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Homofobia en la Universidad de Buenos Aires (UBA): una materia hablaba del “delito homosexual”

Jueves, 22 de febrero de 2018

whatsapp-image-2018-02-16-at-18-45-39Varios estudiantes de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA) denunciaron el uso de dispositivas con contenido homofóbico y discriminatorio en una clase de Medicina Legal.

Aseguran que esta no es la primera vez que en esta asignatura se presentan este tipo de contenidos arcaicos y llenos de prejuicios.

Un estudiante de medicina de la UBA publicó en las redes sociales una captura de una diapositiva titulada “El delito homosexual” que fue utilizada en clase de Medicina Legal por la docente Gloria Ganci. El texto de la diapositiva pretendía analizar cuestiones pseudocientíficas como que las personas homosexuales tienen “una estructura emocional inestable”, que los crímenes por celos son “más violentos y sangrientos que los ‘homicidios pasionales’ de los heterosexuales” o que “la homosexualidad psicópata” puede derivar en “delinquir para su satisfacción sexual (corrupción, abuso sexual, exhibicionismo)”.

Bajo el título El delito homosexual, en una clase de medicina legal de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA), una docente explicó los tipos de crímenes que pueden llegar a cometer los gay. Diferenció al “homosexual psicópata” del “homosexual latente” y hubo un apartado especial para el “homosexual prostituto”. Las diapositivas, en las que se puede leer las definiciones homofóbicas, fueron viralizadas por los alumnos que estuvieron en la cursada y recibieron un amplio repudio de la comunidad educativa.

“Ayer, la profesora Gloria Ganci expuso acerca del delito homosexual, hablando de la calidad de los delitos que pueden llegar a cometer las personas que tienen esa orientación sexual, cuenta a TN.com.ar Agustina Larsen, consejera estudiantil del Consejo Directivo de la Facultad.

En las diapositiva definen al “homosexual prostituto” y se plantean las problemáticas de los delitos que pueden cometer, indicando que puede matar o extorsionar a homosexuales que abonan su servicio cuando no logran su objetivo. “Nosotros estamos llevando adelante un repudio e impulsamos las medidas institucionales correspondientes ya que los argumentos discriminatorios presentados carecen de cualquier cientificidad, explica Larsen a este sitio.

Entre todas las definiciones, destacan que “el delito homosexual” puede ser por “tener una estructura emocional inestable y que son más violentos y sangrientos que los “homicidios pasionales” de los heterosexuales.

Desde el consejo estudiantil advierten además:No es la primera vez que denunciamos contenidos homofóbicos en una clase en la Facultad de Medicina. Son contenidos oscurantistas que deben desaparecer de la educación y la salud públicas, que deben ser científicas y laicas”.

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Tras las denuncias, la Secretaría Académica adelantó que la docente será convocada el próximo lunes a dar explicaciones para saber si se trata de una postura de cátedra o si se refiere a una posición personal. Las autoridades de la UBA evaluarán si se trata de un caso de opinionismo aislado, o una postura anti-gay oficial de la cátedra, y tomará las medidas correspondientes. Llama la atención esta cosmovisión dentro de la Facultad de Medicina pública cuya misión es “guardar relaciones de solidaridad con la comunidad de la cual forma parte y ser un instrumento de mejoramiento social al servicio de la Nación y de los ideales de la humanidad”.

Desde el Consejo Directivo convocaron a un banderazo bajo el lema “Basta de homofobia en FMES y la UBA”, “en defensa de todas las identidades sexuales y por una educación con perspectiva de género al interior de nuestras carreras como futuros profesionales de la salud”, para el miércoles 21 a las 14 hs. Por otra parte, Larsen detalla que “la facultad convocó a la docente a comisión de enseñanza el lunes próximo para tratar el tema”.

Pero la semilla de la discordia no fue un dicho al pasar de la docente, sino un documento académico que data de más de 20 años de existencia. Hemos podido saber que Gloria ganci se basa en un escrito titulado “Reflexiones sobre la conducta delictiva”, publicado en 1995 para la Revista Psiquiatría Forense, Sexología y Praxis por el especialista en Medicina Legal Juan Carlos Romi.

Para contextualizar las imágenes que se replicaron por las redes sociales hay que señalar que el texto originario pretende analizar los tipos de delitos sexuales y las “características” de aquellos que los cometen.

“Muchos delitos cometidos por perturbados sexuales son debidos no a su perturbación, que ¨per se¨ puede o no ser delictiva, sino a una conducta sexual tipificada como delictiva en la que puede influir el perfil de la personalidad, un comportamiento sexual perturbado o circunstancias ambientales condicionantes, por ejemplo intoxicaciones como el alcohol y/o las drogas”, señala Romi en su publicación.

El doctor Juan Carlos Romi– quien en 1966 se recibió de médico en la UBA y hoy trabaja para las universidades más reconocidas del país– asegura que, “Por supuesto que también estos delitos los pueden cometer perturbados sexuales (disfuncionales y/o parafílicos o desviados), pero debe quedar en claro que estas perturbaciones sexuales, por lo menos en su inmensa mayoría, no están contempladas por sí mismas como delitos por el Código Penal vigente”.

Remitiendo a sus palabras previas, Romi dice que, “La homosexualidad no constituye delito ¨per se¨, ya que el Código Penal no tipifica la homosexualidad como delito, por lo tanto no debe considerarse al homosexual como un delincuente por el solo hecho de serlo. Por otro lado, postula que para él los “delitos homosexuales” se deben a “la marginación social o a que muchos presentan trastornos psíquicos”.

Dentro del texto “Reflexiones sobre la conducta delictiva”, se puede reconocer palabras retomadas por Gloria Ganci en la presentación que se replicó en las redes sociales el día sábado: “En los casos de homicidios o lesiones entre homosexuales por celos o venganza se observa que en su mayoría presentan la peculiaridad de ser más violentos y sangrientos que los ¨pasionales¨ cometidos por heterosexuales”.

Hoy en día, existe un consenso, tanto en la comunidad académica como en los medios y la sociedad en general, de que no existen “crímenes de pasión” sino femicidios sostenidos por la violencia machista. Del mismo modo, es de conocimiento público que el ataque homofóbico a la comunidad LGBT constituye un acto de odio infundado.

Nada parece más lejos que la interpretación del mundo del Dr. Romi. De hecho, en otras ocasiones reitera estereotipos de género. En su sitio web, el doctor cuenta en otras publicaciones que “muchos transexuales presentan conductas delictivas” o ejemplifica a la androginia como “una mujer con fuertes motivaciones de logro, que tenga mucho éxito en su carrera, juegue muy bien al tenis y se incline por el uso de los pantalones vaqueros y que, al mismo tiempo, le guste cocinar y coser, llevar trajes largos y sea muy sensible y cariñosa”, separando así como rasgos psicológicos masculinos el gusto por el deporte y el logro profesional, y femeninos la gastronomía y emoción.

Homofobia en la Facultad de Medicina de la UBA: la profesora burra que enseña prejuicios y teorías anticientíficas, por Bruno Bimbi

bruno-bimbiLo que sucedió en estos días en la facultad de medicina de la UBA es simplemente inaceptable. Y no digo “inaceptable” como calificación política, sino académica, científica, educativa. La universidad pública debe ser un espacio de excelencia para el conocimiento y no una tribuna para discursos anticientíficos basados en los prejuicios, la ignorancia y el odio de malos profesores.

Veamos. Una docente llamada Gloria Ganci usó su clase para divulgar ideas extravagantes y absurdas sobre la homosexualidad que parecían salidas de un sitio de fake news y teorías de la conspiración. Presentó unas diapositivas en las que definía el “delito homosexual” en términos lombrosianos, afirmando barbaridades como que los homosexuales “tienen una estructura emocional inestable”, son “más violentos y sangrientos” y actúan “por celos y venganza”.

Diferenció al “homosexual latente” del “homosexual psicópata” y el “homosexual prostituto” y dijo que todos ellos presentan “un trastorno psíquico” que, al parecer, tendría alguna relación con su orientación sexual. Y haría de todos nosotros criminales en potencia. Los alumnos, más inteligentes que la docente, sacaron fotos de los slides e hicieron la denuncia pública, y ahora la universidad debería tomar medidas urgentes.

Si un alumno escribiese eso en un examen, debería ser reprobado con un cero. Pero que ese tipo de estupideces hayan sido dichas por una profesora universitaria en una institución de prestigio como la Universidad de Buenos Aires es algo mucho más grave, porque nos hace preguntarnos qué clase de profesionales estamos formando. Si usted, lector, lectora, va al hospital por algún problema de salud, ¡puede ser atendido por un médico educado por la profesora Ganci!

Césare Lombroso (1836-1909) fue un médico italiano que revistió de argumentos biologicistas la vieja demonología del Malleus Maleficarum de la inquisición católica. Como explica Zaffaroni en su libro La palabra de los muertos, Lombroso adoptó el término “criminal nato” por sugerencia de su discípulo Enrico Ferri (1856-1929), pero la expresión ya había sido usada por el frenólogo español Mariano Cubí y Soler (1801-1875). Sus ideas, que hoy resultan obviamente absurdas, eran fuertes en aquella época, y Lombroso no las inventó, pero fue su mayor exponente. La teoría racista lombrosiana tuvo una influencia nefasta en la criminología durante mucho tiempo, pero hace mucho que ha sido descartada tanto por la ciencia médica como por la penal.

Explica Zaffaroni que, para Lombroso, “hay sujetos que configuran una specie generis humani diferente, porque nacen sin que en el seno materno se haya completado el ciclo evolutivo”. Es decir, “habría algunos sujetos que nacen faltándoles algo así como el último golpe de horno, o que salen de fábrica sin el último acabado. Esos delincuentes natos serían seres mal terminados semejantes a los salvajes colonizados, a los que les faltaba el último dobladillo, porque no habían alcanzado aún la evolución filogenética de los europeos colonizadores, en tanto que a los primeros les faltaba por algún accidente biológico excepcional producido entre seres de la raza más evolucionada”.

En el fondo, claro, se trataba de racismo. Lombroso reconoció con posterioridad causas sociales para la criminalidad y aclaró que sus criminales natos no estaban inevitablemente predestinados al delito, aunque mantuvo la idea de que había un componente biológico. Las últimas ediciones de L’uomo delincuente fueron acompañadas de un curioso atlas en el que Lombroso coleccionaba los retratos y fotografías de delincuentes, por lo general presos. Como recuerda Zaffaroni, pueden verse en esa colección de fotos “hombres prognáticos, microcefálicos, de frente huidiza, orejas en asa, mujeres barbudas, estrábicas, etc., o sea, una enorme galería de caras feas y seres contrahechos, que muy difícilmente hubiesen podido andar mucho tiempo por una ciudad europea de su época sin ser detenidos por la policía, pues eran verdaderos estereotipos caminando.

El error de Lombroso fue interpretar esos signos como causa del delito, cuando en la mayoría de los casos eran causa de la criminalización. Sin saberlo, este incomparable observador meticuloso y paciente que fue Lombroso nos envía desde casi un siglo y medio atrás la mejor y más cuidada descripción de los estereotipos criminales de su tiempo”. Lo que hoy llamaríamos “portación de cara”.

La profesora Ganci, más de un siglo después de la muerte del médico italiano, en una de las más prestigiosas facultades de medicina de América del Sur, en pleno siglo XXI, nos presenta una versión homofóbica de aquellas teorías racistas, igualmente estúpida y anticientífica, pero mucho menos comprensible en esta época, en la que el conocimiento humano avanzó lo suficiente como para que esperemos que “teorías” como esa deban ser identificadas y descartadas hasta por un alumno de la escuela primaria.

Sin embargo, no es la primera vez que vemos este tipo de discursos en la Argentina. Durante el debate de la ley de matrimonio igualitario en la Cámara de Diputados, en una audiencia pública, la abogada Úrsula Basset (UCA) afirmó que las parejas homosexuales eran “treinta veces más violentas” y que la mayoría los gays tenían una mayor tendencia a consumir más drogas, alcohol y “otras incidencias de este tipo”. En un momento de la exposición de Basset, a la diputada Vilma Ibarra se le terminó la paciencia y le pidió que, para hacer ese tipo de afirmaciones, en lo sucesivo al menos citara una fuente. Más adelante, la abogada Analía Pastore (UCA) dijo que “muchas mujeres homosexuales tienen una actitud extremadamente negativa hacia los hombres. Algunas de ellas aún están muy enojadas con sus propios padres y trasladan esa hostilidad hacia los hombres en general”. No existe ninguna investigación científica que avale esas estupideces.

Tampoco es la primera vez que algún homofóbico afirma, impunemente, que existe una tendencia natural de los homosexuales al crimen. Como cuento en mi libro El fin del armario, en Chile, el cardenal Jorge Medina –en una entrevista publicada exactamente un mes después del brutal asesinato homofóbico del joven gay Daniel Zamudio– dijo que los homosexuales son “como un niño que nace sin brazos”, que la homosexualidad es “una desgracia” y que los homosexuales “llegan a extremos de violencia y asesinatos de manera mucho más frecuente que los heterosexuales”.

Se olvidó de aclarar que llegan como víctimas. Sobre esa realidad sí hay estadísticas. No tengo esperanzas de que la Iglesia católica sancione al cardenal Medina por sus dichos. Pero la Universidad de Buenos Aires debería abrir inmediatamente un proceso administrativo que permita separar de su cargo a la profesora Ganci. Una persona tan burra y con la cabeza tan llena de odio y prejuicios no puede formar a nuestros futuros médicos, por el bien de la salud pública.

 

Fuente TN, vía SentidoG

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