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Gracias, Charles Finney

(2 mensajes)
  1. hentai
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    De la misma manera que Dios escuchó el clamor de los hebreos esclavizados, Dios también escuchó el clamor de los esclavos en Estados Unidos, tanto los que estaban encadenados y tratados como animales de carga, como los que vivian bajo la esclavitud del sentimiento de la predestinación y de nacer ya sucios y manchados que les impedía ver a Dios como Padre. Para todos ellos, Dios eligió a profetas que comenzaron a gritar en contra de ambos tipos de esclavitud. Como hemos visto en otros casos, Dios se muestra como una zarza ardiendo en el alma y dicta su deseo: los esclavos deben ser libres.

    Charles Grandison Finney, (1792 – 1875),considerado el más importante restauracionista religioso de Estados Unidos y un completo desconocido en el orbe católico, fue un importante líder del segundo gran despertar cristiano de Estados Unidos, el cual tuvo un profundo impacto en la historia social de este pais.

    Charles nació en Warren, Connecticut, y era el menor de siete hermanos de una familia de granjeros. Finney nunca asistió a la universidad. Sin embargo, su elevada estatura, sus ojos azules, su habilidad musical, y capacidades de líder le permitieron destacar en su comunidad. Estudió como aprendiz de abogado, pero después de haberse convertido a la fe mediante una experiencia dramática en Adams, Nueva York a la edad de 29, Finney se convirtió en ministro de la iglesia Presbiteriana.

    Finney se mudó a Nueva York en 1832 donde fue pastor en una capilla Presbiteriana libre y más adelante fundó y fue pastor del Tabernáculo de Broadway, hoy conocida como Iglesia Unida de Cristo en Broadway. Las presentaciones claras y lógicas de Finney del mensaje del Evangelio atraían a numerosos fieles. Algunas estimaciones afirman que sus predicaciones podían convocar a más de 500.000 personas. Finney era conocido por sus innovaciones al predicar y lo hizo en numerosas ciudades y en las más importantes y en como conducía sus reuniones, como permitir que las mujeres oraran en público y el establecimiento de una sillas en público donde podían acudir a orar aquellas personas que estaban pensando convertirse al cristianismo.

    Además de ser un exitoso predicador evangelista cristiano, Finney se involucró con el movimiento abolicionista y frecuentemente desde su púlpito denunciaba la esclavitud. A partir de mediados de la década de 1830 Finney le niega la comunión a los propietarios de esclavos. Ese gesto, en un hombre tan admirado y seguido, marcó un antes y un después. Con eso, demostraba que Dios abominaba a los que tenían a hermanos suyos como propiedades.

    Finney se convirtió tras una intensa y emocionante experiencia de Dios, que descrita con sus palabras parece de las más hermosas y trascendentes que haya sentido un ser humano. Tenía 29 años y así lo explicó. Fue una de las más intensas experiencias de Dios que haya tenido la oportunidad de leer, poniéndolo en el escalafón de los grandes místicos europeos: Teresa de Jesús, Juan de la Cruz, Hildegard de Bingen o Verónica Giuliani. Así lo explico:

    «Todos mis sentimientos parecían crecer y desbordarse, y mi corazón afirmaba: "Quiero abandonar mi alma por entero a Dios." La exaltación de mi alma fue tan grande que corrí a la habitación trasera para rezar; allí no había ni fuego, ni luz, no obstante, me pareció como si estuviese completamente iluminada. Cuando entré y cerré la puerta pensé que tropezaba con nuestro Señor Jesucristo cara a cara; entonces no se me ocurrió ni me di cuenta, sino al cabo de cierto tiempo, que era un ser espiritual; al contrario, me parecía que lo veía como vería a cualquier otro hombre. No dijo nada pero me miró de una manera como para postrarme a sus pies. Siempre que he explicado todo esto como un estado mental notable, he reparado en que me pareció real que Él estaba delante de mí, y yo caí a sus pies y le ofrecí mi alma. Lloré como un niño e hice las confesiones que pude con hablar entrecortado. Me pareció que bañaba sus pies con mis lágrimas y no recuerdo haber tenido la sensación de tocarlo. Debí quedar así durante un largo rato, pero mi mente se encontraba demasiado absorta para recordar nada de lo que dije. Sin embargo, sé que cuando mi mente se calmó lo bastante como para cortar la entrevista, volví a la habitación de delante y vi que el fuego encendido con un tronco grande casi se había consumido. Mientras me sentaba junto al fuego recibí el bautismo del Espíritu Santo. Sin esperarlo, sin haber sentido nunca a nadie que me hablara, sin haber pensado nunca que habría algo así esperándome, el Espíritu Santo bajó sobre mí de forma que pareció me traspasase tanto el cuerpo como el alma. Podía sentir la impresión como una ola de electricidad que discurría dentro de mí; en realidad parecía llegar en oleadas de amor, ya que no puedo expresarlo de ninguna otra manera. Se asemejaba al hálito divino; recuerdo claramente que me daba aire como unas inmensas alas. Ninguna palabra puede expresar el amor maravilloso que cayó sobre mi corazón, lloré de alegría y amor y no sé si decir que literalmente vomité las efusiones inexpresables de mi corazón. Estas oleadas me inundaron repetidamente, una detrás de la otra hasta que recuerdo que grité: "Moriré si estas oleadas continúan discurriendo sobre mí. ¡Señor, no puedo soportarlo más!"; sin embargo, no temía a la muerte. »No sé cuánto tiempo continué en este estado, con semejante bautismo fluyendo sobre y a través de mí".

    Tras esta intensa experiencia Finney publicó sus "Lectures on Revivals of Religion", donde mostraba ya su posición teológica. En un resumen del contenido, un teólogo escribió : "Finney lanzó una virulenta crítica de la ortodoxia calvinista, tirando a matar dicho sistema. Negó la implícita autoridad del saber, se burló de la impotencia de los cuidadosamente escritos sermones y condenó el distante y elegante estilo de los ministros educados. Clamó contra la burocracia eclesiástica, particularmente las sutilezas teológicas y la caza de herejías que había llegado a caracterizar el coto presbiteriano... Finney pedía una revolución copernicana para que la vida religiosa se centrara en el público. Despreciaba el estudio teológico formal".

    Finney además creo un concepto revolucionario dentro del cristianismo: la negación del pecado original. Este concepto, que esclaviza al ser humano y que le llena de culpabilidad, fue rechazado por Finney: negaba la imputación del pecado y la culpa de Adán y defendía la habilidad humana de crear para sí una nueva naturaleza.

    Finney jamás quiso fundar una nueva iglesia ni un nuevo movimiento espiritual, pero si consiguió que aquellos a los que más adentró su nuevo mensaje se integrasen en iglesias como las metodistas y baptistas, más inclusivas y comprometidas con el sufrimiento humano, mientras que entre el presbiterianismo calvinista no solo no tuvo éxito sino que fue duramente criticado. Como no creía en el pecado original, suponía que el hombre puede ser libre de elegir entre el bien y el mal y volverse a Dios sin intervención sobrenatural. En los Estados esclavistas del Sur, profundamente presbiterianos y calvinistas, el mensaje profético de Finney no caló entre sus malvadas gentes, que solo podían ver al hombre negro como un ser inferior que solo merece ser esclavo.

    Finney también argumentó que tanto hombres como mujeres tenían la obligación moral de estar activos en la reforma social. Fue nombrado presidente de la Universidad de Oberlin, y bajo su mandato Finney puso en práctica sus ideas. Fundada en 1833, la Universidad de Oberlin se convirtió en la primera en admitir a mujeres y afroamericanos ; también se convirtió en una parada importante en el llamado "ferrocarril subterráneo", la red clandestina que utilizaban algunos esclavos huidos con la ayuda de blancos comprometidos con la libertad, proporcionando apoyo moral y práctico a los esclavos fugitivos que buscaban la libertad en Canadá.

    Bajo Charles Finney la religión comenzó a basarse en el sentimiento de libertad del pecado original y que nuestra capacidad de hacer el bien o el mal es completamente voluntaria y consiguió que al sentirse uno amado por Dios, el amor al prójimo naciese espontaneamente. Creó una nueva generación de cristianos que se sentían amados por Dios y desechando el nacer manchados por el pecado original convertía al ser humano en un ser espiritualmente libre. Finney enseñaba que la salvación consistía en que un individuo ejerciera su voluntad para hacer obras de bondad y piedad hacia los semejantes. Su doctrina era simplemente un cristianismo de ética personal , de compasión hacía los demás y de paz social. Ser cristiano para Finney era ser ante todo una buena persona y esa doctrina comenzó a formar parte de la esencia protestante americana, el país donde se considera que nació el voluntariado como tal. Un voluntariado que nació en las iglesias metodista y batistas (y más tarde a otras), gracias a la doctrina del cristianismo compasivo de Finney.

    Para Finney, para diferenciar al ser que siente el amor de Cristo en su corazón del que falsamente lo siente se caracterizaba por su benevolencia:

    "En el estado del convertido, el carácter predominante es el de benevolencia. Un individuo convertido es benevolente, y no egoísta, en lo esencial. La benevolencia es querer la felicidad de los otros. Benevolente es una palabra compuesta que propiamente significa desear el bien, o sea, escoger la felicidad de los otros. Éste es el estado de Dios. Se nos dice que Dios es amor; esto es, que es benevolente. La benevolencia comprende todo su carácter. Todos sus atributos morales son sólo modificaciones de la benevolencia. Un individuo convertido se asemeja a Dios en este aspecto. No quiero que se entienda que nadie es convertido a menos que sea puro y perfectamente benevolente, como Dios es; pero sí que en el equilibrio de su mente la característica que prevalece es la benevolencia. Con sinceridad busca el bien de los otros por amor a ellos. Y, por benevolencia desinteresada no siente interés en el objeto que persigue, sino que busca la felicidad de los otros por amor a ellos y no con miras a su reacción en favor de sí mismo, que va a aumentar su felicidad. Decide hacer bien porque se goza en la felicidad de los otros, y desea su felicidad por ella misma en sí. Dios es benevolente de modo puro y desinteresado. Él no hace a las criaturas felices para así aumentar su propia felicidad, sino que las ama por su felicidad y las busca por amor a la misma. No que no se sienta feliz al fomentar la felicidad de las criaturas, pero no lo hace por amor a su propia satisfacción. El hombre que es desinteresado se siente feliz al hacer bien. De otra manera el hacer bien en sí no tendría ninguna virtud. De otro modo el hacer bien no sería virtuoso en sí. En otras palabras, si no le gustara hacer bien y no se gozara haciéndolo, no sería una virtud en él"

    A pesar de la imagen de la sociedad norteamericana de ser, sin duda una sociedad dura, debido a como está construido y estructurado ese país, de solo dos siglos de antigüedad y que ha llegado tan alto a pesar de ello. Pero es un país con un 27% de población (unos 85 millones de personas) que ejerce el voluntariado social de cualquier tipo de manera más o menos frecuente y un porcentaje mayor que lo ha ejercido temporalmente. Ese porcentaje en España equivaldría a 12.500.000 voluntarios, cuando las cifras oscilan entre el millón y los 500.000. Y ese voluntariado tiene una enorme influencia el avivamiento de Finney, en el que dijo alto y claro que el cristiano que no fuese una buena persona, un buen vecino, un buen hermano, un buen ciudadano, etc...no era un autentico cristiano. Y en un pais donde al contrario que en Europa, la fe sigue vive y las iglesias tienen una gran capacidad comunitaria y social, estas se caracterizan por su profunda acción solidaria de todo tipo, en que los fieles participan activamente y en comunidad.

    Del movimiento de Finney salió la cultura norteamericana de usar la religión para mejorar la sociedad: abolición de la esclavitud, derechos de las mujeres, movimientos por los derechos civiles de los negros, reforma de las prisiones, preocupación por los nativos, ayuda a los pobres, con un cristianismo alegre y compasivo, que bajo el amor de Cristo la bondad con lo necesitados. En un país donde no existe la sanidad pública y los servicios sociales son escasos y pésimos, son las iglesias, muy activas y organizadas, las encargadas de ofrecer una mano al necesitado, y Finney fue el profeta constructor de esta cultura cristiana de bondad y compasión, al borrar los rasgos calvinistas de inhumanidad con el que los disidentes puritanos fundaron los Estados Unidos.

    Finney, bajo una poderosísima fuerza del Espíritu Santo, cambió los destinos no solo de la religiosidad de un país como Estados Unidos, sino a la propia sociedad. Finney fue un profeta que derrotó la espiritualidad malvada puritana e hizo nacer el moderno protestantismo norteamericano, que se basó ante todo en la ética del de la acción activa a favor del semejante.

    Para la vida de Finney me viene el Salmo 9, en que Dios ve la pena y los lamentos de los desdichados, toma la mano de los desvalidos, da refugio al huérfano y no se olvida del pobre. Dios se mostró a Finney para que cambiase una sociedad inhumana. Si Dios en forma de zarza ardiente dijo a Moisés:" Libera a mi pueblo", a Finney le dijo, en forma de amor puro "Cambia sus corazones para que se llenen de bondad y liberales de sentirse ya manchados de nacimiento"

    Gracias, Charles Finney, unos de los mayores profetas de las cristiandad. Gracias, Señor, por hacerlo profeta.

    Publicado hace 8 años #
  2. Como es posible que se nos hayan escapado todos estos ejemplares hermanos en la Fe.

    Gracias, gracias, gracias hentai

    Un abrazo
    D.G.;Zaragoza

    Publicado hace 8 años #

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