Los jóvenes no creen que estudiar sea una garantía para encontrar trabajo. Tampoco creen que el amor sea para siempre, por que la gente de hecho, deja de quererse. Es difícil creer en la paz, cuando se bombardean hospitales y pueblos impunemente. Mejor ni hablemos de creer en la democracia que les condena al paro o, en el mejor de los casos en la precariedad.
Unos creen en Dios, los menos, y otros no, pero entre los primeros son los más quienes no creen en las iglesias que fijan doctrina en una asamblea de 200jubilados célibes.
Lo cierto es que esta generación joven ha sido educada por la generación adulta más hipócrita y esquizofrénica que ha poblado occidente. Una generación que ha dejado la educación en manos del "sistema" obviando que el aprendizaje fundamental, primero y último, se da en lo que siempre se ha llamado "ejemplo".
Si más políticos creyeran en la democracia, si más sacerdotes creyeran en Dios, si mas Nobels creyeran en la Paz, si más padres y madres creyeran que su deber es educar; quizá más jóvenes también creerían.
Yoel. Valencia.