El profeta de que hablaré ahora surgido entre los hermanos protestantes procede de la zona canadiense: Henry Alline, aunque nacido en Estados Unidos. Para mi fue el precursor del otro profeta venidero que cambiaría por completo el cristianismo en Estados Unidos para hacerlo romper con el calvinismo y convertirlo en un cristianismo compasivo y bondadoso...
Henry Alline fue sin duda un hombre "visitado" por el Espíritu Santo para ser un profeta y regenerador social. Dios, que nunca duerme, que interviene para que la Humanidad avance, eligió a este hombre para un firme propósito que veremos ahora. Si con la vida de George Fox aconsejé leer el Salmo 55, en el caso de Alline os aconsejo el 38, pues precisamente el Espíritu Santo le transformó con su Amor mientras leía este Salmo.
Nacido en 1748,fue ministro evangelista y escritor, que llegó a ser conocido como "El Apóstol de Nueva Escocia". Nacido en Newport, Rhode Island . Se convirtió en una plantación de Nueva Inglaterra y sirvió como predicador itinerante a lo largo del Canadá marítimo y Noreste de Nueva Inglaterra de 1776 a 1784. Su ministerio coincidió con un gran despertar reigioso en la zona, donde l espiritualidad calvinista atormentaba a la gente y se convirtió en el líder del movimiento llamado de la Nueva Luz en las provincias marítimas canadieses, por la nueva visión que aportaba de Dios. Su Diario es considerado un clásico de la espiritualidad de América del Norte, el libro protestante más importante de Canadá y uno de sus escritores teológicos más importantes. Murió a los 35 años y está enterrado en North Hampton, Nueva Hampshire
Henry Allin pasó una época de profunda crisis, atormentado por la teoría calvinista de que Dios predestinaba a las almas al cielo o al infierno y que por tanto, no existía ni el libre albedrío ni era posible la misericordia de Dios. Según relata:
“Al final de la tarde, mientras paseaba por los campos lamentando mi miserable condición grité en mi interior: “¡Oh, Señor Dios, estoy perdido, y si Tú, Señor, no encuentras algún camino nuevo, no sé nada, nunca me salvaré ya que los caminos y métodos que me he impuesto, todos han fallado y acepto que así sea!... ¡Oh, Señor, tened compasión! ¡Señor, tened compasión!” “Estas reflexiones continuaron hasta que entré en casa y me senté; después, confuso como el hombre que se ahoga, abandona y se hunde, y casi en agonía, me di la vuelta de repente y viendo un volumen de una vieja Biblia en una silla la agarré precipitadamente, y abriéndola sin premeditación fijé mis ojos en el salmo 38; era la primera vez que percibía de verdad la Palabra de Dios, me sujetó con tal fuerza que parecía llenar toda mi alma, de manera que el propio Dios oraba con y por mí. En aquel momento mi padre convocó a la familia para las oraciones vespertinas, acudí pero no estaba atento a lo que se decía en la oración, sino que continué repitiendo las palabras del salmo: “¡Oh, ayúdame, ayúdame”, exclamaba. “¡Tú, redentor de almas sálvame, o me hundiré para siempre! ¡Tú puedes, si quieres, esta noche expiar mis pecados con una gota de tu sangre y aplacar la ira de Dios!” En aquel instante, cuando lo dejé todo y sólo quería y deseaba que Dios me dirigiese según su voluntad, el amor del redentor penetró en mi alma por medio de las escrituras con tanta fuerza que toda mi alma parecía fundida en amor; la carga de la culpa y la condenación había desaparecido, la oscuridad quedó conjurada y mi cuerpo se humilló y llenó de gratitud, y mi alma, que unos minutos antes gemía bajo montañas de muerte y pedía ayuda a un Dios desconocido, ahora estaba llena de amor inmortal, elevada por las alas de la fe, libre de las cadenas de la muerte y la oscuridad, y gritaba: “¡Señor mío y Dios mío, sois mi roca y mi fortaleza, mi refugio y mi torre, mi vida, mi alegría, mi presente y mi eternidad!”. En medio de mi alegría, menos de media hora después de que mi alma fuese liberada, el Señor me descubrió mi tarea en el sacerdocio y me llamó a predicar el Evangelio. Grité: “¡Amén, Señor, así sea, envíame!".
Henry comenzó su predicación, y unas poblaciones llamadas Falmouth y Newport formaron iglesias con su ayuda. Los habitantes de estar comarcas fronterizas eran anti-calvinistas por naturaleza y el congregacionalismo, que era profundamente calvinista, era rechazado. En 1778 los municipios de Horton y Cornwallis buscaron su ayuda para establecer una iglesia Bautista. Esta iglesia fue la primera Iglesia Bautista en Canadá. Al año siguiente esta Iglesia, junto con las iglesias de Falmouth y Newport Newlight lo ordenaron sacerdote. Hasta 1783 Alline viajó extensivamente a través de las áreas de Nueva Escocia, donde muchas personas lograron ver a ese Dios amoroso y pudieron romper con la torturadora teología calvinista y su predestinación.
Alline cayó enfermo de muerte la última semana de enero de 1784, mientras predicaba en North Hampton, de complicaciones derivadas de la tuberculosis. El reverendo McClure lo acogió y su Iglesia preparó todo para el entierro de Alline en el propio terreno de la iglesia. El epitafio que habían cortado en su lápida se lee "Él fue la antorcha que ardía y donde brillaba la luz, y fue llamado justamente el apóstol de Nueva Escocia."
La iglesia congregacionalista era a principios del siglo XVIII la religión "establecida" de Nueva Inglaterra, disfrutando de su posición y ventajas dentro de la sociedad. Alline consideró que la iglesia necesitaba ser devuelta a la gente. Rechazó las estructuras de poder en la iglesia, su idea de la predestinación, y muchas de sus tradiciones y prácticas ceremoniales. Él fue EL PRIMER PREDICADOR QUE SE OPUSO A LA PREDESTINACIÓN. Su nueva enseñanza reveló que todas las personas tienen libre albedrío y por lo tanto pueden renacer en una relación personal con Dios. Habló a todos que un Dios eternamente amoroso estaba esperando para aquellos que optaron por tomar el camino que tomó el hijo pródigo al Padre, frente a la espantosa deidad que el calvinismo había impuesto en América del Norte, a través de los puritanos.
El éxito de la teología de Alline fue muy intensa entre campesinos y plantadores, que habían caído en una melancolía debido a su aislamiento geográfico y político. Su calvinismo les hacía vivir aterrados de Dios y la condenación. Vivían una intensa angustia,ya que el Dios que propagó Calvino si jugaba a los dados y predestinaba arbitrariamente a los que se supone son sus hijos al infierno. Eso suponía la inexistencia de la salvación, del libre albedrío y de un Dios misericordioso, ya que sólo unos pocos de antemano estaban destinados a la salvación, y nadie sabía exactamente quién estaba condenada por la deidad calvinista.
Con la teología de Alline basado en el amor eterno de Dios y la capacidad de todas las personas; hombre o mujer, rico y pobre, para alcanzar la salvación fue un camino nuevo, una nueva idea radical que en las gentes del campo creo un nuevo sentimiento de identidad y seguridad en el amor y la bondad de Dios. Se les señaló el camino para salir de su malestar espiritual: Dios es Padre lleno de amor, no el ser malvado que decidía de antemano quién se salvaba y quién se condenaba.
El legado teológico de Alline fue por tanto enorme: contribuyó a erradicar la espantosa espiritualidad de la predestinación y del Dios malvado en Canadá y en otras zonas. En América del Norte su teología era un factor generador clave en el nacimiento en Nueva Inglaterra del las iglesias baptistas libres, muy preocupadas por el sufrimiento humano. Alline fue el escritor del siglo XVIII más prolífico de Canadá, con la publicación de 487 himnos y canciones espirituales, tres sermones, muchos folletos, así como dos obras teológicas principales.
Y Alline sentó las bases para ir liberando del calvinismo a los habitante de América del Norte. Solo unas décadas después se produjo un segundo avivamiento religioso, que buscaba romper aún más con el calvinismo y emprender la búsqueda del Dios Padre lleno de amor por sus hijos. Y el Espíritu Santo eligió al mejor, como hace siempre. De el hablaremos en una próxima entrada.
Gracias, Henry Alline. Gracias, Señor, por darnos este profeta.
