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¡Poneos en camino!

Domingo, 3 de julio de 2016
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Pobreza evangélica

No tener nada.
No llevar nada.
No poder nada.
No pedir nada.
Y, de pasada,
no matar nada;
no callar nada.

Solamente el Evangelio, como una faca afilada.
Y el llanto y la risa en la mirada.
Y la mano extendida y apretada.
Y la vida, a caballo dada.

Y este sol y estos ríos y esta tierra comprada,
para testigos de la Revolución ya estallada.
¡Y “mais nada”!

*

Pedro Casaldáliga
Clamor elemental, Editorial Sígueme, Salamanca 1971

***

En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía:

“La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies.

¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino.

Cuando entréis en una casa, decid primero: “Paz a esta casa.” Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros.

Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario.

No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: “Está cerca de vosotros el reino de Dios.”

Cuando entréis en un pueblo y no os reciban, salid a la plaza y decid: “Hasta el polvo de vuestro pueblo, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre vosotros. De todos modos, sabed que está cerca el reino de Dios.”

Os digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para ese pueblo.”

Los setenta y dos volvieron muy contentos y le dijeron:

“Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre.”

Él les contestó:

– “Veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad: os he dado potestad para pisotear serpientes y escorpiones y todo el ejército del enemigo. Y no os hará daño alguno.

Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo.

*

Lucas 10, 1-12. 17-20

***

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"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad ,

“Portadores del Evangelio”. 14 Tiempo ordinario – C (Lucas 10,1-12.17-20)

Domingo, 3 de julio de 2016
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14-TO-279x300Lucas recoge en su evangelio un importante discurso de Jesús, dirigido no a los Doce sino a otro grupo numeroso de discípulos a los que envía para que colaboren con él en su proyecto del reino de Dios. Las palabras de Jesús constituyen una especie de carta fundacional donde sus seguidores han de alimentar su tarea evangelizadora. Subrayo algunas líneas maestras.

«Poneos en camino»

Aunque lo olvidamos una y otra vez, la Iglesia está marcada por el envío de Jesús. Por eso es peligroso concebirla como una institución fundada para cuidar y desarrollar su propia religión. Responde mejor al deseo original de Jesús la imagen de un movimiento profético que camina por la historia según la lógica del envío: saliendo de sí misma, pensando en los demás, sirviendo al mundo la Buena Noticia de Dios. «La Iglesia no está ahí para ella misma, sino para la humanidad» (Benedicto XVI).

Por eso es hoy tan peligrosa la tentación de replegarnos sobre nuestros propios intereses, nuestro pasado, nuestras adquisiciones doctrinales, nuestras prácticas y costumbres. Más todavía, si lo hacemos endureciendo nuestra relación con el mundo. ¿Qué es una Iglesia rígida, anquilosada, encerrada en sí misma, sin profetas de Jesús ni portadores del Evangelio?

«Cuando entréis en un pueblo… curad a los enfermos y decid: está cerca de vosotros el reino de Dios»

Esta es la gran noticia: Dios está cerca de nosotros animándonos a hacer más humana la vida. Pero no basta afirmar una verdad para que sea atractiva y deseable. Es necesario revisar nuestra actuación: ¿qué es lo que puede llevar hoy a las personas hacia el Evangelio?, ¿cómo pueden captar a Dios como algo nuevo y bueno?

Seguramente, nos falta amor al mundo actual y no sabemos llegar al corazón del hombre y la mujer de hoy. No basta predicar sermones desde el altar. Hemos de aprender a escuchar más, acoger, curar la vida de los que sufren… solo así encontraremos palabras humildes y buenas que acerquen a ese Jesús cuya ternura insondable nos pone en contacto con Dios, el Padre Bueno de todos.

«Cuando entréis en una casa, decid primero: Paz a esta casa»

La Buena Noticia de Jesús se comunica con respeto total, desde una actitud amistosa y fraterna, contagiando paz. Es un error pretender imponerla desde la superioridad, la amenaza o el resentimiento. Es antievangélico tratar sin amor a las personas solo porque no aceptan nuestro mensaje. Pero ¿cómo lo aceptarán si no se sienten comprendidos por quienes nos presentamos en nombre de Jesús?

José Antonio Pagola

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“Descansará sobre ellos vuestra paz”. Domingo 3 de julio de 2016. 14º Domingo del tiempo ordinario

Domingo, 3 de julio de 2016
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39-ordinarioC14 cerezoLeído en Koinonia:

Isaías 66, 10-14c: Yo haré derivar hacia ella, como un río, la paz.
Salmo responsorial: 65: Aclamad al Señor, tierra entera.
Gálatas 6, 14-18: Yo llevo en mi cuerpo las marcas de Jesús.
Lucas 10, 1-12. 17-20: Descansará sobre ellos vuestra paz.

Primera lectura. La alegría del pueblo de Israel cuando contempla su renacer después de todas las amarguras del destierro la muestra el tercer Isaías con la figura del parto y los hijos recién nacidos que necesitan de la madre para mamar de sus pechos y recibir sus consuelos, los llevaran en sus brazos y sobre las rodillas los acariciarán. Están en la mano del Señor y como a un niño a quien su madre consuela, así os consolaré yo.

La figura de Dios Madre es muy querida para los profetas. Sin duda la experiencia familiar del padre, de la madre y de los hijos, es quizás la más admirable y comprensible para todos, cuando se quiere hablar del amor de Dios.

Cuando la Biblia habla de Dios Padre, ciertamente no está determinando el género masculino de la divinidad. Es cierto que esta denominación y esta traducción están condicionadas sociológicamente y sancionadas por una sociedad de carácter varonil. Pero, realmente, a Dios no se le quiere concebir simplemente como a un varón. Sobre todo en los profetas, Dios presenta rasgos femeninos maternales. La noción de Padre aplicada a Dios, debe interpretarse simbólica¬mente. Padre es un símbolo patriarcal -con rasgos maternales-, de una realidad transhumana y transexual que es la primera y la última de todas.

El profeta Oseas en el capítulo undécimo, trae uno de los textos más bellos del Antiguo Testamento. La experiencia del amor de Dios hace decir al profeta que el Señor ha ejercido las tareas de un padre-madre con el pueblo. También otros profetas presentan a Dios con características materno-paternales: un Dios que consuela a los hijos que se marchan llorando, porque los conduce hacia torrentes por vía llana y sin tropiezos (Jer 31,9); un Dios a quien le duele reprenderlos: ¡Si es mi hijo querido Efraim, mi niño, mi encanto! Cada vez que le reprendo me acuerdo de ello, se me conmueven las entrañas y cedo a la compasión. (Jer 31,20).

Esa ternura del amor de Dios queda expresada de manera inigualable en la figura de la madre:

¿Puede una madre olvidarse de su criatura, dejar de querer al hijo de sus entrañas? Pues aunque ella se olvide, yo no te olvidaré (Is 49,15).

Como a un niño a quien su madre consuela, así los consolaré yo (Is 66,13).

Realmente el pueblo se sentía hijo de Yahveh. Desde la primera experiencia salvífica de Dios en la salida de Egipto, el Señor ordenó a Moisés decir al Faraón: Así dice el Señor. Israel es mi hijo primogénito, y yo te ordeno que dejes salir a mi hijo para que me sirva (Ex 4,23). Y esa seguridad que la experiencia de Dios-Padre daba a los israelitas no les permitía sentirse huérfanos porque, si mi padre y mi madre me abandonan, el Señor me recogerá (Sal 27, 10).

La paternidad de Dios evocaba también una atención especial y una relación de protección de frente a aquellos que necesitaban ayuda y cuidado. Los profetas muestran la predilección de Dios por los pobres, los pecadores, los huérfanos y las viudas, en una palabra por todos aquellos que sólo podían esperar la salvación de la intervención amorosa del Padre-Madre que se preocupa más por los hijos desprotegidos y abandonados que por los demás.

Segunda lectura. En la despedida de su carta a los Gálatas, Pablo de manera muy sintética reafirma dos de sus temas preferidos. La salvación no se da por la ley, y el hombre en Cristo es una nueva criatura.

La circuncisión era una muestra clara del cumplimiento de la Ley, pero Pablo les dice a los Gálatas que la salvación no proviene de la ley sino de Cristo. Y se apoya en la Cruz, signo de ignominia para los romanos, los paganos y los judíos, que ahora es el signo de la victoria y de la salvación, y por eso Pablo se gloría en ella, como también todos los cristianos, porque de ella brota la vida.

Circuncidarse o no circuncidarse no es lo importante. Lo importante es renacer como nueva criatura. El mundo de la ley ha muerto. Ya no hay diferencia entre judíos y paganos. Ya no hay circuncisos e incircuncisos, lo único que cuenta es el hombre nuevo, el hombre que es capaz de superar la tragedia del pecado y realizar el proceso de la resurrección de Jesús, para vivir como una persona nueva.

Por segunda vez en el evangelio de Lucas, Jesús envía a sus discípulos a la misión. Ahora la época de la cosecha ha llegado y es necesario muchos obreros para recoger la mies; son setenta y dos, un número que evoca la traducción de los Setenta en Génesis 10, en donde aparecen setenta y dos naciones paganas. Jesús va camino hacia Jerusalén, el camino que debe ser modelo del camino de la Iglesia futura. Salen de dos en dos para que el testimonio tenga valor jurídico según la ley judía (cfr. Dt 17,6; 19,15).

La misión no será fácil; debe llevarse a cabo en medio de la pobreza, sin alforjas ni provisiones. La misión es urgente y nada puede estorbarla, por eso no pueden detenerse a saludar durante el camino; tampoco los discípulos deben forzar a nadie para que los escuchen pero sí es el deber anunciar la proximidad del Reino.

Este modelo de evangelización es siempre actual. Ciertamente es una tarea difícil si se quiere ser fieles al evangelio de Jesús. Muchas veces por una falsa comprensión de la inculturación se hacen concesiones que van contra la esencia del evangelio.

Cuando los discípulos regresan de la misión están llenos de alegría. Hay una expresión que merece un poco de atención: Hasta los demonios se nos someten en tu nombre. ¿Qué significado tienen los demonios? Una breve explicación del término se dará al final.

Jesús manifiesta su alegría porque se han vencido las fuerzas del mal, porque él rechaza cualquier forma de dominio, y exhorta a sus discípulos a no vanagloriarse por las cosas de este mundo. Lo importante es tener el nombre inscrito en el cielo, es decir participar de las exigencias del Reino y vivir de acuerdo con ellas (cfr. Ex 32,32).

Hay otro motivo de alegría para bendecir la Padre. Sus discípulos son una muestra de que el Reino se revela a los sencillos y humildes. No son los conocimientos lo que permite la experiencia del Reino. Es esa experiencia de Dios por medio del contacto íntimo con Jesús y su seguimiento. Leer más…

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Dom 3. 7.16. 72. Una marcha de Paz, los 72 Diputados de Jesús

Domingo, 3 de julio de 2016
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imagesDel blog de Xabier Pikaza:

Domingo 14. Tiempo ordinario. Ciclo C. Sólo quiso tener 72, como algunos pequeños partidos España. No los quiso tener por votación, sino por vocación y envío propio.

Había escogido ya un círculo central de 12, un Consejo permanente de Ministros , a los que Jesús hizo signo y principio del Nuevo Israel, una Isla Verde de paz en la tierra.

Pero, al lado de ellos, escogió y envió 72 diputados, que representaban a todas la naciones, citadas en Gen 10 (eran las que entonces se conocían), como si fueran delegados de su Unión de Pueblos, evocados en Mt 28, 16-20,sin necesidad de una edificio superior, como el de Nueva York, sin Pentágono, sin armas…. Quiso expresar así su movimiento de paz.

En ese contexto puede situarse el texto de este día, la palabra de Jesús, que dice a sus enviados, con sus tres consignas fundamentales:

— que vayan por doquier (todos los pueblos son iguales) y que saluden a la gente con la paz:invitándoles a compartir su movimiento de comunión social, de plenitud humana, desde Dios, ante la vida;

— que coman lo que haya, que compartan entre todos lo que tienen, lo que llevan, lo que logran conseguir, sin capitalizar dinero, sino sólo esperanza y vida compartida (pues un dinero capitalizado se vuelve principio de imposición y dominio que destruye a las personas);

— que curen a los enfermos, que animen a los desanimados, que ofrezcan a todos una educación de paz, con su ejemplo de vida, más que con palabras… como avanzadilla de Reino entre los pueblos…

Suenan estos días en Europa los tambores de la disensión, como un nuevo fascismo imparable, poblado de miedos: No hay sitio para refugiados, cada en un su casa, sin pan para los otros, llega el Brexit de los pueblos (y sobre todo del Gran Capital), sálvese quien pueda y que se arreglen, si pueden, los restantes.

Suenen en España los tambores de unas elecciones mal digeridas, en las que casi nadie sabe de verdad lo que (lo que hemos) votado, con codazos, expulsiones…, amenazas, miedos, sin un norte que nos permita orientarnos o al menos compartir orientaciones. Tengo la impresión de que hemos votado como súbditos de unos poderes externos y de unos miedos interiores.

Pues bien, desde su hogar caminante, Jesús nos sigue invitando a la gran marcha de la paz, sigue enviando a sus 72 diputados… llamarles profesores y obispos de la paz, simplemente “testigos”. Buen tema, buen domingo

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Paz en Galilea y desde Galilea (Lc 10, 1-12)

En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: “La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies.

— ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino.

–Cuando entréis en una casa, decid primero: “Paz a esta casa.” Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros.
Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan..,

— Curad a los enfermos que haya, y decid: “Está cerca de vosotros el reino de Dios.”

— Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: “Está cerca de vosotros el reino de Dios.”

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El texto incluye otros detalles y elementos que no puedo hoy comentar (he tratado de ellos en Historia de Jesús, VD, Estella 2014). Quiero fijarme hoy en la paz, siguiendo en la línea de lo que he venido diciendo otros días sobre el tema.

Otros podràn comentar otros rasgos (del pasaje citado y del resto del evangelio del domingo (Lucas 10, 1-12, 17-20). Yo quiero resaltar sólo algunos, siguiendo en la línea de mi Historia de Jesús.

Ésta es la caravanade la paz de Jesús… formado por 72 enviados, que son el signo de toda la humanidad , un Tren de paz concretado en 72 trenes más pequeños, dirigidos a todos los continentes, con un único mensaje: la paz.

A este Jesús de la paz no le importa establecer grupos cerrados… Quiere crear un movimiento de paz para todas las naciones… y para eso le basta con 72 pobres, sin nada… pero con ganas de ofrecer la paz y compartirla, desde abajo.

Introducción. La paz era difícil.

Los estudios económicos y arqueológicos confirman que en los años de Antipas, etnarca o rey vasallo de Galilea (del 4 a C. al 39 d. C.), que son en gran medida los de Jesús , se produjo la mayor revolución social de aquella tierra: gran parte de los antiguos propietarios perdieron sus tierras y quedaron sin trabajo. Creció la inestabilidad política y muchos empezaron a pensar y sentir que no había más solución que la muerte o la guerra.

En ese contexto se entiende el proyecto de paz de Jesús, que empieza de abajo y se expresa en forma de pacto entre itinerantes (sin casa ni tierra) y sedentarios (con casa). Los amigos y enviados de paz de Jesús eran itinerantes, portadores de un mensaje de Reino (Paz mesiánica), en medio de una sociedad duramente amenazada por la guerra. Así debían actuar esos mensajeros, que según Lucas eran setenta y dos, signo de todas las naciones y pueblos de la tierra (no simplemente Doce judíos, como en otras tradiciones).

Los que así ofrecen la paz, estos setenta y dos, no son simplemente judíos, ni cristianos, son hombres y mujeres de paz, que tienen la tarea mesiánica de ofrecer y expresar la paz en este mundo.

La paz que aquí se ofrece no es de tipo espiritualista, ni formalistas. Los enviados de Jesús vienen por todo Galilea y por los pueblos del entorno como promotores de una paz activa, en contra de los que colaboran con Roma en el campo militar, pero también en contra de los que se rebelan de un modo militar. Su mensaje es la paz mesiánica.

Ofrecer la paz. Un movimiento de pacificadores

Los enviados de Jesús empiezan ofreciendo por las casas “paz”, no una paz puramente interior, sino la paz social, política, económica, que ellos, pobres itinerantes, querían ofrecer, en nombre de Dios, como expresión y signo del Reino que viene. No eran los únicos, había otros que decían ofrecer la paz, pero lo hacían con otros medios y otros fines.

Roma quiso actuar como “pacificadora”; también los reyes herodianos y los sacerdotes se presentaron como portadores y garantes de paz, pero una paz del sistema, para beneficio de funcionarios y comerciantes. Pues bien, en ese contexto, Jesús envió a sus discípulos casa a casa, como portadores de un proyecto de paz, en una situación pre-bélica, sin seguridad externa (sin dinero, sin armas, sin garantías jurídicas). Sus mensajeros de su paz eran precisamente aquellos pobres, que han sido expulsados de los grandes proyectos de la pax romana. Por eso iban sin nada:

No llevéis bolsa, ni alforjas, ni calzado; ni saludéis a nadie por el camino. En cualquier casa donde entréis, primeramente decid: ‘Paz sea a esta casa…

Precisamente porque no tienen absolutamente nada, ellos pueden ofrecer la paz, viniendo a presentarse como portadores de un proyecto de pacificación real para Galilea y, de hecho, para todo Israel, y de hecho para todo el mundo… un proyecto de paz concreta, que debía ir creciendo desde abajo, un camino social de trasformación que brota de la tradición israelita y que no empieza con la toma de poder, ni con la destrucción de los adversarios, sino con el mensaje y testimonio de unos campesinos desposeídos, que expanden su ideal por aldeas y pueblos.

Por eso, Jesús elige y envía a sus “adelantados”, para que anuncien la paz con su vida (no sólo de palabra) en todo Galilea. Éste es el principio permanente, el punto de partida de la paz mesiánica, que Jesús entiende como Reino de Dios.

Estos discípulos de Jesús, adelantados de una paz social, en medio de un mudo conflictivo, dispuesto a la guerra, siguen siendo ejemplo para todos los cristianos posteriores. Iglesias y grupos de fieles han pactado muchas veces con las instituciones dominantes, con los poderes militares. En contra de eso, los primeros cristianos fueron unos verdaderos “objetores de conciencia”, unos promotores de paz, sin armas, ni seguridades (sin dinero, sin alforja), como seguiremos viendo. No tenían nada que defender, por eso pudieron ser y fueron portadores de la paz mesiánica de Jesús.

Conclusiones:

a) La paz es dialogar entre todos, desde abajo, no con el poder de algunos que lo tienen casi todo (políticos, dueños del sistema), sino con la palabra de aquellos que no tienen nada (o se han despojado de lo que tenían) para establecer las bases de la paz desde la palabra común, no desde instancias de poder más alto.

b) La paz es curar… curar a los enfermos “del cuerpo”, pero, sobre todo, a los enfermos del “alma”, es decir, a los que viven aplastados por el deseo de tener y de dominar a los demás. Sin curar a los enfermos de “violencia” social, ideológica, económica o militar no es posible la paz. Hace falta un gran “hospital” de campaña (de campos y pueblos) de pacificación.

c) La paz es trabajar y comer junto… “Comed lo que es pongan…”. Colaborar en la tarea de la humanidad, en contacto directo, desde la misma calle de la vida… sin lugares resguardados, coches blindados, seguridades y más seguridades policiales… Hay que aprender a compartir la vida desde la calle, que es la palabra, la conversación, la casa abierta… trabajando y comiendo juntos…

d) Crear una cultura de pan, sin mentiras de unos, sin imposiciones de otros… Ésta es la utopía de los setenta y dos de Jesús que siguen siendo mensajeros de su paz mesiánica. Esa es la tarea de la Iglesia.

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“Homenaje a los apóstoles anónimos”. Domingo 14 Tiempo Ordinario. CICLO C

Domingo, 3 de julio de 2016
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de-dos-en-dosDel blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre:

Las instrucciones de Jesús a los discípulos cuando los envía de misión, en el evangelio de Mateo se dirigen a los Doce, pero en el de Lucas a setenta y dos. En la perspectiva de Lucas, la misión no es obra de un pequeño grupo de selectos; si el mensaje del evangelio se difundió por el imperio romano fue gracias a gran número de personas anónimas, igual que ocurre en nuestros días.

Tres advertencias previas sobre el evangelio

1) Entre el envío de los setenta y dos y su vuelta introduce Lucas otras palabras de Jesús (sobre Corozaín y Betsaida, etc.), que la liturgia ha suprimido.

2) El discurso de Jesús tiene unas palabras muy duras contra los pueblos que no acojan a los discípulos; en nuestra época tan políticamente correcta pueden escandalizar a algunas personas.

3) En consecuencia, la liturgia ofrece la posibilidad de dos lecturas: una larga y otra breve (en ningún caso el texto completo de Lucas 10,1-20).

Lectura breve, políticamente correcta (Lucas 10, 1-12)

En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía:

‒ La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino!

Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. 

Cuando entréis en una casa, decid primero: “Paz a esta casa.” Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa.

Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: “Está cerca de vosotros el Reino de Dios.” 

Curiosamente, lo primero que deben hacer los setenta y dos es rezar para que el Señor envíe operarios a su mies. El tema empalma con el del domingo pasado, a propósito de los tres casos de vocación. Jesús hablaba con tanta dureza que parecía no querer seguidores. Aquí queda claro que son absolutamente necesarios y hay que pedir al dueño de la mies que los envíe. El dueño de la mies no es Dios Padre, sino el mismo que Jesús, que les ordena ponerse en camino. Con una advertencia y unas órdenes.

La advertencia: no van a una labor fácil ni agradable. Van como corderos en medio de lobos. Mateo, cuando copia esta frase, añade una otras palabras de Jesús: “sed prudentes como serpientes y sencillos como palomas”. Haced lo posible para que el lobo no os coma. Pero Lucas ve otro tipo de peligro en los lobos y otra forma de afrontarlo. El peligro no es la dentellada que provoca la muerte sino la que desprestigia y tira por tierra el mensaje del evangelio. El imperio romano estaba repleto de grupos y predicadores religiosos parecidos a muchos de los actuales que utilizan la religión como forma de ganarse la vida. Por eso, la mejor forma de evitar las dentelladas de los lobos es llevar una forma de vida totalmente pobre y austera: No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias. La talega hace referencia al dinero, la alforja al alimento, las sandalias al vestido.

Luego añade unas palabras que sólo se encuentran en su evangelio: y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. Eso mismo le dijo el profeta Eliseo a su criado Guejazí, un día que lo envió a una misión urgente (curar al hijo de la sunamita). Lucas, que conocía el Antiguo Testamento de memoria, pensó que este momento era el adecuado para poner en boca de Jesús las mismas palabras. La misión de los discípulos es urgente, no se puede perder el tiempo charlando a mitad de camino.

¿Qué hacer cuando llegan a un pueblo o aldea? Jesús concede una importancia capital al alojamiento, insistiendo en no cambiar de casa. Probablemente refleja su experiencia personal; y Lucas, la de los primeros misioneros. El cambiar de casa puede provocar muchos celos y tensiones.

Las palabras siguientes resultan extrañas en este sitio: Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: “Está cerca de vosotros el Reino de Dios.” Los discípulos ya habían llegado a un pueblo y habían sido bien acogidos por una familia, que les da de comer. Si Lucas hubiera escrito con ordenador, quizá hubiera marcado bloque, cortado y pegado, cambiando el orden de las frases. O quizá no, porque este orden ilógico deja para el final, dándole mayor importancia, la misión de los discípulos: curar a los enfermos y anunciar la cercanía del Reino de Dios.

Continuación, políticamente incorrecta (Lucas 10,17-20)

Cuando entréis en un pueblo y no os reciban, salid a la plaza y decid: “Hasta el polvo de vuestro pueblo, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre vosotros. De todos modos, sabed que está cerca el reino de Dios.” Os digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para ese pueblo.

[Aquí sigue la condena de Corozaín y Betsaida, dos ciudades galileas que no aceptaron a Jesús, para que no se extrañen los discípulos si son rechazados; y otras palabras sobre los que les prestan atención, que es como si escuchasen a Jesús y a Dios Padre].

Los setenta y dos volvieron muy contentos y le dijeron:

‒ Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre.

Él les contestó:

‒ Veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad: os he dado potestad para pisotear serpientes y escorpiones y todo el ejército del enemigo. Y no os hará daño alguno. Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo.

Lectura del libro de Isaías 66, 10-14c
El texto, muy poético, puede desconcertar al lector moderno. Por eso comienzo con dos aclaraciones:

1) Para un judío, Jerusalén representa infinitamente más que para un católico Roma o el Vaticano. Desde el siglo VI a.C. hasta el tiempo de Jesús, que fueron los siglos más duros en la historia de Judá (dominio sucesivo de babilonios, persas, griegos y romanos), la mayor esperanza se centraba en la gloria y esplendor de Jerusalén. El tema aparece en numerosos textos proféticos y Salmos.

2) Jerusalén es representada como ciudad y como madre. Como ciudad, quedó totalmente destruida después de la conquista de los babilonios en el año 586 a.C. Como madre, se vio desprovista de hijos, porque fueron deportados. Y los hijos, a su vez, están desprovistos del alimento y el cariño de su madre.

En este contexto, el profeta proclama su mensaje utópico, centrado en la vuelta de los hijos a su madre, la mayor alegría para Jerusalén y el mayor consuelo para los desterrados. También habla, en el centro, de la paz y la riqueza que inundarán la ciudad. Un mundo maravilloso de alegría, consuelo, paz y esplendor.

¿Cómo se consigue? ¿Qué deben hacer los judíos? Según este poema, nada. Todo lo hace Dios. Es él quien hace derivar hacia Jerusalén la paz y la riqueza de las naciones; es él quien consuela. Es él quien manifiesta a sus siervos su poder (su mano), como dice la última frase del poema.

Festejad a Jerusalén, gozad con ella, todos los que la amáis,

alegraos de su alegría, los que por ella llevasteis luto.
Mamaréis a sus pechos y os saciaréis de sus consuelos,

y apuraréis las delicias de sus ubres abundantes.
Porque así dice el Señor:

«Yo haré derivar hacia ella, como un río, la paz,

como un torrente en crecida, las riquezas de las naciones.
Llevarán en brazos a sus criaturas y sobre las rodillas las acariciarán;

como a un niño a quien su madre consuela, así os consolaré yo,

y en Jerusalén seréis consolados.
Al verlo, se alegrará vuestro corazón,

y vuestros huesos florecerán como un prado;

la mano del Señor se manifestará a sus siervos.

El contraste entre la lectura de Isaías y el evangelio

            El mundo utópico de Isaías, el esplendor de Jerusalén, se realiza sin esfuerzo alguno, por pura obra de Dios. En cambio, el mundo utópico que predican Jesús y los discípulos conlleva mucho sacrificio y esfuerzo. Además, es un mensaje que puede ser rechazado, como le ocurrió al mismo Jesús en Corozaín y Betsaida. Pero la última palabra es de victoria y esperanza: Satanás, símbolo de la oposición al evangelio, cae del cielo como un rayo, mientras que los discípulos triunfan sobre los espíritus inmundos y, sobre todo, sus nombres están escritos en el cielo.

Además, y esta es la gran aportación de Lucas, esos discípulos enviados a la misión no son un grupo de selectos. Todos hemos conocido gente que nos ha hecho gran bien desde el punto de vista humana y cristiano, que nos han anunciado el Reino de Dios. Y también nosotros hemos llevado y debemos llevar adelante esa tarea, a veces dura, y muchas veces con sensación de fracaso. Pero esto no es motivo para dejar de esperar en el triunfo de la utopía.

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Domingo XIV del Tiempo Ordinario. 3 JULIO, 2016

Domingo, 3 de julio de 2016
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TO-D-XIV-1

“…el Señor designó a otros setenta y los envió por delante”.

Lc 10,1-12.17-20

Jesús tiene urgencia por anunciar el Reino y se decide a compartir su misión personal con un grupo de escogidos  a quienes envió delante suyo. Los seguidores de Jesús somos camino en el Camino, casa en Casa y alegría en la Alegría. Jesús nos habla de ser cauces, canales, puentes de CORRESPONSABILIDAD,  COMUNIÓN, pero antes nos instruye desde el espíritu del amor  y no desde el precepto normativo.

  • “ La mies es abundante”: nos habla  de que hay mucho trabajo por realizar, pero no nos dice que nos estresemos y agobiemos, sino que roguemos para que nos envíen ayuda.
  • “Rogad por tanto al dueño de la mies”: en una sociedad de la inmediatez , donde cada vez somos más autosuficientes, Jesús nos ruega que oremos, que pidamos al Padre, que seamos pequeñas y humildes, sabiendo que nuestra fuerza es LA CONFIANZA en Dios.
  • “Que envíe obreros”: esto somos los seguidores de Jesús, obreros, personas que trabajamos un campo que no es nuestro, hij@s que descubren el Reino del Amor y no solo entregan su tiempo, sino  su Vida entera, no nos pertenecemos porque no somos pagados con dinero sino retribuidas con Amor, y el Amar de Dios es calidad y calidez y no cantidad.
  • “Y nos envía como corderos en medio de lobos”: nos habla de vulnerabilidad, de fragilidad, y así somos los seguidor@s de Jesús, pequeñ@s,  pero sabemos que  la fuerza se realiza en la debilidad. Solo en lo pequeño, en lo frágil y vulnerable Dios actúa, porque ahí es donde nos dejamos acariciar. En lo grande y perfecto, Dios no tiene espacio. Ese espacio lo ocupa el ego. Nuestra fuerza no consiste en ser más que, ni tener más que, sino en amar todo lo posible y en ser cada vez más en Dios.
  • “Que vayamos sin sandalias ni alforjas”: con esto nos indica la libertad de corazón. Un seguidor de Jesús ha de ser cada día más libre, más capaz de anunciar y denunciar y estar en contacto con los excluidos, con los que la sociedad no quiere. El seguidor de Jesús es quien no es camino, para ser Camino de tránsito de otros hacía Dios. El seguidor de Jesús es quien no tiene casa pero es Casa  y Morada para quien se acerca a  él. El seguidor,a de Jesús no se alegra de lo que hace, ni de los éxitos conseguidos, se alegra porque vive en Dios y su alegría está transcendida más allá de los resultados, su alegría es el poso que da la confianza de quien sabe que vive en las entrañas de Dios y su nombre está grabado a fuego en el corazón de la Trinidad.

Padre, ayúdanos a entregar la vida por el Reino. Descúbrenos el valor de despertenecernos para ser camino que otro@s transiten hacia Ti. Te lo decimos en nombre de Jesús que es El Camino y mediante  la ternura del Espíritu Santo.

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“El secuestro del envío”, por Dolores Aleixandre

Domingo, 3 de julio de 2016
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envio misioneroQué nos ha pasado para que, al leer el texto del envío de los discípulos, pensamos inmediatamente que eso a nosotros “no nos toca” y que es algo reservado para gente que tiene un obispo o un superior/a que los mande de acá para allá. Como en el fondo nos resulta más cómodo, lo aparcamos en una zona reservada al “clero y alrededores”, sin darnos cuenta de que esta actitud supone algo tan grave como negar nuestra condición de discípulos. Porque es esa la condición preciosa que recibimos en el Bautismo y que sigue latente en nosotros esperando la oportunidad de desplegar todas sus potencialidades.

Probemos lo contrario: leer de nuevo el texto como dirigido a nosotros, sentirnos aludidos por sus palabras y escuchar sobrecogidos la llamada apremiante a ponernos en camino. Si nos parece demasiado, vamos a quedarnos solamente con algunos de sus consejos sobre la estrategia de envío que diseña Jesús:

– Hay que ir “de dos en dos”: es decir, dispuestos a caminar con otros, a comportarse como cómplices y compañeros, a negociar metas y pactar itinerarios, convencidos de que al individualismo le ha caducado el código de barras. “Mirad cuánto se quieren” decían de los primeros cristianos; “mirad qué gente tan especial”, podrían decir hoy si nos ponemos a ello: se ayudan unos a otros, no saben de faenas, codazos ni pisotones, se sostienen y apoyan mutuamente.

– Hay que encajar lo de “ser pocos” y encima de no lamentar el disponer de muchos medios ni de muchas certezas: la pobreza y la minoridad no son obstáculos que impiden que la eficacia del Evangelio sino todo lo contrario, tanto que son condiciones puestas por Jesús. “La simplicidad de vuestra vida será mucho más poderosa que vuestros discursos”, sería una buena traducción hoy.

– En medio de un mundo que busca el éxito inmediato, nos toca ser hombres y mujeres con aire de tener una cita más lejos, poseedores de la extraña alegría de saber que nuestros nombres están “apuntados” en ese libro de Vida que es el corazón de Dios. O tatuados en la palma de sus manos, una imagen mucho más cool y que se reserva hoy a los tipos con éxito.

Dolores Aleixandre

Fuente Fe Adulta

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El Genocidio de los Armenios. Con Fraz Werfel y el Papa Francisco

Domingo, 3 de julio de 2016
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0007_mapa_genocidio_armenia_02.jpgDel blog de Xabier Pikaza:

El Papa Francisco acaba de venir de Armenia, donde ha recordado con la Iglesia de aquel país, la primera iglesia cristiana “oficial” de todo el mundo, los cien años del gran genocidio, realizado por la “nueva Turquía nacionalista”, que no quiso tener minorías influyentes, cultas, unidas, en su territorios.

El problema era turco, pero también occidental, propio de las nuevas naciones unificadas, con una lengua, una religión, una espada, en la línea de las naciones-estado que empezaron a surgir en occidente desde el renacimiento, empezando por la “gran España” (1493-1908: una nación sin judíos, ni musulmanes, genocidio en forma de expulsión) y siguiendo por la paz de Westfalia (1648: cuius regio eius et religio: Cada nación/estado con su propio controlsocial, con su religión).

— Ha hablado el Papa Francisco, ha ido a Armenia para decirlo, para ofrecer y recibir un abrazo de paz de aquella iglesia con la que la Iglesia de Roma mantuvo largas conversaciones doctrinales y sociales a lo largo de la Edad Media.

Es un secreto a veces. El genocidio armenio fue un “ensayo” general del holocausto nazi, precisamente en el momento en que Turquía, que había sido un imperio multi-étnico y multi-religioso, decidió convertirse en nación unificada, con el ejemplo político de occidente, con un tipo de nuevo Islam convertido en principio de unidad nacional. También Alemania querrá ser más tarde una nación pura (y lo querrán ser otros pueblos y grupos, desde ISIS hasta la nueva Europa enferma que que recibe a los refugiados del Cercano Oriente y de África).

Allí mismo, al lado mismo de Armenia, unos kilometros abajo por el río, sigue dándose hoy otro genocidio de cristianos asirios, caldeos... en manos de Isis, que quiere crear de nuevo un estado musulmán puro… Cerca de Armenia sigue estando el genocidio sirio…, y otros genocidios, mientras parece que Europa mira a otro lado. Pero vengamos a los armenios del imperio turco moribundo, del nuevo estado turco…

— Muchos turcos de hoy quieren negarlo, como si la verdad se pudiera esconder, como si la luz pudiera apagarse. Sería un honor para los turcos actuales aceptar esa “verdad”, como para los alemanes superar el holocausto y para los españoles la expulsión de judíos y moriscos.
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La verdad nos hará libres: sólo aceptando hecho de los muchos holocaustos de la historia (empezando por la colonización occidental y el capitalismo de este tiempo) podremos cambiar y ser humanos, todos.

En estos dos últimos año se está hablando bastante cosas sobre el “holocausto armenio”. Cien años han pasado, buen tiempo para recordarlo y para superar viejos “pecados”, que no son sólo de turcos y alemanes, sino de otros muchos pueblos, estados y falsas utopías vinculadas con la religión “pura” (pureza de sangre o doctrina) y por la utopía de un marxismo estalinista.

Cien años han pasado, es tiempo para empezar de nuevo, recordando la Iglesia de Armenia, la más antigua de todas las iglesias del mundo, aceptada en conjunto por todo un pueblo, cien años anterior a la de Roma. Otro día, si hay tiempo y ocasión, recordaré el origen de la iglesia armenia.

Hoy quiero recordar su holocausto, vez más, retomando el hilo de la obra de Franz Werfel, gran judío, evadido del nazismo, que escribió una obra titulada los cuarenta Dias de Musa Dagh.

Es lo mejor que yo conozco sobre el tema, una la novela histórica de Franz Werfel, judío de origen, uno de los grandes creadores literarios (y narradores de historias) del siglo XX. Su libro (Los cuarenta días de Musa Dagh, la Montaña de Moisés) nos sigue ofreciendo la mejor versión del genocidio de los armenios, el año 1915, cuando los “cultos” franceses y alemanes, ingles y rusos (y luego norteamericanos, con otros pueblos orgullosos de su pasado) estaban luchando entre sí. Nadie se puede enorgullecer de aquella guerra; también los turcos tuvieron su parte, su inmensa parte, de culpa y barbarie.

Una referencia personal
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El año 1963, estudiando teología en los mercedarios de Poio, Pontevedra, me hicieron director de una pequeña revista, llamada Sal-Lux, que editaba la imprenta/librería Paredes. Su dueño, el Sr. Paredes, me regaló por Navidad una novela de fondo histórico, F. Werfel, Los cuarenta días del Musa Dagh, basada en el exterminio armenio el año 1915.

Ese libro me ha venido acompañando desde entonces, hasta que lo he prestado hace poco… Estaba editado en Argentina, era un canto al heroísmo y, sobre todo, a la libertad de las minorías… . De Werfel (véase nota posterior) he leído más cosas, entre ellas La Canción de Bernardette, pero la que más ha impresionado sigue siendo la del Musa Dagh, la legendaria Montaña de Moisés, lugar y centro arqueológico impresionante, sobre el Taurus, cerca de la costa greco-turca-siria.

Es la novela de la “nueva Turquía” nacionalista, en el momento en que su gran imperio, mucho mas liberal, se desintegraba, hace 100 año, en la Gran Guerra. Armenios y griegos, siro/arameos y judíos, árabes y eslavos, egipcios y bereberes… habían convivido durante más de seiscientos, con personas de otras nacionalidades y credos, en el Imperio multi-étnico turco. Los armenios habían sido agricultores e intelectuales, artesanos y, sobre todo, comerciantes, a lo largo de siglos y siglos en los que Turquía, con sus grandes defectos, era gran Imperio militar más que un Estado, un conglomerado de razas y culturas, bajo la soberanía del Gran Turco.

Pero a lo largo del siglo XIX comenzó el nacionalismo… se fueron “independizando” las varias naciones, formando cada ella una “entidad” cultural y religiosa…y también Turquía quiso ser Turquía, una nación, una religión, sin griegos ni armenios…El problema estalló hace cien años, con la matanza de los armenios. El problema continúa ahora, el año 2015, con los “restos” inflamados de pueblos y pueblos en guerra, tras la “independencia” de los turcos (palestinos y judíos, kurdos y árabes de diversos tipos, chiitas, sunnies…).

Siguen en guerra los restos del Imperio Turco, no han ido a mejor, sino a peor… Por eso cuando el Papa Francisco recuerda ahora los cien años del “genocidio armenio” no lo hace para criticar a Turquía, sino casi para todo lo contrario: Para admirar lo que ha sido durante casi mil años el Imperio Turco y en el fondo para lamentar su caída, pues ella nos ha hecho peores a todos.

Cien cosas podría recordar ahora del genocidio armenio, pero prefiero ceder la palabra a F. Werfel con su novela sobre la Montaña de Moisés. Quizá alguno de vosotros la quiera leer, quizá quiera ver la película.
(cf. Los cuarenta días del Musa Dagh, Inter-Americana, Buenos Aires 1945 (Losada, Madrid 2003)

Hay por lo menos dos versiones de la película en cine. Los aficionados al cine pueden buscarlas. Seguro que alguna pueden descargarse libremente, lo mismo que el libro, lo mismo que el libro, en PDF.

Quiero recordar en ese día a mis viejos “amigos” armenios de las tiendas de Jerusalén. Con ellos he pasado algunas de las mejores horas de historia de mi vida, sobre todo con el zapatero de la bajada de la cuesta final de la Nablus Road.

Franz Werfel (Praga 1890 – Beverly Hills, 1945) (de wikipedia),
novelista, dramaturgo y poeta austro-checo que escribió en alemán, en la linea del expresionismo.
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Nació en Praga en 1890 (Imperio austrohúngaro); fue coetáneo y colega de Franz Kafka, Max Brod, Martin Buber y otros intelectuales judíos a comienzos del siglo XX. Sirvió en el ejército austro-húngaro en la Primera Guerra Mundial tanto en el frente ruso como en la oficina de prensa, pero fue acusado de traición por su pacifismo.

En 1929 se casó con Alma (Schindler) Mahler, viuda de Gustav Mahler, quien se divorció del arquitecto Walter Gropius por él. Ya era un autor de renombre, pero su fama internacional llegó en 1933 cuando publicó Los Cuarenta Días de Musa Dagh, una novela escalofriante que llamó la atención mundial sobre el genocidio armenio.

Identificado como judío, Werfel huyó con su esposa de Austria tras el Anschluss en 1938 y fue a Francia. Tras la ocupación alemana del país galo en la Segunda Guerra Mundial, el matrimonio Werfel volvió a huir, esta vez a los Estados Unidos, con la ayuda del periodista estadounidense Varian Fry en Marsella.

Mientras estaba en Francia, hizo una visita al santuario dedicado a la Virgen María de Lourdes. Fue allí caritativamente recibido por las monjas católicas que atienden el santuario. Prometió escribir sobre la experiencia, y una vez en los Estados Unidos, publicó La canción de Bernadette en 1941. Se estableció en California, murió en Los Ángeles en 1945 y fue enterrado allí, en el cementerio de Rosendale. Su cuerpo fue exhumado y devuelto a Viena en 1975 para ser enterrado en el Zentralfriedhof.

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“La iglesia, los dineros y alguna mentira”, por José Arregi

Domingo, 3 de julio de 2016
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2016_NOTA_MEMORIA1Leído en su blog:

El pasado 9 de junio, Fernando Giménez Berriocanal, gerente de la Conferencia Episcopal Española, presentó la memoria del último ejercicio económico de la Iglesia católica en el Estado español. Lo hizo como economista solvente y riguroso que es, pero desde la visión eclesial de la institución que representa. No hay economía ni memoria económica neutra, como no hay teología pura. Por eso me permito formular unas observaciones a su memoria económica desde mi perspectiva eclesial.

Las cifras presentadas son impresionantes, pero no es eso lo que me escandaliza. Son las que cabe esperar si se tiene en cuenta la historia religiosa y política de la Iglesia en este país, su inmenso patrimonio artístico y cultural, amén de su inagotable legado espiritual, imposible de traducir en términos económicos. Y su capacidad de reunir semanalmente hoy todavía a 10 millones de personas a celebrar la memoria de Jesús y compartir su pan. Y sus grandes privilegios heredados del pasado. Todo eso no se borra de un año para otro ni de un siglo para otro.

No quiero ser, pues, purista ni maximalista, pero tampoco mero observador acrítico. En la presentación del señor Giménez Berriocanal encuentro datos e interpretaciones que me parecen sesgadas y engañosas, por parciales. Las medias verdades pueden ser mentiras. A algunas de ellas me referiré.

En primer lugar, no me parece honesto contabilizar la actividad asistencial o caritativa de la Iglesia, por ejemplo Cáritas, como aportación económica de la Iglesia al Estado. ¿No será una forma de justificar la enorme aportación del Estado a la Iglesia y una coartada para seguir pidiendo más? Seamos rigurosos. Es verdad que la Iglesia católica realiza una inmensa labor social, muy a menudo de manera voluntaria y gratuita. Pero los obispos, si quieren ser sinceros, no deben ignorar u ocultar que buena parte de la gente, quizás incluso la mayoría de quienes colaboran con Cáritas y otras instituciones asistenciales, sea con sus donativos o sea con su trabajo, no son “gente de Iglesia” ni quieren que ésta les utilice como propaganda. Cáritas es sin duda lo mejor que tiene la Iglesia, y su gestión eclesial es seguramente muy eficaz y honrada, pero los obispos no debieran jactarse de ello en sus memorias económicas. El mérito de Cáritas no es de la institución eclesial, sino de la gente, creyente o no, que la sostiene; el mérito es de los ciudadanos/as que forman el Estado. ¿O creen los obispos que hay menos caridad y justicia social efectiva allí donde no existe Cáritas eclesiástica?

Tampoco me parece de recibo afirmar que los centros religiosos de enseñanza ahorran al Estado cerca de 3.000 millones de euros al año. La inmensa mayoría de esos centros están subvencionados por el Estado, y en cualquier caso son empresas económicamente viables, gracias a las matrículas que cobran o a los donativos que reciben. Puede ser que el coste por estudiante en los centros concertados sea muy inferior al de los centros públicos, pero supongo que ello se debe a una mejor gestión y, básicamente, a que su personal docente y no docente trabaja más y cobra menos. Lo mismo cabría decir de los centros hospitalarios. Insisto: la Iglesia no debe arrogarse el esfuerzo y la generosidad de la gente, sean o no gente de Iglesia.

Considero también una falacia sostener como sostuvo el gerente del Episcopado Español que las diferentes actividades de la Iglesia católica española “aportan al Estado” 32.000 millones de euros, el 3,1% del PIB español. Y me parece muy feo afirmar como afirmó que “cada euro que se invierte en la Iglesia rinde como 2,35 del mercado”. ¿Constituye ese dato un título de gloria para la Iglesia de Jesús? Nunca lo debiera haber dicho, y menos en los tiempos que corren, en un mundo ahogado por el Gran Mercado. Como no debiera haber defendido la abusiva exención del IBI de que gozan tantos templos cerrados, casas curales, garajes y huertas eclesiásticas sin utilidad social. Por no hablar de los numerosos bienes inmatriculados por los obispos gracias a una ley del Gobierno de Aznar difícilmente compatible con la Constitución, y del todo incompatible con el Evangelio.

¿Puede alguien imaginar a Jesús de Nazaret, el profeta subversivo, el carismático itinerante, el alegre comensal de gente social y religiosamente marginada, presentando la memoria económica del año tal como se hizo?

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La impunidad de los corruptos, problema político… y religioso

Domingo, 3 de julio de 2016
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logo26jLeído en su blog Teología sin Censura:

Es evidente que el importante triunfo del PP, en las recientes elecciones generales, ha llamado la atención y ha sorprendido – por inesperado – a los españoles y a cuantos conocen lo que viene ocurriendo en España en los últimos años. Un país que no solo soporta la corrupción, sino que además vuelve a elegir mayoritariamente a quienes han gestionado una fuente fecunda de corruptos, es por eso mismo un país en el que la percepción de impunidad se hace más patente. Una sociedad que elige, por notable mayoría, al partido que ha sido una fuente importante de corrupción, es una sociedad que antepone otros valores a la honradez ética. Y también a la honestidad religiosa. Porque, a fin de cuentas, lo que en una sociedad así, se le dice a la gente corrupta es que siga robando. Porque aquí, “señores”, se puede robar impunemente. No pasa nada.

Así las cosas, lo primero que se me ocurre es que, para una notable mayoría de españoles, es más importante en la vida la seguridad que la honradez. Por tener seguridad, no me importa que se sigan cometiendo los disparates y las injusticias que se han cometido en los últimos años. Lo que representa, como es lógico, un problema político importante. Pero también es esto un problema religioso más grave de lo que algunos, seguramente sin darse cuenta, se imaginan. Nos importa y nos preocupa más el propio bienestar que el sufrimiento de los demás. Lo que evidentemente nos sitúa en los antípodas del Evangelio. Y esto, para un cristiano, es un asunto grave, muy grave. Si es que la vida y las enseñanzas de Jesús representan algo en nuestras vidas.

No digo estas cosas por motivos políticos partidistas. No pretendo ni atacar a la derecha ni defender a la izquierda. Ni siquiera pretendo insinuar que lo mejor es el centro. Defiendo a los que se ven peor tratados en esta sociedad, los que son las víctimas de los corruptos.

Por lo demás, debo destacar que la corrupción no se resuelve cargando las conciencias con motivaciones religiosas. Tales motivaciones, ayudan a quienes tienen creencias religiosas. Pero en el conjunto de la sociedad son insuficientes. ¿Qué hacer, por tanto?

Es urgente revisar a fondo determinados supuestos del Derecho vigente. En concreto: 1) Suprimir la prescripción de los delitos de corrupción, cometidos por cargos de la administración pública. 2) El delito de robar dinero de la administración pública se perdonará solamente devolviendo el dinero robado. 3) Suprimir el aforamiento de cargos públicos. 4) Reducir al mínimo posible el privilegio de los gobernantes para designar, a dedo, cargos de la administración pública.

Termino, una vez más, insistiendo en que, si hablo de estas cosas, es por la fuerza de una convicción que es determinante en mi vida: el silencio y la pasividad ante el sufrimiento de los más desamparados es hacerse responsable de ese sufrimiento.

Espiritualidad, General , , , ,

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