precisar su identidad y extensión es de carácter geográfico o geopolítico, e invita a extender la mirada más allá de las fronteras naturales, nacionales o artificiales para abrazar a todos los pueblos del continente “desde el Atlántico hasta los Urales, del mar del Norte al Mediterráneo” [Discurso en Viena, 10-XI-1983].
    Un segundo elemento plasma la identidad europea en términos culturales y antropológicos. Europa, lejos de identificarse sólo con la tradición occidental o latina, comprende también la tradición oriental. Es fruto de esas dos tradiciones cristianas complementarias entre sí: “Europa, en su conjunto geográfico, es, por así decirlo, fruto de la acción de dos corrientes de tradición cristiana, a las cuales se añaden también dos formas de cultura diferentes pero al mismo tiempo profundamente complementarias” [Carta Apostólica Egregiae Virtutis para la proclamación de los santos Cirilo y Metodio como co-patrones de Europa, 1980].
    Estas dos tradiciones, “occidental y oriental, deben armonizarse en el respeto reciproco si quieren contribuir a la construcción de un porvenir mejor” [Discurso a la delegación de Yugoslavia en Roma, 23-V-1991]. De aquí proviene la metáfora de los “dos pulmones” de los que vive Europa, para expresar la unidad y la identidad compleja que definen nuestro continente.
    La unidad compuesta de Europa, que comprende las dos tradiciones reivindicadas, alude a una visión de la Iglesia en la que la tradición cristiana oriental y occidental “confluyen ambas en la única gran tradición de la Iglesia universal” [Carta Encíclica Slavorum apostoli, 1985, n.27].
    La identidad específica de Europa se puede entender mejor en referencia a la relación que media entre Europa y cristianismo, idea cardinal de todo el pensamiento europeísta de Juan Pablo II. Su identidad es incomprensible sin el cristianismo, que es su alma y herencia. “Lo que se está consolidando no debe ser sólo una realidad geográfica y económica continental, sino que debe proponerse ante todo una empresa cultural y espiritual, forjada mediante un fecundo tejido de múltiples y significativos valores y tradiciones. Para tan importante proceso de integración la Iglesia sigue ofreciendo con animo participativo su contribución especifica” [Discurso a la asamblea plenaria de primavera de la Comisión de los Episcopados de la Comunidad Europea, 30-III-2001]. El Papa subraya con fuerza que la cultura cristiana constituye la raíz de Europa, se presenta como su bien común y ha sido el don más valioso de Europa al mundo. El patrimonio del humanismo europeo, ligado al Evangelio, es descrito en estos términos: “la dignidad de la persona, el carácter sacro de la vida, el papel central de la familia, la importancia de la educación, la libertad de pensamiento, de palabra y de profesión de las propias convicciones o religión, la tutela legal de los individuos y de los grupos, la colaboración de todos al bien común, el trabajo entendido como participación en la obra precisa del Creador, la autoridad del estado, gobernado a su vez por la ley y la razón” [Discurso a la Comunidad universitaria de Uppsala, 9-VI-1989]. En todo el desarrollo de la historia de nuestro continente, el cristianismo está presente constantemente y posee un claro “derecho de ciudadanía” [Discurso al Sínodo europeo de los Obispos, 5-VI-1990]. Ello no significa que Europa pueda identificarse con el cristianismo, sino más bien que ésta no puede ser comprendida sin hacer referencia al cristianismo y al dialogo que media entre la civilización europea y el Evangelio. “La marginación de las religiones, que han contribuido y siguen contribuyendo a la cultura y al humanismo de los que Europa está legítimamente orgullosa, me parece a la vez injusticia y un error de perspectiva. Reconocer un hecho histórico innegable no significa en absoluto desconocer la exigencia moderna de una justa laicidad de los estados y, por tanto, de Europa” [Discurso al Cuerpo Diplomático, 10-I-2002].

    https://www.youtube.com/watch?v=nhBKMJsCbUM

    Un abrazo
    D.G.;Zaragoza

    Publicado hace 7 años #

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