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22.4.18. Buen Pastor, Buen Amigo. ¿Hay una rebelión de las ovejas?

Domingo, 22 de abril de 2018

f24df89e-16a2-422f-872b-4121a48a96e3Del blog de Xabier Pikaza:

Domingo del Buen Pastor(Jn 10). Estamos en un tiempo duro tanto en relación a las ovejas como como a los pastores:

— Unos hablan de rebelión en la granja (redil). Es mal tiempo, he dicho: ¡Nadie quiere ser oveja! En el “redil” del rebaño de la iglesia no se ven ya nuevas (al menos en los países de occidente), y los que quedan parece estar por despiste.

De todas formas, quizá no es ni rebelión, sino sólo desinterés. Las ovejas no quieren ser ovejas de pastores…, sino ovejas de amores (en el mejor de los casos, como en el Canto de Juan de la Cruz)

7bf32e5f-0a8f-45c3-84ef-528873fc0304— Otros echan la culpa a los pastores, diciendo que están desubicados. El Papa Francisco les ha pedido que “huelan a oveja”, que se mezclen, que se arriesgan, con las manos en la masa, dejando oficinas e iglesias donde se han acomodado…

Pero no es fácil, ni todos lo consiguen, ni las ovejas se dejan oler, ni quieren pastores que anden con llas, sino sólo personas que sepan escucharles, quererles, caminar con ellos.

He dicho que puede haber pastores “des-ubicados”, pero quizá ni eso. Quizá ni se sabe dónde debería estar la ubicación de los pastores (pues ya no ejidos, ni lugar para manadas, como antaño).

a62604d9-7830-4d51-963d-f2cd0728edbd¿Qué hacer en un tiempo como este, si unos no quieren ser oveja, y otros no saben/no sabemos ser pastores? Quizá todos somos (hemos de ser) pastores y todos ovejas, al mismo tiempo, unos de otros y con otros (de manera que al fin no seamos ni pastores ni ovejas, sino sólo buenos amigos).

Quizá el mismo Jesús hablaba de eso, cuando decía que el pastor conocía a sus ovejas, como el amigo conoce al amigo, el hermano al hermanos… Buen domingo a todos, pase adelante quien quiera seguir pensando
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Texto: Juan 10,11-18

En aquel tiempo, dijo Jesús: “Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir el lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estrago y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas.

Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que al Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas. Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor. Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he recibido de mi Padre.

Nos suena quizá muy lejano este pasaje, incluso a los que hemos nacido en contexto de ovejas y pastores.

Lo más fácil sin duda, en este caso, es soltar una nota erudita sobre las ovejas:

Unidas en rebaño, ellas son para el Antiguo Testamento un signo del pueblo israelita (2 Sam 24, 17; Sal 76, 21 LXX; Num 27, 17). Así lo muestra de un modo especial Sal 73, 1, LXX: «¿Por qué… está ardiendo tu cólera contra las ovejas de tu rebaño (probata nomês mou)?». Ez 34, 31 asegura: «Vosotros… sois ovejas de mi rebaño, probata poimniou mou, y yo soy vuestro Dios».

La literatura rabínica y apocalíptica utiliza el mismo simbolismo, sobre todo en 1 Hen 89-90 donde se cuenta toda la historia de Israel partiendo de la imagen de las ovejas del rebaño de Dios. En esa perspectiva se mantiene el Nuevo Testamento y de manera especial el evangelio de Mt, que utiliza siempre probaton (oveja) de un modo metafórico.

En esa línea simbólica, Mt afirma que las gentes que escuchan y acogen la palabra de Jesús son «como ovejas sin pastor» (Mt 9, 36; cf. Ez 34, 5). Sus discípulos reciben el encargo de acudir «a las ovejas perdidas de la casa de Israel» (Mt 10, 6; 15.24).

Pasando ya al plano eclesial, Mt compara al creyente en peligro con una oveja que se pierde y puede perecer (Mt 18, 12). Por su parte, el misionero es como oveja en medio de lobos (Mt 10, 16). Llega a tanto la fuerza de la comparación que se dice que los falsos discípulos son como «lobos con piel de oveja», es decir, creyentes fingidos (Mt 7, 15; cf. 26, 31). Esta visión de Mt podría ampliarse con otros pasajes del Nuevo Testamento (cf. Jn 10, 1-17; Heb 13, 30; Pe 2, 25). Todo eso permite suponer que las ovejas del juicio final (Mt 25, 31-46) tienen un sentido metafórico: ellas constituyen el auténtico Israel, la nueva comunidad escatológica. Por eso reci¬ben un lugar a la derecha del gran Rey, en ámbito de reino.

Sigue la nota erudita. Jesús sigue diciendo en el evangelio…

Yo soy el buen pastor; el buen pastor entrega su vida por sus ovejas. El mercenario, el que no es pastor ni tiene a las ovejas como propias, ve venir al lobo y abandona, huyendo, a las ovejas; y así viene el lobo y las destroza y las dispersa. Yo soy el buen pastor; conozco a mis ovejas y ellas me conocen, como el Padre me conoce y yo conozco al Padre… (Jn 10, 11-16).

Esta alegoría del Jesús buen pastor tiene tres rasgos o elementos principales.

(a) Elemento cristológico.
Jesús es el auténtico pastor, aquel que puede conducir a su rebaño hasta la meta de la vida. Por eso se distingue de otros malos pastores, mercenarios, que han venido a presentarse con aires de salvación, siendo en realidad asalariados, que sólo quieren aprovecharse del rebaño. Juan alude aquí probablemente, en la línea de un libro entonces muy famoso, titulado1 Henoc 83-90 o del mismo Flavio Josefo, a los diversos líderes que, en esos últimos años, entre el 50 y el 100 d. C., habían manipulado a los judíos, llevándoles a la perdición. Por malos pastores quedó destruido el pueblo de Israel.

¿Hoy podemos echar la culpa del desfondamiento numérico de la Iglesia a los malos pastores? ¿O se debe hablar más bien de una rebelión de ovejas?

(b) Hay un rasgo eclesiológico.
Jesús es verdadero pastor porque conoce a las ovejas (hombres), dialogando con ellas en intimidad de corazón. Sólo así, sobre una base de conocimiento personal puede fundarse la comunidad de los salvados como iglesia donde todos tienen un lugar para vivir en plenitud.

Pero este pastor que conoce a sus ovejas… y se deja conocer por ellos, en plano de igualdad, no es ya pastor, sino amigo, de manera que (según el mismo Evangeli de Juan) habría que abandonar el lenguaje de pastor-ovejas y pasar al de amigos-amigos.

¿Pero la Iglesia es un simple club de amigos? ¿No tenemos para eso otros clubs más atractivos, de baile o estudio, deporte o monte… o simplemente de amigos de un tiempo?

c) Hay un rasgo de misión, de atracción…
Jesús se atreve a decir que tiene otras ovejas que no son de este “redil” (es decir, de esta granja). ¿Qué hacer para que vengan, para que pueda crearse una humanidad fraterna, sin imposiciones de unos sobre otros? ¿Mantener el redil como está o cambiarlo? ¿Pasarse de redil?

d) Hay, en fin, un rasgo intradivino.
La unidad del pastor con las ovejas refleja sobre la tierra el gran misterio del encuentro de Cristo con el Padre, tal como Juan lo ha desarrollado en Jn 20. De esa forma, llevado hasta el extremo, este signo del pastor nos saca del ámbito animal (pastoral) para situarnos en un plano intensamente personal, de comunicación afectiva. En ese contexto debemos añadir encargo de Jesús a Pedro a quien pide que «apaciente sus ovejas» (Jn 21, 16-17). En esa línea se dirá que los ministros de la iglesia son pastores que aman a las ovejas, dialogando con ellas como Buen Pastor, que es Cristo.

Conclusión:

No es fácil sacar conclusiones ante un texto como éste. Sin duda hay un problema, que es problema de liderazgo, pero también contenido de fondo de la Iglesia.

Quizá la imagen de Jesús (yo soy el Buen Pastor)… debe hoy matizarse en la era de los pastores mecánicos y de los rebaños teledirigidos, para volver al modelo del conocimiento directo: conozco a las ovejas, las ovejas me conocen… Pero unas ovejas que conocen al pastor de esa manera ya no son ovejas, son amigas., conforme a otro pasaje cercano del mismo evangelio de Juan:

Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; sino que os he llamado amigos, porque os he dado a conocer todo lo que he oído de mi Padre

(Jn 15 15)

En esta línea de amistad podría reinterpretarse la imagen del Buen Pastor, para hablar del Buen Amigo, de los buenos amigos, reunidos por o desde Jesús, el Amigo Mayor… en la línea del canto de Juan de la Cruz:

¿Adonde te escondiste Amado
Y me dejaste con gemido,
Como Ciervo huiste dejándome herido…?

Ese Ciervo-oveja del Cantar no tiene pastor, quiere amigos… y quizá se va, porque no somos de verdad amigos… pero es muy posible que nos haya herido, pues con la herida del amor andamos todos

 

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