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La iglesia para la “generación del amor”. ICM de México

Jueves, 21 de septiembre de 2017

img-20160209-wa0009Ciudad de México 13SEP2017.- A veces, las bienintencionadas aclaraciones de principios divinos —que muchas veces provienen de fuentes no inspiradas— complican la situación aún más, al disminuir la pureza de la verdad divina con explicaciones de los hombres. Una buena idea de una persona, algo que quizás a ella le dio resultado, echa raíz y se convierte en una expectativa; y gradualmente, los principios eternos se pierden en un laberinto de “buenas ideas”.

Ésa fue una de las críticas que hizo El Salvador a los “expertos” religiosos de su época, a los que reprendió por ocuparse de cientos de detalles de la ley que tenían poca importancia, mientras desatendían los más importantes.

Una vez más, el Salvador reveló el camino. Cuando se le pidió que nombrara el gran mandamiento, no titubeó: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma y con toda tu mente”, contestó. “Éste es el primero y grande mandamiento”. Junto con el segundo gran mandamiento de amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, tenemos una brújula que brinda dirección no sólo para nuestra vida, sino también para la Iglesia del Señor es por esto que para nosotros lo que llamamos ser una iglesia congruente con “el amor radicalmente incluyente de Dios”, y de la misma manera damos cobijo espiritual y animamos sobre todo la dignidad de los Derechos Humanos a los que consideramos que “toda alma es grande a la vista de dios” y no hay diferencia ni por raza, concepción religiosa, orientación sexual, etcétera.

Tratamos que la nuestra sea una iglesia con espacios seguros, libres de odio, discriminación, prejuicio. Ésta tampoco es una “iglesia gay”, es una iglesia incluyente, más de la mitad de los miembros  de la congregación en Ciudad de México se definen como heterosexuales, así mismo defendemos todos como iglesia la dignidad de las personas y enseñamos la importancia de ser “la generación del amor”.

Somos cristianos, ecuménicos y somos incluyentes: Cristianos porque nuestra base fundamental espiritual es tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento y los credos históricos. Ecuménicos porque estamos abiertos a todas las formas en las que la gente se acerca a lo divino. Aquí somos bienvenidos católicos, bautistas, testigos de Jehová, mormones, etc..  gente que la ha pasado mal en sus iglesias de origen. Y es incluyente porque estamos contra todo tipo de discriminación, incluida la discriminación por orientación sexual. Por eso a esta iglesia también la llaman la Iglesia de los Derechos Humanos, porque estamos a favor que las mujeres avancen, que los muchachos tengan a acceso a la información sexual y estamos abiertos a entender nuevos mensajes del Evangelio para adecuarlos a las necesidades de hoy.

Abrimos nuestras puertas a todos y así mismo nutrimos con la misma dignidad a todos ya sea como heterosexuales o no. Tenemos gente muy involucrada en el activismo, pero en la iglesia no somos activistas. En dado caso somos activistas espirituales y estamos a favor de todas las luchas sociales pero siempre estaremos a la par de los que luchan contra la injusticia, siempre nutriremos toda propuesta de trabajar por la dignidad humana, el servicio desinteresado tanto en caridad como servicio comunitario, tanto en algún comité y si es necesario incluso en alguna marcha.

Con nosotros hay personas con diferente signo religioso, que por encima de las diferencias quieren compartir “un abrazo de paz” del que fue crucificado por romper los moldes, nos llena de orgullo nuestras diferencias y también nuestra unión “el amor”, aquí hay personas transgénero, gays, lesbianas, heterosexuales, estudiantes foráneos, capitalinos, personas que luchan contra las adicciones, abstemios, familias jóvenes y también ancianas, tatuados, policías, abogados, trabajadoras sexuales, médicos, obreros, empresarios y demás cosas “indeseables” para lo que llamamos “los nuevos Fariseos Cristianos”.

Debido a que el amor es el gran mandamiento, debería ser el punto central de todo lo que hagamos en la familia, en los llamamientos en la Iglesia y en el modo de ganarnos la vida.

El amor es el bálsamo sanador que repara las diferencias personales y familiares, el lazo que une a familias, comunidades y naciones. El amor es el poder que da comienzo a la amistad, la tolerancia, la cortesía y el respeto; es la fuente que supera las divisiones y el odio.

El amor es el fuego que da calidez a nuestra vida con gozo incomparable y esperanza divina. El amor se debe demostrar en palabra y hechos.Cuando realmente entendemos lo que es amar como Jesucristo nos ama, se disipa la confusión y se adaptan las prioridades.

Dios el Eterno Padre no dio ese primer gran mandamiento porque necesita que lo amemos. Su poder y gloria no disminuyen si desatendemos, negamos o incluso si profanamos su nombre. Su influencia y dominio se extienden por el tiempo y el espacio, independientemente de nuestra aceptación, aprobación o admiración.

No, Dios no necesita que lo amemos; pero, ¡cómo necesitamos nosotros amar a Dios! Porque lo que amamos determina lo que procuramos.

Lo que procuramos determina lo que pensamos y hacemos. Y lo que pensamos y hacemos determina quiénes somos, y quiénes llegaremos a ser.

Somos creados a la imagen de dios; somos hijos de dios, procreados en espíritu; por tanto, tenemos una enorme capacidad para amar; es parte de nuestro legado espiritual. Lo que amemos y la manera que lo hagamos no sólo nos caracteriza como personas, sino que también nos caracteriza como Iglesia. El amor es la característica que distingue a un discípulo de Cristo.

Desde los comienzos del tiempo, el amor ha sido la fuente de la felicidad más sublime y de las cargas más pesadas. En el núcleo de la desdicha desde los días de Adán hasta la actualidad se encuentra el amor por las cosas indebidas; y en el centro del gozo, se encuentra el amor por lo bueno.

Con gratitud y con amor inquebrantable, doy testimonio de estas cosas en Su Santo nombre, sí, el nombre de Jesucristo. Amén

La Iglesia de la Generación del Amor

El Señor Jesucristo enseñó esto, el amor radicalmente incluyente de dios, las Iglesias  Comunitarias Metropolitanas de México A.R. en la congregación Valle de Anáhuac, Ciudad de México somos una comunidad de Fé Ecuménica, progresista e incluyente que tengo el privilegio de liderar.

La Iglesia de la Comunidad Metropolitana (Metropolitan Community Church, en inglés), además de ser cristiana, es una organización avalada internacionalmente que cuenta con 250 congregaciones en 53 países, con mayor presencia en Estados Unidos y Canadá, que realiza sus actividades completamente en torno al concepto del amor radicalmente incluyente de Dios.

Por Reverendo Aarón León M.C., pastor Presidente I.C.M. Valle de Anáhuac, Ciudad de México y Área Metropolitana

Fuente Japii.Mx

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