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Echar redes

Domingo, 22 de enero de 2017

47702_430163937461_92187362461_5294011_7048196_nMt 4,12-23; Evangelio del domingo 22 de enero 2017

No ha venido a reivindicarse. Y podía haberlo hecho con toda razón. Tanta indiferencia y desprecios hacia las iniciativas que Dios había tenido a lo largo de la historia habrían merecido una respuesta contundente por su parte. Pero no. Su estilo va en otra dirección.

Jesús, después del bautismo, se ha presentado ante el mundo y ante nosotros para hacernos una propuesta aún más atractiva que todas las anteriores: participar en una misión que consiste en extender, agrandar y adelantar el reinado de Dios; ser sus compañeros de camino; tratarnos de “tú a tú” para ayudarle en sus planes. La primera reacción ante tal “despropósito” es echarse a temblar, sentirse indigno e incapaz. Pero viendo el plantel de los primeros llamados nadie debería autoexcluirse: Andrés, fue el que no creyó que con tan pocos panes y peces pudieran alimentar a una multitud que esperaba anhelante las palabras de Jesús; su hermano Pedro, no tardó en traicionar al Maestro a pesar de haber declarado que estaría con Él hasta el final; y los hijos del Zebedeo, Santiago y Juan, no destacaban precisamente por su buen carácter (no en vano eran conocidos como los hijos del trueno). Nadie queda, pues, excluido.

Pero todavía quedan aspectos interesantes de la propuesta que merece la pena no pasar por alto:

– El Señor la realiza en “los dominios” de la persona a la que se dirige; es decir, en su terreno. Por eso su modo de “entrar” es procurando no estorbar, aprovechando lo que el otro ya es. Los discípulos estaban en su lugar de trabajo, en medio de la faena diaria.

– La tarea que les encomienda es echar las redes para captar a cuantos más, mejor. El valor de lo que se ofrece es, en sí mismo, incuestionable, y no depende de la cantidad de “me gusta” que pueda registrar. El Reino de Dios es bueno para todos.

– La invitación no es a uno solo, sino a quien quiera seguirle… Estamos “en esto” los unos con los otros, esperando la señal del Maestro que nos indique cuándo es el momento de echar el copo (o las redes) y de tirar todos a la vez (se requiere mucha fuerza y destreza) para arrastrar una buena cantidad de gente.

Cierto es que en esta misión las condiciones son manifiestamente mejorables (porque esto de vivir a la intemperie no es precisamente para echar las campanas al vuelo), pero ¿quién no pagaría lo que fuera por entrar a formar parte de este “Cuerpo” liderado por el Señor? ¿Alguien piensa que no está hecho para él? En la comunión con Jesús, el de Nazaret, los héroes encontrarán su causa; los cobardes, la fortaleza que les falta; los decididos, el respaldo para “echarse a volar”; los indecisos, apoyo incondicional; los pecadores, la versión más radical y gratuita del amor a través del perdón… Y todo esto sin estar atados por un contrato ni por cláusulas engañosas. Basta con seguir sus pasos. Todos son bienvenidos y necesarios. Las redes son pesadas, y se necesita el esfuerzo de todos para arrastrar y atraer a uno solo, y a grandes masas.

María Dolores López Guzmán

Fuente Fe Adulta

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