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Archivo para Domingo, 17 de abril de 2016

El Señor es mi Pastor…

Domingo, 17 de abril de 2016
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 SALMO 23

El Señor es mi Pastor…

Los pastores de mi casa
me enseñaron a sentirLo.
La «chivita» deportada
por la guerra fratricida
me ayudó a reconocerme
vigilado por sus Ojos,
añorado por sus Manos.

Yo sería un pastor
¿bueno?

Tu Palabra me alimenta, cada día,
como un valle.
Me convida tu Misterio, como un monte.
Como un río me penetra,
perdonado,
tu Ternura.

Pirineo y sus pastores,
por las rocas,
en la nieve,

por el Ésera desnudo tierra abajo,
por las noches estrelladas cielo arriba.

Los balidos impotentes me acosaban, siendo niño.
Los balidos de los pobres, degollados, me traspasan.
¿No bastaba con tu sangre, Pascua nuestra?

Si atardece en mis majadas,
Tú serás su paz caliente.
No les faltará tu silbo
cuando rompa el día nuevo.

Los mayores desencantos
puedo atravesar seguro.
¡Tú me llevas como un hombro,
Pastor bueno!

*

Pedro Casaldáliga
Todavía estas palabras, 1994

***

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Yo doy la vida eterna a mis ovejas

En aquel tiempo, dijo Jesús:

“Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano.

Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre.

Yo y el Padre somos uno.”

*

Juan 10, 27-30

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"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad ,

“Escuchar su voz y seguir sus pasos”. 4 Pascua – C (Juan 10,27-30)

Domingo, 17 de abril de 2016
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4-PASCUA-600x647La escena es tensa y conflictiva. Jesús está paseando dentro del recinto del templo. De pronto, un grupo de judíos lo rodea acosándolo con aire amenazador. Jesús no se intimida, sino que les reprocha abiertamente su falta de fe: «Vosotros no creéis porque no sois ovejas mías». El evangelista dice que, al terminar de hablar, los judíos tomaron piedras para apedrearlo.

Para probar que no son ovejas suyas, Jesús se atreve a explicarles qué significa ser de los suyos. Solo subraya dos rasgos, los más esenciales e imprescindibles: «Mis ovejas escuchan mi voz… y me siguen». Después de veinte siglos, los cristianos necesitamos recordar de nuevo que lo esencial para ser la Iglesia de Jesús es escuchar su voz y seguir sus pasos.

Lo primero es despertar la capacidad de escuchar a Jesús. Desarrollar mucho más en nuestras comunidades esa sensibilidad, que está viva en muchos cristianos sencillos que saben captar la Palabra que viene de Jesús en toda su frescura y sintonizar con su Buena Noticia de Dios. Juan XXIII dijo en una ocasión que «la Iglesia es como una vieja fuente de pueblo de cuyo grifo ha de correr siempre agua fresca». En esta Iglesia vieja de veinte siglos hemos de hacer correr el agua fresca de Jesús.

Si no queremos que nuestra fe se vaya diluyendo progresivamente en formas decadentes de religiosidad superficial, en medio de una sociedad que invade nuestras conciencias con mensajes, consignas, imágenes, comunicados y reclamos de todo género, hemos de aprender a poner en el centro de nuestras comunidades la Palabra viva, concreta e inconfundible de Jesús, nuestro único Señor.

Pero no basta escuchar su voz. Es necesario seguir a Jesús. Ha llegado el momento de decidirnos entre contentarnos con una «religión burguesa» que tranquiliza las conciencias pero ahoga nuestra alegría, o aprender a vivir la fe cristiana como una aventura apasionante de seguir a Jesús.

La aventura consiste en creer lo que él creyó, dar importancia a lo que él dio, defender la causa del ser humano como él la defendió, acercarnos a los indefensos y desvalidos como él se acercó, ser libres para hacer el bien como él, confiar en el Padre como él confió y enfrentarnos a la vida y a la muerte con la esperanza con que él se enfrentó.

Si quienes viven perdidos, solos o desorientados pueden encontrar en la comunidad cristiana un lugar donde se aprende a vivir juntos de manera más digna, solidaria y liberada siguiendo a Jesús, la Iglesia estará ofreciendo a la sociedad uno de sus mejores servicios.

José Antonio Pagola

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“Yo doy la vida eterna a mis ovejas”. Domingo 17 de abril de 2016. 4º Domingo de Pascua

Domingo, 17 de abril de 2016
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29-pascuaC4 cerezoLeído en Koinonia:

Hechos de los apóstoles 13, 14. 43-52: Sabed que nos dedicamos a los gentiles.
Salmo responsorial: 99: Somos su pueblo y ovejas de su rebaño.
Apocalipsis 7, 9. 14b-17: El Cordero será su pastor, y los conducirá hacia fuentes de aguas vivas.
Juan 10, 27-30: Yo doy la vida eterna a mis ovejas.

La primera lectura nos presenta hoy a Pablo y Bernabé en todo su apogeo evangelizador, donde se puede comprobar el proceso que va recorriendo la expansión del Evangelio. Por una parte, el espacio físico desde donde se proclama la Buena Nueva es la misma sinagoga judía; el medio es, naturalmente, la misma Escritura antigua, desde donde se proclaman las promesas y se confirman con el anuncio de la muerte y resurrección de Jesús como cumplimiento de ellas. Esto quiere decir que los destinatarios originales son los israelitas; así lo formula Pablo y lo corroboran los demás apóstoles. Hay, ciertamente, acogida del nuevo mensaje por parte de muchos, pero también hay rechazos hasta violentos a la predicación de Pablo y, antes de él, a las Pedro y los demás. El rechazo oficial no se queda sólo en no aceptar el mensaje; incluye también la expulsión de la sinagoga y las amenazas a quienes siendo judíos se hayan convertido al nuevo camino y pretendan asistir por cualquier circunstancia a la sinagoga.

Todo esto nos sirve para hacernos una idea de las dificultades que tuvo que afrontar el anuncio del Evangelio en sus orígenes, y la forma como Pablo, llamado con tanta razón “el apóstol de los gentiles”, va abriendo paso para que el evangelio de Jesús sea anunciado y conocido por todo el mundo, sin importar fronteras, razas ni clases sociales.

Ese es otro de los efectos de la resurrección de Jesús: el conocimiento, por parte de todos los seres humanos, de la Buena Noticia del amor de Dios, que en Jesús ha rescatado a toda la humanidad y la ha puesto bajo el amparo y la guía de un solo Padre de todos, el Padre de Jesús.

En consonancia con ello, la visión apocalíptica que Juan nos describe en la segunda lectura no deja de ser una visión poéticp-simbólico-fantástica. Quiere dar a hacer conocer la nueva idea de Dios que Jesús nos revela en el Nuevo Testamento: su Padre es el Dios Padre de todos los hombres y mujeres, sin excepción alguna. Todos son recibidos en la nueva realidad instaurada por el Cordero, ya que en él han sido superadas todas las fronteras que los humanos fueron construyendo para vivir separados y divididos. Ya no habrá división ni rechazo, porque en Jesucristo todos hemos sido recibidos como hermanos. El Cordero inmolado será el pastor que conducirá hacia fuentes de aguas vivas a todos los elegidos… No cabe duda de que las imágenes poéticas que utiliza el texto nos quedan muy lejos (son de hace casi veinte siglos).

El evangelio nos trae apenas cuatro versículos de uno de los capítulos más elaborados de Juan. Nada de palabras directas de Jesús, ni siquiera de palabras históricas, sino pura teología joánica, en un contexto cultural y filosófico muy determinado. Leerlas, tomarlas, escucharlas en directo, sin filtros, como si fueran palabras de nuestro mismo contexto, y dichas por Jesús mismo… sería un error.

En definitiva, la homilía de este domingo podría orientarse por alguna de estas tres opciones:

a) Los pastores en la Iglesia. En ésta, como en toda comunidad humana, siempre ha habido un rol de dirigencia y/o de organización; todos los que ejercen algún “ministerio” (servicio) o alguna autoridad son de alguna manera “pastores” de los demás. Esa labor “pastoral”, lógicamente, ha de tomar ejemplo de las características del “buen pastor” Jesús: que no se sirve de las ovejas, sino que da la vida por ellas. Bastará glosar todas estas características.

Este tema puede prolongarse –si es oportuno para el auditorio- en el tema de los ministerios en la Iglesia: su estado actual, la posibilidad de cambiar, la necesidad de encontrar nuevas formas, la crisis de algunas formas actuales, etc.

b) Las vocaciones al ministerio pastoral. Se ha escogido este domingo en muchos países para la celebración de la “Jornada mundial de oración por las vocaciones”, lo cual es muy bueno, con tal de que no se dé la impresión de que “las vocaciones” son sólo las sacerdotales o a la vida religiosa, y se aclare que «todos tenemos vocación», y que «todas las vocaciones son importantes», también la laical (y mucho), y que «para cada uno, la mejor vocación es la suya». Lo pastoral, por lo demás, no debe ser identificado como sacerdotal: todos estamos llamados a ser “pastores” de otros: en la familia, en el vecindario, en la comunidad humana… todos podemos asumir responsabilidad sobre nuestros hermanos, especialmente los más débiles, o los que está solos o necesitados, todos podemos/debemos ser pastores unos de otros.

c) Jesús, “el” buen pastor y el pastor universal. De hecho, en el evangelio de Juan el tema no es la bondad del pastor Jesús, sino su autenticidad, frente a otros “pastores” o mediadores divinos, que serían falsos… Algo así como el tema de la “unicidad” de Jesús como salvador. ¿Jesús es el “pastor único de nuestras almas”? ¿”No hay otro nombre” en el que podamos ser salvos? (Hch 4,12). Es el tema del pluralismo religioso, y la relectura del cristianismo entero que esa nueva visión teológica exige. No es un tema para cualquier auditorio, pero sí es un tema que debería estar presente en la cabeza de todo el que hable al pueblo sobre «el» buen Pastor Jesús, aunque no vaya a tocar el tema explícitamente. El amor y el entusiasmo espiritual no justifican el decir muchas cosas que no son tan ciertas, que ya no debemos seguir diciendo. Donde se pueda, será bueno abrir la visión de nuestros hermanos y hermanas respecto a la presencia y la acción salvadora de Dios, más allá de una interpretación estrecha y chauvinista del “un solo rebaño y un solo pastor”. Leer más…

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Dom 17.4.16. “Nadie podrá arrebataros de mi mano, yo y el Padre somos Uno”

Domingo, 17 de abril de 2016
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pastorDel blog de Xabier Pikaza:

Dom 4 Pascua, ciclo C. Jn 10, 27-30. En el fondo de esta evangelio late el miedo al fracaso, al robo y a la muerte, con la promesa de Jesús, que supera ese miedo, robo y muerte:

¡No pereceréis, nadie podrá arrebatarlas de mi mano, porque el Padre y yo somos uno! No tengáis por tanto miedo.

a. EN UN MUNDO DONDE REINA EL MIEDO. Este evangelio responde a la angustia causada por los “malos pastores”, aquellos sicarios que dicen guardar a los demás, pero sólo quieren elevarse y triunfar a costa de otros, a quienes traen y llevan, manipulan y oprimen.

Son pastores bandidos, vampiros que chupan nuestra sangre, con nuestro dinero, de manera que estamos a su merced en el mundo… y encima salen en la propaganda y se llaman bienhechores. Y de esa forma sufrimos por su bomba, sus cuentas secretas, su mentira organizada, como sirios errantes entre fusil a un lado y alambrada al otro.

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b. LA LLAMADA A LA CONFIANZA. Desde ese fondo resuena más fuerte el evangelio (todo Jn 10), como una invitación a la esperanza que culmina con un estallido de alegría y de seguridad: “Nadie podrá arrebatarlas de mi mano…”.

Jesús aseguró a los suyos y les dijo: Nadie podrá robar a mis ovejas (matarlas para siempre, destruirlas…), porque están conmigo, y Yo soy Uno con el Padre.

imagesÉste es un tema muy concreto, de carácter político-social, de seguridad familiar y personal… pero, al mismo tiempo, sus palabras finales (¡yo el Padre somos Uno) desvelan y descorren el misterio más hondo de la teología, el sentido de la Trinidad, la presencia de Dios en nuestra vida.

Así se desvela el argumento final del evangelio: Mi Padre me las ha dado, y nadie me las podrá quitar (nadie podrá destruirlas), porue Yo y el Padre somos Uno (estamos unidos). Dios mismo nos da la mano por medio de Jesús, de manera que en él somos y vivimos, y él nos dice: “yo el Padre somos Uno”, y vosotros sois Uno con el Padre y Conmigo, en el Espíritu.

31R3QeXDyBL._SX312_BO1,204,203,200_Éste es sentido más hondo de la revelación de Dios, es decir, de la Trinidad cristiana, centrada en el Cristo que defiende, protege y “unifica” a sus ovejas, es decir, a todos los hombres y mujeres que le escucha, con confían en él, por medio del Espíritu, por encima de los mares que amenazan, de los fusiles que persiguen, de los campos de concentración…

Nadie se había atrevido a decirlo (o lo había dicho sin verdadera profundidad, sin poner su vida al servició de la unidad de amor entre todos los hombres y mujeres).

Jesús lo ha dicho con toda su verdad verdad: Yo el Padre somos Uno en el Espíritu, somos Trinidad de amor, que es comunión para los hombres…

Jesús lo ha dicho, de un modo consecuente: Yo puedo defender y reunir en amor a todas las ovejas, no sólo en el cielo (imagen 1: Catacumbas…), sino en la misma tierra, pues todos los hombres y mujeres forman parte de nuestra comunión, de la comunión de amor que yo formo con el Padre en el Espíritu.

Y si él lo ha dicho podemos decirlo con él: Yo y el Padre somos Uno, en él vivimos, nos movemos somos (Hch 17). Así podemos abrir un espacio de amor y acogida para todos, si somos creyentes.

Buen fin de semana a todos.

Texto: Juan 10, 27-30

En aquel tiempo, dijo Jesús:
Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano.
Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre.
Yo y el Padre somos uno.

INTRODUCCIÓN

El evangelio de este domingo es continuación del anterior (Jn 21), que planteaba tres cuestiones fascinantes:

a. La unión de la tarea pastoral (Pedro) y del amor (Juan), entendidas como las dos “manos” del ministerio de la Iglesia: Una pastoral sin amor es pura ley impositiva; una amistad sin esfuerzo creador a favor de los demás puede volverse sentimentalismo. Leer más…

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Asesinadas, pero vivas para siempre. Domingo 4º de Pascua. Ciclo C

Domingo, 17 de abril de 2016
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1Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

4 de marzo 2016

Aden – Cuatro Religiosas Misioneras de la Caridad, la Congregación fundada por la madre Teresa de Calcuta, han sido degolladas por un comando de hombres armados que han atacado su convento esta mañana, en la ciudad yemení de Aden.

Más de 7.000 cristianos asesinados en 2015

              Ese es el cálculo de la organización de derechos humanos “Manos Abiertas”, sin tener en cuenta los perseguidos en Corea del Norte, Irak y Siria, de los que carece de datos.

              Quien lee las dos primeras lecturas de este domingo no se extraña de que ocurra así. Lo desconcertante es lo que promete el evangelio.

Insultos y expulsión (Hechos de los apóstoles 13,14. 43-52).

              La liturgia ha omitido los versículos 15-42, provocando algo absurdo. Al final del v.14 se dice Pablo y Bernabé “tomaron asiento”; e inmediatamente se añade que “muchos judíos y prosélitos se fueron con ellos”. Entonces, ¿para qué toman asiento?

              Si no hubieran mutilado el texto habría quedado claro que se sientan para tomar parte en la liturgia del sábado. Al cabo de un rato, les invitan a hablar, y Pablo hace un resumen muy rápido de la historia de Israel para terminar hablando de Jesús. Ahora se comprende que, al terminar la ceremonia, muchos judíos y prosélitos se fueran con los apóstoles. Pero, al cabo de una semana, cuando vuelven a la sinagoga, la situación va a ser muy distinta. Los judíos responden a Pablo y Bernabé con insultos. Más tarde, incitaron a las señoras distinguidas y devotas y a los principales de la ciudad, provocaron una persecución contra Pablo y Bernabé y los expulsaron del territorio. 

              Dentro de lo que cabe, tuvieron suerte. Más adelante apedrearán a Pablo hasta darlo por muerto.

En aquellos días, Pablo y Bernabé desde Perge siguieron hasta Antioquia de Pisidia; el sábado entraron en la sinagoga y tomaron asiento. Muchos judíos y prosélitos practicantes se fueron con Pablo y Bernabé, que siguieron hablando con ellos, exhortándolos a ser fieles a la gracia de Dios. 

              El sábado siguiente, casi toda la ciudad acudió a oír la palabra de Dios. Al ver el gentío, a los judíos les dio mucha envidia y respondían con insultos a las palabras de Pablo. Entonces Pablo y Bernabé dijeron sin contemplaciones:

              – Teníamos que anunciaros primero a vosotros la palabra de Dios; pero como la rechazáis y no os consideráis dignos de la vida eterna, sabed que nos dedicamos a los gentiles. Así nos lo ha mandado el Señor: “Yo te haré luz de los gentiles, para que lleves la salvación hasta el extremo de la tierra”. 

              Cuando los gentiles oyeron esto, se alegraron y alababan la palabra del Señor; y los que estaban destinados a la vida eterna creyeron. La palabra del Señor se iba difundiendo por toda la región. Pero los judíos incitaron a las señoras distinguidas y devotas y a los principales de la ciudad, provocaron una persecución contra Pablo y Bernabé y los expulsaron del territorio. Ellos sacudieron el polvo de los pies, como protesta contra la ciudad, y se fueron a Iconio. Los discípulos quedaron llenos de alegría y de Espíritu Santo.

Martirio y victoria (Apocalipsis 7,9.14b-17)

              Cuando el cristianismo comenzó a difundirse por el imperio, encontró pronto la oposición de las autoridades romanas y de la gente sencilla. Veían a los cristianos como gente impía, que daba culto a un solo dios en vez de a muchos, inmoral, enemiga del emperador, al que no querían reconocer como Señor, etc. El punto final en bastantes casos fue la muerte, como ocurrió a Pedro, Pablo y a los otros durante la persecución de Nerón (lo que cuenta el historiador romano Tácito impresiona por la crueldad con que se los asesinó). Sin embargo, la lectura del Apocalipsis no se centra en sus sufrimientos sino en su victoria.

              Yo, Juan, vi una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, raza, pueblo y lengua, de pie delante del trono y del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos. Y uno de los ancianos me dijo: 

              – Estos son los que vienen de la gran tribulación: han lavado y blanqueado sus vestiduras en la sangre del Cordero. Por eso están ante el trono de Dios, dándole culto día y noche en su templo. El que se sienta en el trono acampará entre ellos. Ya no pasarán hambre ni sed, no les hará daño el sol ni el bochorno. Porque el Cordero que está delante del trono será su pastor, y los conducirá hacia fuentes de aguas vivas. Y Dios enjugara las lágrimas de sus ojos.

“Yo les doy la vida eterna” (Juan 10,27-30)

              En comparación con las dos lecturas anteriores, que hablan de las persecuciones en sus diversas formas, con expulsión y muerte, el evangelio de hoy resulta a primera vista muy suave, casi idílico: las ovejas con su pastor, atendiendo a su llamada, siguiéndolo. Ningún loco a la vista. Sin embargo, Jesús menciona dos veces a algunos que intentan “arrebatarlas de mi mano” y de la mano de mi Padre. No tendrán éxito. Pero la amenaza está presente.

              En aquel tiempo, dijo Jesús: 

              – Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano de mi Padre.  Yo y el Padre somos uno.

              Cuando se leen las palabras del evangelio mirando a esas cuatro religiosas sonrientes se entiende muy bien la primera parte: ellas han escuchado la voz de Jesús, le han seguido a trabajar con las personas más marginadas. Y, por contraste, se entiende igualmente la verdad de la segunda: las han asesinado (la foto del cuarto lleno de sangre no tiene nada de idílico ni romántico), pero “no las han arrebatado de mi mano”, Jesús les ha dado la vida eterna. Es el mensaje de la Pascua encarnado en el siglo XXI: por la muerte a la vida. Que Dios nos conceda la fe necesaria para creer en su palabra.

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IV Domingo de Pascua. 16 abril, 2016

Domingo, 17 de abril de 2016
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Pascua16*

“Yo y el Padre somos uno”
(Jn 10, 30)

Oímos a Jesús continuamente repetir: “Yo y el padre somos uno”, (Jn 10,30). “El Padre está en mí y yo en el Padre”, (Jn 10,38). “Yo estoy en el Padre y el Padre en mí” (Jn 14,11).

Nos está llamando a participar en la experiencia de ser uno con el Padre. En el yo de Jesús estamos todos. Jesús al encarnarse participa de nuestra naturaleza humana, y nos enseña que lo divino se ha manifestado en lo humano y que en lo humano se reconoce lo divino.

En Jesús no cabe el individualismo, es el Hijo, segunda persona de la Santísima Trinidad. Jesús con su muerte nos abre el camino de la totalidad. Nuestra forma humana es la individuación, nuestro proceso para ser uno con Jesús y el Padre, es vaciarnos de nosotras, este es el proceso de la vida, a medida que crecemos y caminamos hacías el hondón, hacía ese centro que somos, nos encontramos con quien nos habita y descubrimos la pluralidad como manera de ser y vivir.

Nosotras, personas cuyo ejemplo es la Trinidad, estamos llamadas a vivir en la comunión, desalojando todo ego y abriendo espacios y tiempos para los demás. Pluralidad, diversidad en la totalidad. Jesús y el Padre son uno, porque el Padre se vacía en el Hijo y el Hijo, en el Padre, una misma identidad, pero distintas personas.

La expiración no es otra cosa que el acabamiento de nuestra individuación, donde después de un proceso de muerte del ego descubrimos que somos uno con toda la humanidad.

Que todos sean uno como, como Tú Padre estás en mí y yo en Ti, que también ellos en nosotros sean uno” (Jn 17, 21.22.23)

No solo nos habla de comunión entre los humanos, que seamos uno, sino que seamos uno como ellos. Nos envía a beber a la fuente, a Dios, donde el bebe continuamente. Nos habla de participar del ser mismo de Dios.

“Unifica nuestro ser disperso,
para que podamos ser Uno en Ti y con toda la humanidad,
para que las diferencias nos unan
y Tú lo seas Todo en Todos.”

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El Papa en el campo de Moria: “Éste es el mensaje que hoy deseo dejaros que no perdáis la esperanza”

Domingo, 17 de abril de 2016
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el-papa-con-un-bebe-en-lesbos_720x241“El Papa es nuestra esperanza” y “Sálvanos, Santidad”, rezan las pancartas

Bartilomé: “Los que tienen miedo de ustedes no les han mirado a los ojos ni ven a sus hijos”

Jerónimo: “Pedimos un cambio de actitud a los que tienen en sus manos el destino de las naciones. Vamos actuar hasta que se ponga fin a esta aberración contra la dignidad humana”

José Manuel Vidal, 16 de abril de 2016 a las 12:15

(José M. Vidal).- Flanqueado por el Patriarca Bartolomé y Jerónimo, Francisco entra en el campo de Moria, una prisión a cielo abierto, donde se hacinan 2.500 refugiados que huyen de la guerra. Pero Europa les cierra las puertas. Tras saludar a los refugiados, los líderes religiosos firman una declaración conjunta. En su discurso, el Papa pide a Europa que abra su corazón y sus fronteras y a los refugiados que “no pierdan la esperanza”

bienvenido-a-lesbosA la puertas del campo, le esperan los refugiados. Algunos portan pancartas improvisadas en cartones, en sábanas y en folios: “El Papa es nuestra esperanza o “Help me” o “bienvenido, Papa Francisco”. Muchos jóvenes y niños que piden “libertad”. Entre eellos, varios carteles que pieden paz y libertad para el pueblo yazidi, un pueblo minoritario arrasado por el ISIS en Irak.

Nada más bajarse del autobús, el Papa se dirige a los refugiados y saluda, uno a uno, a los más de 250 jóvenes que le esperan, le sonríen y le aplauden. Le acompañan Barolomé y Jerónimo.

El Papa saluda a las mujeres musulmanas con la mano en el corazón. A su lado, el Patriarca Bartolomé reparte caramelos a los niños y coge a un bebé en brazos y lo levanta al aire.

Los refugiados saludan y graban al Papa. Algunos le entregan pequeños papeles. Tras recorrer la entrada al campo, los tres religiosos se dirigen a una gran tienda, donde la esperan más refugiados. Besos, saludos, abrazos y muchos niños que le entregan al Papa sus dibujos en hojas de libretas. El Papa los recoge, hace preguntas, los alaba y los pasa a sus secretarios.

A su lado, siempre atento, Bartolomé le coloca el pectoral al Papa, que sigue recolectando dibujos de los niños, que hablan de fugas, de guerras, de travesías por el mar en busca del sueño de la paz en Europa.

detalle-de-bartolome-en-lesbosFrancisco no se cansa de saludar y de escuchar las tragedias de los refugiados. A alguno de ellos, cristiano que huye, le regala un rosario.

Un refugiado le pide la bendición y llora, emocionado, mientras el Papa lo consuela. Sin prisa alguna, derrochando un inmenso cariño con su mirada, su sonrisa y sus gestos de ternura. Es su peculiar interpretación del Evangelio de la misericordia.

 La gente le pide al Papa: “Ayúdenos, por favor. Que abran las fronteras. Que nos den libertad”. El Papa les escucha y asiente, con tristeza en su mirada.

“Tengo un hijo de 15 años en Alemania. Ayúdeme a encontrarme con él”, le dice una madre. El Papa asiente y escucha con atención.

Un chaval le pide que lo bendiga, se arrodilla ante él y le explica su caso. Otra chica hace lo mismo entre lágrimas. Una niña le besa los pies y le pide ayuda. Otra mujer que está sola con su pequeña. A su lado, un anciano saluda al Papa y llora emocionado, mientras el Papa le acaricia.

el-papa-en-lesbos-panoramicaTras saludar a toda la gente que hay en la tienda, los tres religiosos acceden a un pequeño estrado, con tres sillas y con sus respectivas banderas y, en un pequeño atril pronuncian sus discursos. Antes, un pequeño coro de niños le dedica una canción. Y el Papa escucha, atento y emocionado y les aplaude.

Los tres líderes religiosos suben al estrado, entre gritos de “libertad, libertad”. Entre los presentes, el primer ministro Tsipras. El primero en intervenir es el Patriarca de Grecia Jerónimo. “Acogemos con alegría, hoy en Lesbos, al Papa Francisco…Juntos llamamos la atención al mundo sobre la actual tragedia de los refugiados…Unimos nuestras voces para denunciar los ataques a la dignidad de las personas humanas”

“Pedimos un cambio de actitud a los que tienen en sus manos el destino de las naciones. Vamos actuar hasta que se ponga fin a esta aberración contra la dignidad humana”.

“Estoy orgulloso del pueblo griego que contribuye a que el calvario de los refugiados sea menos pesado y menos duro…Lloramos la smuchas vidas que se pierden en el mar Egeo…Una sola petición a la ONU para que afronte esta trágica situación que estamos viviendo. Espero ver pronto a los niños disfrutar de una infancia feliz y no muertos en las orillas del mar Egeo”, concluyó su Beatitud.

A continuación, el Patriarca Bartolomé. “Hemos viajado hasta aquí para mirarlos a los ojos y sostener sus manos, para decirles que nos preocupamos por ustedes, para decirles que el mundo no les ha olvidado…Para expresar nuestra solidaridad y apoyo al pueblo griego…para recordarles incluso cuando las personas le dan la espalda…NO debemos tener miedo...”

el-papa-con-los-refugiados-en-lesbos“Sabemos que sus corazones están llenos de ansiedad por sus familias y que buscan un futuro más digno…Lloramos cuando vimos la dureza de los corazones de los que les han cerrado las fronteras y les dan la espalda… Los que tienen miedo de ustedes no les han mirado a los ojos ni ven a sus hijos…Olvidan que la dignidad y la libertad va más allá del miedo y de la división...”

“Este es un problema de todo el mundo, que será juzgado por la forma en que les ha tratado… El Mediterráneo no debe ser una tumba, sino un lugar de vida, intercambio y diálogo“El mar Egeo debe convertirse en un mar de paz. Que los conflictos en Oriente Medio cesen y sea restairada la paz…”

“Les prometemos que nunca les olvidaremos ni dejaremos de hablar por ustedes…Haremos todo lo posible para abrir los ojos y el corazón del mundo…”

 Algunas frases del discurso del Papa

“Quiero deciros que no estáis solos”

“Habéis sufrido mucho en busca de una vida mejor”

“Habéis hecho grandes sacrificios por vuestras familias, dejando detrás todo lo que más queríais y sin saber lo que os puede deparar el futuro”

“Esperando construir una nueva vida en este continente”

“He venido aquí, con mis hermanos, para estar con vosotros y para escuchar vuestras historias. Hemos venido para llamar la atención del mundo sobre esta grave crisis humanitaria y para implorar que se resuelva”

“Hablaremos abiertamente en nombre vuestro. Esperemos que el mundo responda de una forma digna de nuestra común humanidad”

“Dios creó el género humano para que fomre una sola familia. Cuando un hermano sufre, todos sufrimos…Esta crisis puede hacer surgir lo mejor de nosotros…El pueblo griego ha respondido generosamente a vuestras necesidades en medio de sus dificultades…Lo habéis visto en muchos jovenes que han venido aquí para ayudaros…Dios no nos deja nunca solos. Siempre hay alguien que nos puede tender la mano y ayudarnos”.

“Éste es el mensaje que hoy deseo dejaros: No perdáis la esperanza. El mayor don que podemos ofreceros es el amor…El Buen samaritano, una parábola que se refiere a la misericordia de Dios, el misericordioso…”

“Dios os bendiga a todos, especialmente a los niños, a los ancianos y a los que sufren. SObre vosotros invoco el don divino de la esperanza y de la paz”.

Firma de la declaración conjunta

A continuación, los tres líderes religiosos firman la declaración común, mientras se escucha el murmullo de la gente y el llanto de los niños.

Terminada la firma, los tres líderes religiosos se retiran a un prefabricado contiguo, donde hay una mesa y donde el Papa y los líderes religiosos van a comer con algunos refugiados. El Papa bendice la mesa y se sientan a comer con los refugiados.

Texto íntegro del discurso del Papa

Queridos amigos He querido estar hoy con vosotros. Quiero deciros que no estáis solos. En estas semanas y meses, habéis sufrido mucho en vuestra búsqueda de una vida mejor. Muchos de vosotros os habéis visto obligados a huir de situaciones de conflicto y persecución, sobre todo por el bien de vuestros hijos, por vuestros pequeños. Habéis hecho grandes sacrificios por vuestras familias. Conocéis el sufrimiento de dejar todo lo que amáis y, quizás lo más difícil, no saber qué os deparará el futuro. Son muchos los que como vosotros aguardan en campos o ciudades, con la esperanza de construir una nueva vida en este Continente.

He venido aquí con mis hermanos, el Patriarca Bartolomé y el Arzobispo Hieronymos, sencillamente para estar con vosotros y escuchar vuestras historias. Hemos venido para atraer la atención del mundo ante esta grave crisis humanitaria y para implorar la solución de la misma. Como hombres de fe, deseamos unir nuestras voces para hablar abiertamente en vuestro nombre. Esperamos que el mundo preste atención a estas situaciones de necesidad trágica y verdaderamente desesperadas, y responda de un modo digno de nuestra humanidad común.

Dios creó la humanidad para ser una familia; cuando uno de nuestros hermanos y hermanas sufre, todos estamos afectados. Todos sabemos por experiencia con qué facilidad algunos ignoran los sufrimientos de los demás o, incluso, llegan a aprovecharse de su vulnerabilidad. Pero también somos conscientes de que estas crisis pueden despertar lo mejor de nosotros. Lo habéis comprobado con vosotros mismos y con el pueblo griego, que ha respondido generosamente a vuestras necesidades a pesar de sus propias dificultades. También lo habéis visto en muchas personas, especialmente en los jóvenes provenientes de toda Europa y del mundo que han venido para ayudaros. Sí, todavía queda mucho por hacer. Pero demos gracias a Dios porque nunca nos deja solos en nuestro sufrimiento. Siempre hay alguien que puede extender la mano para ayudarnos.

Este es el mensaje que os quiero dejar hoy: ¡No perdáis la esperanza! El mayor don que nos podemos ofrecer es el amor: una mirada misericordiosa, la solicitud para escucharnos y entendernos, una palabra de aliento, una oración. Ojalá que podáis intercambiar mutuamente este don. A nosotros, los cristianos, nos gusta contar el episodio del Buen Samaritano, un forastero que vio un hombre en necesidad e inmediatamente se detuvo para ayudarlo. Para nosotros, es una parábola sobre la misericordia de Dios, que se ofrece a todos, porque Dios es «todo misericordia». Es también una llamada para mostrar esa misma misericordia a los necesitados. Ojalá que todos nuestros hermanos y hermanas en este Continente, como el Buen Samaritano, vengan a ayudaros con aquel espíritu de fraternidad, solidaridad y respeto por la dignidad humana, que los ha distinguido a lo largo de la historia.

Queridos amigos, que Dios os bendiga a todos y, de modo especial, a vuestros hijos, a los ancianos y aquellos que sufren en el cuerpo y en el espíritu. Os abrazo a todos con afecto. Sobre vosotros y quienes os acompañan, invoco los dones divinos de fortaleza y paz.

Fuente Religión Digital

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Raúl Vera: “El dinero, cuanto más lo lavas, más te manchas la conciencia”

Domingo, 17 de abril de 2016
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raul-vera-lopezEl obispo de Saltillo subraya que la Iglesia no puede aceptar “dinero sucio” del narco

“Un sacerdote sabe lo que pueden dar sus fieles y detectar lo que pueden ser limosnas anormales”

“Ante esto, los sacerdotes tienen la obligación de decir: ‘esto no lo vamos a usar para nada’, porque ese dinero no podemos justificar de dónde viene”

 “El dinero no se debe lavar nunca, porque cuanto más lo lavas, más te manchas la conciencia”, ha afirmado Su Exc. Mons. José Raúl Vera López, OP. obispo de Saltillo (Coahuila, México), en el curso de la presentación de la Campaña de la recogida de fondos para el “Fondo Sacerdotal 2016”, un fondo para el sustento de los sacerdotes ancianos de la diócesis.

Mons. Vera ha añadido: “Un sacerdote sabe lo que pueden dar sus fieles y detectar lo que pueden ser limosnas anormales. Ante esto tienen la obligación de decir: ‘esto no lo vamos a usar para nada’, porque ese dinero no podemos justificar de dónde viene. Y si lo va a cambiar a un banco, le van a decir: esto no lo podemos recibir así”.

El obispo ha subrayado que la iglesia no puede aceptar “dinero sucio” proveniente de la criminalidad organizada, y si en Coahuila esto no ha sucedido, si que ha pasado en otros lugares de México.

Al finalizar un encuentro que tuvo con los medios de comunicación en el que se abordó la campaña de colecta para el Fondo Sacerdotal 2016 el Obispo recalcó que “el dinero nunca se lava, porque entre más los laves, más te ensucias la conciencia”.

Aunque los sacerdotes cuentan con la atención del Instituto Mexicano del Seguro Social en atención médica, se requiere realizar un fondo sacerdotal y la campaña inició el pasado 10 de abril y concluye el día 17.

El año pasado esta misma campaña alcanzó la cantidad económica aportada por los feligreses de 305 mil 193 pesos y para este 2016 se pretende doblar la cantidad de aportaciones, dijo el obispo de la Diócesis de Saltillo, fray Raúl Vera López.

Los sacerdotes ganan por lo regular tres salarios mínimos pero sin impuestos, porque la tarea es sin fines de lucro.

Se tiene un seguro sacerdotal por parte de Oseas para gastos médicos, pero los precios de medicamentos van en aumento.

 

Religión Digital/Agencias

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“El segundo destrozo de Europa”, por José María Castillo

Domingo, 17 de abril de 2016
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TOPSHOTS A young migrant's hair becomes stuck while crawling under a barbed fence with her family at the Hungarian-Serbian border near Roszke, on August 27, 2015. As Europe struggles with its worst migrant crisis since World War II, Hungary has become, like Italy and Greece, a "frontline" state. So far this year, police say around 141,500 migrants have been intercepted crossing into Hungary, mostly from neighbouring Serbia. AFP PHOTO / ATTILA KISBENEDEK De su blog Teología sin Censura:

No sé si todos somos conscientes de que, tal como se han puesto las cosas, tenemos motivos suficientes para afirmar que estamos viviendo el segundo destrozo de Europa. El primero se produjo con el trágico final de la segunda guerra mundial. El segundo, ahora; cuando aún no ha transcurrido un siglo de aquel primer desastre. La diferencia, entre un destrozo y otro está en que el de la segunda guerra mundial fue un destrozo material. El de ahora es el destrozo humano. El año 1945, la desolación se ponía de manifiesto en las ciudades destrozadas y los millones de víctimas de aquella violencia brutal. Ahora, la desolación la estamos viendo y viviendo cuando nos enteramos de que jamás hubo tantos multimillonarios más corruptos que nunca, al tiempo que jamás hubo tampoco, coincidiendo con la abundancia enloquecida de unos cuantos, la carencia de millones de criaturas que claman en nuestras fronteras cortantes, punzantes, humillantes, gentes que huyen de la muerte y sólo encuentran resistencia, rechazo y desesperación. Y todo esto, al tiempo que la convivencia entre nosotros, los ciudadanos de la culta y vieja Europa, resulta cada día más complicada, más problemática y con un futuro más incierto.

Y es que está visto que, con la política, la economía y el derecho que tenemos, no salimos del pozo en que nos vemos metidos. Nuestros conocimientos y nuestras instituciones no dan más de sí. Porque el problema no está en cambiar unos políticos por otros, ni unas instituciones por otras. El problema está en que cambiemos nosotros mismos. Es urgente modificar nuestras “convicciones”. Y esto es lo que me produce más miedo y más desorientación. Porque, en realidad, lo que se palpa es que cada cual da la impresión de estar más firmemente afianzado en aquello de lo que está convencido. Queremos que cambien los demás, pero nadie consiente poner en cuestión sus propios convencimientos.

Por lo menos, ¿no podríamos coincidir en que lo más urgente y lo que no puede esperar es que, en Europa o a las pertas de Europa, siga habiendo tantas familias destrozadas, tanta hambre, tanto abandono para los últimos, tanto sufrimiento que soportan gentes que han perdido la esperanza?

No me quita el sueño el futuro que nos espera en Europa. Lo que me angustia es el presente. El dolor, la desesperación que se ven obligados a soportar, tantas criaturas que no le ven futuro a sus vidas, al tiempo que quienes tenemos casa y comida andamos interesados con la pregunta de si el gobernante de turno será ahora el que a mí me gusta o el que le interesa al otro.

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La Iglesia uruguaya pide perdón y ofrece “compromiso” a las víctimas de abusos sexuales

Domingo, 17 de abril de 2016
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“Realmente es un dolor muy grande para la Iglesia y una vergüenza”

Los obispos prometen “tolerancia cero y procesar con el mayor rigor todas las denuncias”

La Iglesia Católica de Uruguay pidió “perdón” y ofreció “compromiso” a los menores víctimas de abusos sexuales por parte de “sacerdotes y consagrados” de esa confesión religiosa, tras recibir dos denuncias de casos en la Archidiócesis de Montevideo, informaron hoy fuentes eclesiásticas.

“Hemos querido hacer un comunicado pidiendo perdón a las víctimas y manifestando nuestro deseo de poder colaborar, acompañar y recibir todas las denuncias que se quieran hacer para poder sanar esto”, dijo el obispo Milton Tróccoli, portavoz de la Conferencia Episcopal Uruguay (CEU). “Realmente es un dolor muy grande para la Iglesia y una vergüenza que nos da que haya sucedido”, aseveró a continuación.

Así, en el comunicado al que hizo referencia el prelado, la Conferencia Espiscopal pide “perdón a las personas que han sufrido abusos por parte de algunos clérigos y religiosos” del país. “Sentimos dolor y vergüenza, ya que son actos de personas que prometieron servir a Dios y al prójimo y en cambio cometieron actos aberrantes, dice el escrito.

Hasta el momento, de las dos denuncias recibidas, una ya se encuentra procesada, mientras que se está investigando sobre la segunda, al tiempo que se habilitó un teléfono para que las víctimas de abusos sexuales por parte de religiosos puedan recibir apoyo desde la iglesia.

“Habrá expertos que recibirán esas llamadas y combinarán un encuentro personal con las víctimas o les indicarán un referente para poder dialogar y canalizar sus denuncias”, dijo Tróccoli.

Asimismo, la Iglesia seguirá aplicando el protocolo de acción frente a denuncias de abuso sexual, realizado “con la ayuda de profesionales expertos” hace cuatro años.

Tras el establecimiento del protocolo, un equipo de la Iglesia Católica chilena integrado por “sacerdotes, psicólogos y abogados” asesoró a las autoridades eclesiásticas en la materia, y el centro de prevención de abusos sexuales en Roma ofrece algunos cursos en línea.

De este modo, la Iglesia pretende trabajar en la prevención “con educadores de colegios y catequistas” para crear “ambientes seguros donde los chicos puedan estar bien, tranquilos y se respete su dignidad”, dijo Tróccoli.

El portavoz de la CEU expresó que la postura de la Iglesia uruguaya será la misma del papa Francisco de tolerancia cero y de procesar con el mayor rigor todas las denuncias.

El comunicado también “reafirma el valor de la consagración a Dios mediante el celibato, que la Iglesia mantiene como un modo especial de seguimiento de los discípulos de Jesús” y apela “a la ayuda de Dios y al apoyo de los hermanos” para superar el “desgaste y las fragilidades” de estas conductas humanas.

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Religión Digital/Agencias

Comunicado íntegro de los obispos uruguayos

Los obispos desde hace cuatro años hemos venido prestando especial atención a este tema. Primero elaboramos, con la ayuda de profesionales expertos, el Protocolo de acción frente a denuncias de abuso sexual a menores por parte de clérigos. El año pasado recibimos a los miembros del equipo de prevención de abusos de la Iglesia de Chile, que está integrado por sacerdotes, psicólogos y abogados, y estamos abocados a la creación de una comisión para la prevención de abusos en nuestra Iglesia.

A su vez, cada congregación religiosa e instituto de vida consagrada ha elaborado su propio protocolo para atender denuncias contra sus miembros.

Pedimos perdón a las personas que han sufrido abusos por parte de algunos clérigos y religiosos en nuestro país. Sentimos dolor y vergüenza ya que son personas que habiendo prometido servir a Dios y al prójimo, cometieron actos aberrantes.

Todos saben que, desgraciadamente, hechos como estos, se denuncian de unos años a esta parte en diversos países, y en todos los estratos de la sociedad. Pero de ningún modo se puede justificar que ocurran en la Iglesia. Hacemos nuestras las palabras que Benedicto XVI dirigió a los autores de hechos similares: “traicionaron la confianza depositada en ustedes por padres que les confiaron a sus hijos. Deben responder de ello ante Dios todopoderoso y ante los tribunales debidamente constituidos”.

Frente a las denuncias de casos de personas dañadas, reiteramos nuestra firme disposición a recibirlas, escucharlas y acompañarlas, investigando y procediendo con rigor de acuerdo al Protocolo antes mencionado. También manifestamos nuestra total disponibilidad para colaborar con la justicia.

Reconocemos al mismo tiempo la generosidad de la gran mayoría de sacerdotes y consagrados que a diario entregan su vida al servicio del prójimo. Reafirmamos el valor de la consagración a Dios mediante el celibato, que la Iglesia mantiene, como un modo especial de seguimiento de los discípulos de Jesús.

Nuestra diaria tarea nos pone en contacto con la fragilidad humana. Somos conscientes de las miserias propias y ajenas, y de la necesidad de la ayuda de Dios y el apoyo de los hermanos que nos sostengan. Así podremos superar desgaste y fragilidades. La fidelidad del cristiano, en cualquier opción de vida, es un don y también una responsabilidad.

Nos comprometemos a seguir examinando con cuidado las motivaciones y aptitudes de los futuros sacerdotes, y también en la adecuada formación para la prevención de quienes colaboran en las comunidades, instituciones u obras sociales eclesiales.

Los obispos de la Conferencia Episcopal del Uruguay

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