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El Merton de plenitud. 50 Aniversario.

Martes, 16 de enero de 2018

Del blog Amigos de Thomas Merton:

Merton

¡Feliz año nuevo amigos y amigas! Es un año de especial recordación para los amigos de Thomas Merton y de este blog, que busca mantener viva su palabra y tenerlo presente en nuestra vida cotidiana en este convulso mundo contemporáneo. Comenzamos el cincuentenario de su muerte citando al reconocido especialista en Merton, Fernando Beltrán Llavador, en la celebración el mes pasado del inicio de este año mertoniano.

En Año Nuevo se estrenan o se renuevan propósitos de vida más plena. Aquí va una propuesta: leer a Merton. ¡Que tengamos buen camino en 2018!

“El 8 de abril de 1950, Sábado Santo, Merton anota en su diario: ‘Todo está a la espera de la resurrección’. La doble condición de un Merton falto de hogar a la vez que habiendo hecho del mundo su tienda; su modo de estar a un tiempo henchido de esperanza y plenamente consciente de las contradicciones de su propia vida y de su sociedad; el río de palabras en el centro de, brotando desde y apuntando hacia un pozo de silencio para escuchar y responder a la Palabra de Dios; su desapego y su implicación en los problemas concretos de su tiempo; los días vividos como un extraño pero sabedor de pertenecer a una comunión de tres Personas en “sociedad perfecta”: todo ello, a la luz del anhelo de una Presencia que ninguna cosa podrá jamás satisfacer, toca hondas fibras personales y conmueve. “Todo está a la espera de la Resurrección”. Esas palabras pueden cambiar un corazón de piedra en un corazón de carne. Son un espejo cuyo reflejo, lejos de ser neutro o pasivo, es profundamente transformador, y nos invitan a atravesarlo –“Yo soy la Puerta”- descubriendo realidades espirituales que de otro modo permanecerían veladas, olvidadas, ocultas entre sombras, dormidas, ignoradas.

En mayo de 1968, durante un retiro dirigido a mujeres contemplativas en la Abadía de Nuestra Señora de Gethsemani, Merton concluyó su charla La realidad contemplativa y el Cristo redivivo afirmando: “…realmente Cristo ha resucitado y vive ahora en nosotros”. Así, todo está a la espera de la Resurrección y al propio tiempo “se trata de que Cristo realmente está y vive aquí y ahora en nosotros”. (1). Eso es intrínseco a nuestra condición fronteriza. Le esperamos pero ya vive con nosotros. Le buscamos aunque nos acompaña. Quizás es en esos dos retiros con las abadesas en diciembre de 1967 y en mayo de 1968 donde encontramos al Merton de plenitud, dando muestras de madurez y compartiendo su sabiduría de una manera honda y humana, bendecido por el espíritu de Sofía, y abordando temas en los que, si bien inicialmente fueron objeto de exploración en un ambiente de apertura y sinceridad reservado solo a unas pocas contemplativas, todos podemos reconocernos. Comentarios como el siguiente, que afortunadamente fueron transcritos y pueden leerse en el capítulo titulado “Presencia, silencio, comunicación”, continúan arrojando luz sobre la aparente opacidad de nuestras vidas y nos recuerdan la belleza y dignidad inalienable de nuestra misma existencia: “Dios necesita reconocer en nosotros la bondad divina. Este deseo, el deseo de Dios de reconocerse en nosotros, es una verdad profunda. Por eso la contemplación tiene que ser accesible para todos” (MC 45).

El hecho de que la contemplación sea para todos constituye, a mi entender, una llamada, cada vez más urgente, para que lleguemos a ser personas adultas. Como un antídoto contra la alienación contemporánea en sus múltiples manifestaciones, Merton nos exhorta a cultivar la “responsabilidad en una comunidad de amor”, pues “la contemplación no es una ocupación individualista” (MC 84). Y se hace eco de las palabras de Cristo, “amaos los unos a los otros”, que para él sintetizan la relevancia y la urgencia de la contemplación hoy: “que Dios habite justamente aquí, entre nosotros. ¿Acaso no es esto la contemplación, la experiencia de la cercanía y la proximidad de Dios?” (MC 85).

Vivir a la altura de ello puede convertir a los contemplativos en profetas antes que en meros supervivientes; en creadores y artistas de la danza trinitaria, visionarios y hacedores, exploradores del arte espiritual de la posibilidad; en “nómadas del Absoluto”, (2) extrañados, anhelantes y a la búsqueda incesante de un nuevo cielo y una nueva tierra, a la vez que moradores y entrañados en su Cuerpo desde antes incluso de que el mundo fuera creado (Ef. 1,4). “

*

Fernando Beltrán Llavador.
“Thomas Merton a los 50 años de su muerte. Entrañado aunque extrañado, extrañado aunque entrañado.” Celebración en el monasterio de MM.Cistercienses Calatravas. Moralzarzar,
Madrid, 9 de diciembre de 2017.
(Publicado en cister.com)

***

mertonlean[1]

Notas del autor:

1 Thomas Merton, Los manantiales de la contemplación: Un retiro en la abadía de Getsemaní (Santander: Sal Terrae, 2017) 298;
las referencias siguientes serán citadas como “MC” en el texto.

2 En expresión de Javier Melloni, sj, en “Nómadas del Absoluto: La Vida Religiosa ante el diálogo interreligioso”. Frontera Hegian: Cuadernos de Formación Permanente para Religiosos (2012) 80: 7

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