La festividad de hoy, señalaba popularmente el final de la Navidad. Las velas que se bendicen son el símbolo de Jesús, luz del mundo, como también lo será el cirio Pascual.
Me he querido fijar en dos personas. Simeón y Ana. Jesús llega al templo de Jerusalén. Allí están los grandes sacerdotes. Pero sólo lo reconocen dos personas humildes, dos ancianos: Simeón y Ana. Y es que, si queremos reconocer la Luz del Mundo, hemos de ser sencillos y humildes como Simeón y Ana. Los sacerdotes esperaban en el Mesías alguien poderoso; por eso no lo supieron ver. Simeón y Ana lo supieron ver en aquel niño de una familia humildes, que sólo podía presentar como ofrenda dos tórtolas.
Si queremos encontrar a Jesús, debemos hacerlo entre los sencillos, entre los humildes. Si lo buscamos entre las personalidades, el poder...nos llevamos un chasco.
YOEL.