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Domingo XXVII del Tiempo Ordinario. 2 octubre, 2016

Domingo, 2 de octubre de 2016

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Los apóstoles dijeron al Señor: Auméntanos la fe.

Lc 17,5-18

La fe es dejar de creer en algo, para vivir en Alguien, y para ello es necesario confiar y abandonarse.

Cuando un niño nace lo colocan sobre su madre, y el niño no teme, confía, escucha los latidos del corazón de su progenitora, se siente envuelto en la ternura de quien lo acaba de dar a luz. Pues esto es para mí la fe, esa confianza de quién se abandona, de quien se entrega a vivir en Dios, y sabe, como dice Juliana de Norwich, “que todo es bueno y todo acabará bien”.

¿Por qué no confiamos en Dios?¿Qué puede ocurrirnos de malo si confiamos en Dios? La fe es el despertar y desaprender categorías mentales, para vivir en la confianza, en la intuición, en la senda de ser la voluntad de Dios.

Cuando observo a los niños en brazos de sus padres, entiendo lo que es vivir en Dios. Cuando al niño algo le asusta o le asalta el miedo, corre a abrazarse a sus padres, y ahí se relaja, nada malo puede suceder.

El temor, el miedo, es el vivir en el ego, en nuestra propia superficie marcada por patrones culturales, sociales, familiares. El miedo surge ante determinadas situaciones que no sé resolver o que no soy capaz de afrontar. El miedo no sano es un producto de la mente y por tanto aprendido. Este miedo solo existe en nuestra mente, en nuestro imaginario y es alimentado por él.

Siento que lo importante no es creer en Dios, sino experimentar a Dios, porque si le experimento creeré en Él. La experiencia se convierte en patrón de nuestras vidas, y depósito de nuevas experiencias.

La fe no es un juego de magia para pedir a Dios que realice lo que queremos, es dejar a  Dios ser Dios en nosotras y que se realice Su Voluntad.

Confiar en Dios significa dejar de girar alrededor de un@ mismo, para vivir en la Profundidad donde yo soy y Él habita.

El aumento de fe no es un tema de cantidad, sino de esencia, de pasar de la seguridad en las cosas o en los méritos propios a confiar en las posibilidades que Dios nos otorga.

La fe es descubrirnos habitad@s de semillas de infinitud que hay que abonar todos los días, porque la fe es dinámica, y es una actitud ante la vida que marca toda nuestra existencia.

Vivir en fe es desalojar las normas que proporcionan seguridad para vivir en la libertad del Espíritu.

Aumentar la fe es despertar a los signos del Reino que están presentes entre nosotras y escuchar la voz del Espíritu que nos enseña a acoger la realidad que somos, para vivir conscientemente en Su Presencia. Crecer en la fe es sentirnos dilatadas por la fuerza amorosa de quien nutre, vivifica y potencia nuestras vidas.

Oración

Haz Señor, que nuestra fe aumente al contacto del encuentro diario contigo, otórganos  la capacidad  de despertar a nuestro ser niñ@s que confiadas se abandonan en Ti. Te lo expresamos a Ti Padre, por medio de Jesús, tu Hijo y mediante la fuerza y la ternura de la Santa Ruáh.

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Fuente: Monasterio Monjas Trinitarias de Suesa

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