Hay gente acostumbrada a pensar en el pobre en aquel que se acerca a las puertas de las iglesia a solicitar limosna.. Un concepto individualista de la pobreza, que asocia muchas veces al pobre con el alcoholismo, la enfermedad,la vagancia, la soledad... Muchos, así, practican cierta caridad teñida de religiosidad que pueden mezclar incluso con el mérito acumulado que podemos presentar un día a Dios.
Unos y otros no somos conscientes que la pobreza es una realidad de dimensiones masivas, enormes, escandalosas y vergonzosas para la humanidad. Hay en el mundo naciones, pueblos,sectores masivos sumidos en la pobreza. Una realidad vengonzante que, a pesar de todo, los cristianos no queremos sentirnos interpelados por ella y, en muchas ocasiones pasamos de largo,quizás, en muchos casos, caminando como el sacerdote de la parábola del Buen Samaritano.
Los pobres no son pobres, sino empobrecidos. Los pobres no son pobres por su propia naturaleza, sino despojados. Los pobres no lo son por un destino personal, sino que son los desposeidos de la tierra que produce para que todos podamos participar de sus riquezas de forma igual.
La Sagrada Escritura lo reconoce así, cuando dice a los ricos: "La escasez del pobre está en vuestras mesas".
Hay ricos porque hay pobres y viceversa. Hay oprimidos y despojados por que hay opresores y despojadores (en los periódicos salen con frecuencia). Hay excluidos porque hay marginadores que lanzan a más de media humanidad a los márgenes de la pobreza y opresión. Los cristianos tenemos a nuestro prójimo tirado al lado del camino. La labor asistencial que se hace en caritas parroquiales y O.N.G. ha de ser completada por la denuncia profética y a la búsqueda de la justicia. Si no es así, seremos,servidores del ritual, pero ajenos a un Dios que no va a escuchar nuestras preces insolidarias ni nuestras oraciones vacías.
bernardo yöel. valencia