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Archivo para Domingo, 29 de noviembre de 2015

Sea sólo Adviento

Domingo, 29 de noviembre de 2015
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flores

Adviento,
otra vez Adviento,
sea siempre Adviento,
sea sólo Adviento
el Tiempo. 

*

Pedro Casaldáliga
El Tiempo y la Espera. Sal Terrae, 1986

***

Pregón de Adviento

Os anuncio que comienza Adviento.
Alzad la vista,
Restregaos los ojos,
Otead el horizonte,
Daos cuenta del momento.
Aguzad el oído.
Captad los gritos y susurros,
El viento,
La vida…

Estad alerta y escuchad.
Lleno de esperanza grita Isaías:
“Caminemos a la luz del Señor”.
Con esperanza pregona Juan Bautista:
“Convertíos, porque ya llega el reino de Dios”.
Con la esperanza de todos los pobres de Israel,
De todos los pobres del mundo,
Susurra María su palabra de acogida:
“Hágase en mí según tu palabra”.

Alegraos,
Saltad de júbilo.
Poneos vuestro mejor traje.
Perfumaos con perfumes caros.
¡Que se note!
Viene Dios.
Avivad alegría, paz y esperanza.
Preparad el camino.
Ya llega nuestro Salvador.
Viene Dios…
Y está a la puerta.
¡Despertad a la vida!

*

F. Ulibarri

***

 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

“Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues los astros se tambalearán.

Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y majestad.

Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación.

Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra.

Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir y manteneros en pie ante el Hijo del hombre.”

*

Lucas 21, 25-28. 34-36

***

"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad , ,

“Estad siempre despiertos”. 1 Adviento – C (Lucas 21,25-28.34-36)

Domingo, 29 de noviembre de 2015
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01_adviento_CLos discursos apocalípticos recogidos en los evangelios reflejan los miedos y la incertidumbre de aquellas primeras comunidades cristianas, frágiles y vulnerables, que vivían en medio del vasto Imperio romano, entre conflictos y persecuciones, con un futuro incierto, sin saber cuándo llegaría Jesús, su amado Señor.

También las exhortaciones de esos discursos representan, en buena parte, las exhortaciones que se hacían unos a otros, aquellos cristianos, recordando el mensaje de Jesús. Esa llamada a vivir despiertos cuidando la oración y la confianza es un rasgo original y característico de su Evangelio y de su oración.

Por eso, las palabras que escuchamos hoy, después de muchos siglos, no están dirigidas a otros destinatarios. Son llamadas que hemos de escuchar los que vivimos ahora en la Iglesia de Jesús, en medio de las dificultades e incertidumbres de estos tiempos.

La Iglesia actual marcha a veces como una anciana «encorvada» por el peso de los siglos, las luchas y trabajos del pasado. «Con la cabeza baja», consciente de sus errores y pecados, sin poder mostrar con orgullo la gloria y el poder de otros tiempos.

Es el momento de escuchar la llamada que Jesús nos hace a todos.

«Levantaos», animaos unos a otros. «Alzad la cabeza» con confianza. No miréis al futuro solo desde vuestros cálculos y previsiones. «Se acerca vuestra liberación». Un día ya no viviréis encorvados, oprimidos ni tentados por el desaliento. Jesucristo es vuestro Liberador.

Pero hay maneras de vivir que impiden a muchos caminar con la cabeza levantada confiando en esa liberación definitiva. Por eso, «tened cuidado de que no se os embote la mente». No os acostumbréis a vivir con un corazón insensible y endurecido, buscando llenar vuestra vida de bienestar y placer, de espaldas al Padre del Cielo y a sus hijos que sufren en la tierra. Ese estilo de vida os hará cada vez menos humanos.

«Estad siempre despiertos». Despertad la fe en vuestras comunidades. Estad más atentos a mi Evangelio. Cuidad mejor mi presencia en medio de vosotros. No seáis comunidades dormidas. Vivid «pidiendo fuerza». ¿Cómo seguiremos los pasos de Jesús si el Padre no nos sostiene? ¿Cómo podremos «mantenernos en pie ante el Hijo del Hombre»?

José Antonio Pagola

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“Se acerca vuestra liberación”. Domingo 29 de noviembre de 2015. Primer Domingo de Adviento (Comienza el ciclo C)

Domingo, 29 de noviembre de 2015
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01-advientoC1Leído en Koinonia:

Jeremías 33, 14-16. Suscitaré a David un vástago legítimo.
Salmo responsorial: 24, 4bc-5ab. 8-9. 10 y 14: A ti, Señor, levanto mi alma.
1Tesalonicenses 3, 12-4, 2: Que el Señor os fortalezca internamente, para cuando Jesús vuelva.
Lucas 21, 25-28. 34-36: Se acerca vuestra liberación.

Este primer domingo de adviento sirve de puente entre el tiempo ordinario y el tiempo de adviento. El tiempo ordinario termina reflexionando sobre la segunda venida de Jesús, sobre los acontecimientos del fin de los tiempos. En esta medida el primer domingo del adviento se inaugura con el tema del final de los tiempos, y nos va a introducir en el tiempo de la espera y de la esperanza, el tiempo de adviento.

La lectura del libro de Jeremías nos sitúa en el tiempo inmediatamente posterior a la destrucción de Jerusalén en el año 587 a.C. El pueblo está desolado y empieza a tomar conciencia de su situación. Jeremías dirige su palabra profética a su pueblo para decirle que Dios no los ha abandonado, que hará regresar a los cautivos y los perdonará, se construirán de nuevo las ciudades, los campos volverán a granar y los ganados a pastar. Es esos días el Señor hará brotar en rey justo, no como los reyes que los llevaron al destierro, el cual será llamado «Dios es nuestra justicia». Vendrá un rey justo a restaurar al pueblo de Israel.

El salmo responsorial expresará que esa esperanza que leemos en la primera lectura, no quedará defraudada, pues quien espera y quien es fiel al Señor no queda defraudado. Yahvé siempre lleva al cumplimiento su palabra. Por esta razón el salmo enfatiza la idea de Jeremías, el rey de justicia que esperamos sí llegará. Ese rey esperado es para nosotros los cristianos, Jesús el señor.

El Segundo Testamento a partir de la novedad de Jesús nos introducirá en otro tipo de espera y esperanza. Supone claramente que el rey esperado del Primer Testamento es Jesús, pero abre la puerta a una espera en el esperado, hacia el final de los tiempos. Jesús vino en humildad, como el campesino de Nazaret que fue obediente al Padre, y que por esa obediencia fue muerto y resucitado. Pero al final de los tiempos, él regresará a manifestar su gloria. Por eso en la carta de los Tesalonicenses, Pablo exhorta a la comunidad a mantenerse fieles a Jesús y prepararse para esa segunda venida. El evangelio de Lucas describe de manera metafórica, los acontecimientos que precederían a esa segunda venida de Jesús. Por este acontecimiento final es que Lucas invita a los hermanos y hermanas a mantenerse fieles y vigilantes para mantenerse en pie (fieles) ante el Hijo del Hombre.

El texto del evangelio de hoy es un texto difícil: la liberación llega. En los versículos anteriores Lucas nos hablaba del asedio a Jerusalén (21,20-23). Ahora, alude a la segunda venida de Jesús: es decir a lo que llamamos la parusía. El discurso de Jesús es apocalíptico y adaptado a la cultura de su tiempo (apocalipsis no significa catástrofe, como tendemos a pensar, sino revelación), y nosotros tenemos que releer esas señales del mundo natural en el mundo de la historia, que es el lugar en que el Espíritu se manifiesta. La segunda venida del Señor revelará la historia a sí misma. La verdad que estaba oculta aparecerá a plena luz. Todos llegaremos a conocernos mejor (1Cor 13,12b).

En nosotros existe la angustia, el miedo y el espanto, no causados por “las señales en el sol, la luna y las estrellas”. Nuestras angustias e inseguridades están causadas más bien por las crisis económicas, por los conflictos sociales, por el abuso del poder, por la falta de pan y trabajo, por la frustración… de tantas estructuras injustas, que solo podrán ser removidas por el paso -del amor de Dios y su justicia- en el corazón del ser humano.

El mensaje de Jesús no nos evita los problemas y la inseguridad, pero nos enseña cómo afrontarlos. El discípulo de Jesús tiene las mismas causas de angustia que el no creyente; pero ser cristiano consiste en una actitud y en una reacción diferente: lo propio de la esperanza que mantiene nuestra fe en las promesas del Dios liberador y que nos permite descubrir el paso de ese Dios en el drama de la historia. La actitud de vigilancia a que nos lleva el adviento es estar alerta a descubrir el “Cristo que viene” en las situaciones actuales, y a afrontarlas como proceso necesario de una liberación total que pasa por la cruz.

Por eso el Evangelio nos llama a “estar alerta”, a tener el corazón libre de los vicios y de los ídolos de la vida (la conversión), para hacernos dóciles al Espíritu de Cristo que habita las situaciones que vivimos en nuestro entorno. Nos llama a “estar despiertos y orando”, porque este Espíritu se descubre con una Esperanza viva, punto de encuentro entre las promesas de la fe y los signos precarios que hoy envuelven esas promesas. La esperanza es una memoria que tiende a olvidarse, se nutre con la oración, nos adhiere a las promesas de la fe y nos inspira, cada día, la búsqueda de sus huellas en las señales del tiempo. La Esperanza cristiana se hace por nuestra entrega a trabajar para que las promesas se verifiquen en nuestras vidas.

El adviento es tiempo de preparación de espera. Jesús cumplió las promesas del Antiguo Testamento con su vida y predicación. No esperamos su nuevo nacimiento. Esperamos que él vuelva a juzgar la creación. Es ese momento el que esperamos, y para ese momento en que creemos que la justicia, que la igualdad, que la solidaridad se impondrán.

El evangelio de este domingo no está dramatizado en la serie radiofónica «Un tal Jesús».

La serie «Otro Dios es posible» contiene dos «entrevistas a Jesús de Nazaret, en su segunda venida a la Tierra», en las que comenta estas páginas apocalípticas de los evangelios: las entrevistas nº 88 y 89. Se puede escuchar o recoger el audio, leer o recoger el guión y unos sustanciosos comentarios complementarios en radialistas.net [http://radialistas.net/category/otro-dios-es-posible/?page=6]

Para la revisión de vida

Dos esperas han marcado la historia de nuestra fe desde nuestro padre Abraham hasta nuestros días. La primera espera, la espera del AT, es la espera del Mesías, del rey que restauraría el esplendor del pueblo de Israel, una vez destruido por Asiria y Babilonia. Para que este Mesías apareciera era necesario una vida transparente, el cumplimiento de la alianza del pueblo con Yahvé, fidelidad a Dios, en último término. Esa espera llegó a su cumplimiento en Jesús de Nazaret.

La segunda espera, la espera del NT, es la espera de la parusía, del retorno del señor en gloria para reinar sobre su pueblo, cuando el sea todo en todos y en todo. Esta Parusía esta asociada a la idea del juicio universal de las naciones: El Señor vendrá a juzgar. Esa escatología inminente fue lo que en la Iglesia primitiva dio pie para enfatizar en la preparación moral para ese momento.

Nosotros hoy continuamos expectantes esperanzados esperando la Parusía. Seguimos de camino. Preguntémoslos:

En las situaciones de muerte que vive el mundo (guerras, epidemias, hambre, injusticia, crisis económica que descarga su crueldad sobre quienes no provocaron la crisis) ¿nos preguntamos por el sentido de la vida y de nuestra existencia?

¿Qué interpretación hacemos de estas tragedias como signos apocalípticos o como situaciones de injusticia que merecen ser rechazadas?
En mi vida personal, en medio de la situación de crisis del mundo actual, ¿cuál es el ideal que me anima a continuar luchando hacia el futuro?

Para la reunión de grupo

– ¿Qué signos de esperanza y de desesperanza da esta sociedad actual “realista”, sin utopías, desencantada, anestesiada por la proclamación del “final de la historia”…?

– Se dice que, “con la caída del muro de Berlín, lo que se produjo en la sociedad fue el abandono de la concepción utópico-histórica de la política”; en la sociedad post-moderna ya no se toma la historia como un camino hacia la «transformación de la sociedad», ya no hay lugar para los mesianismos ni para las utopías… La sociedad se hizo “pragmática”, “realista”. La mística utópica y la esperanza apasionada de una renovación del mundo parecen cosas de otros tiempos… ¿Qué papel tendríamos los cristianos en esta época sin esperanzas mesiánicas ni liberadoras? ¿Qué sería la esperanza en un contexto sociocultural como éste? ¿Somos testigos de esperanza?

– Qué pueden significar los signos apocalípticos que utiliza el evangelio (señales en el sol, la luna y los astros, rugido del mar, amenaza de la llegada imprevista…)

– ¿En qué sentido el fin del mundo (y/o de nuestra propia vida) es la “venida del Señor Jesús”?

Para la oración de los fieles

– Para que las comunidades cristianas vivan intensamente el adviento como preparación a la navidad y como tiempo dedicado más intensamente a alimentar la esperanza del mundo y la propia nuestra, roguemos al Señor….

– Por todos los que lloran y se desesperan ante la muerte, para que encuentren sus vidas el coraje de la esperanza…

– Por todas las personas que por edad, enfermedad o cualquier otra circunstancia sienten la proximidad de su final; para que comprendan esa situación como una gracia, un don, una oportunidad para alcanzar la plenitud de sus vidas…

– Por todas las otras personas, especialmente jóvenes, que viven de espaldas a la realidad de la muerte y de la finitud de nuestras vidas; para que abandonen toda enajenación y vivan todos los días conscientes de las dimensiones reales de la vida humana…

– Por la esperanza de los pobres, los dos tercios del mundo, los mil millones de personas que viven con un dólar diario, los 2.600 millones de personas (el 40% de la humanidad) sin empleo (datos del Informe del PNUD 2007-2008, cap. 1); el 20% más pobre de la población mundial recibe el 1’4% del producto mundial; para que por nuestro compromiso decidido por la transformación del mundo seamos adviento, esperanza, buena noticia para estos hermanos y hermanas nuestros…

– Para que los teólogos cristianos reelaboren y reformulen las verdades eternas y la fe en el más allá de la muerte con un lenguaje más adecuado al hombre y la mujer de hoy…

Oración comunitaria

Oh Dios, Madre y Padre, Fuerza y Origen, Fundamento misterioso del Ser, que llamas a la existencia y siembras los impulsos y los brotes, e suscitas siempre la creatividad gratuita. Al comenzar este nuevo Adviento acoge nuestras limitaciones y temores, y libera toda tu energía en nosotros, para que renazcamos a una esperanza nueva. Tú que vives y haces vivir, por los siglos de los siglos. Amén.

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Dom 29.11.15 . Ante el gran terror, alzad vuestra cabeza (Dom 1 Adviento)

Domingo, 29 de noviembre de 2015
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imagesDel blog de Xabier Pikaza:

Lucas 21, 25-28. 34-36. Adviento es advenimiento del Hombre: Como Rayo de esperanza en un mundo que parece irremisiblemente condenado, viene Dios, el hombre nuevo

Así dice el evangelio: En estos tiempos malos (los que ahora están aconteciendo), los creyentes “verán al Hijo del hombre que viene en la nube”, esto es, que “sale” de la nube de la historia, para iluminar la oscuridad de nuestro tiempo.

El mismo evangelio añade: “cuando empiecen a suceder estas cosas (los males del fin de los tiempos), levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación”.

Ésta es la palabra clave: Levantad la cabeza pues nace (nacerá) el Hombre (varón y/o mujer), el Hijo de Dios. Nadie ni nada podrá impedir su llegada.

Esta palabra proclama nuestra esperanza de Adviento: Nacerá el “ser humano”, que es principio y camino de vida, al margen de esta sociedad dominadora, no para destruirla, sino para cambiarla por dentro, ofreciendo esperanza de vida.

Por eso, en medio de grandes desastres, bajo la amenaza de bombas turcas o rusas, de ISIS o Francia (¡todas tan iguales, tan distintas!) podemos levantar nuestras cabezas, porque Dios quiere nacer como Emmanuel entre/con nosotros” (cf. Is 7, 14)…

Texto. Lucas 21, 25-28. 34-36

1. En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje. 2. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues los astros se tambalearán.

2. Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y majestad.

3. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación.

4. Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra.

5. Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir y manteneros en pie ante el Hijo del hombre.”

Introducción:

Éste es un texto de larguísima historia en la esperanza de la humanidad, en las profecías de Israel, en el mensaje de Jesús y, de un modo más preciso, en la historia de la Iglesia primitiva.

— Un texto antiguo, pero extrañamente actual: Como si lo hubiéramos escrito hace unas horas, conmocionados por los asesinatos de ISIS en París, que han despertado todos nuestros miedos… Conmocionados porque sabemos que estamos envenenando el agua limpia de la tierra y el aire del cielo…, lo sabemos y no podemos volvernos atrás, porque queremos seguir manchando todo, para ganar más y más, por ganar todo…

(a) Hay rasgos de miedo universal (¡todos los pueblos han sufrido terrores ante el cosmos!), vinculados a la experiencia y esperanza de los profetas de Israel y de los apocalípticos judíos.

Éste es un texto mundial de miedo y de esperanza, muy apto para nuestro tiempo, cargado también de miedos sociales, económicos, humanos. ¿Podremos escuchar en medio de ellos la voz que dice: Levantad vuestra cabeza…?

(b) Este pasaje recoge la experiencia de Jesús y de las primeras comunidades cristianas, especialmente aquella que se ha expresado en el evangelio de Mc 13 (capítulo del que Lucas toma los temas principales de su texto). Sus palabras nos sitúan en la raíz de la esperanza del principio del cristianismo.

(c) El texto proviene de la comunidad de Lucas, con la propia inspiración del evangelista. Para entenderlo bien hay que leerlo y comprenderlo desde el conjunto del Evangelio de Lucas, a cabello entre el judaísmo y la cultura griega, en un momento de cambios muy fuertes, de tipo social y cultural.

(d) El texto ha sido recortado y pegado por la liturgia católica, que toma unos pasajes y deja otros (de Lc 21, 25-36) para recomponerlos de un modo convencional, creando un collage apropiado para el comienzo del adviento católico, pasandol del fin de la historia a su comienzo, iniciando el Adviento.

(e) Éste debe ser un texto mío, un texto nuestro… Cada uno de nosotros debemos elaborarlo, situándolo dentro de nuestras esperanzas, miedos y alegrías. No puedo recoger esa historia, me limito a comentar del modo más sencillo las palabras del texto actual, conforme a mi visión particular, de creyente y lector de la Biblia, que quiero compartir con vosotros.

Primera escena: Un contexto de miedo

a. Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas;
b. y en la tierra la angustia se apoderará de los pueblos,
c. asustados por el estruendo del mar y de sus olas

Dividimos el texto en tres partes que leemos desde los extremos, pasando del a y del c al b, como ahora diremos.

(a) Nos hallamos ante un desquiciamiento cósmico, que se expresa en la tríada celeste cósmica: cielo, tierra, mar. En el cielo están los grandes (sol, luna, estrellas) que empiezan a dar señales falsas, ya no alumbra; lo que era principio de estabilidad suprema aparece como expresión de locura.

(c) Por su parte, el mar destruye sus “amarras”, se elevan las olas y tienden a inundar toda la tierra. Según Gen 1, Dios había construido el mundo “domando” los mares, colocando las aguas en sus límites y cauces, permitiendo que surgiera la tierra.

— Ahora se rompen los límites: sube el agua de los mares en una especie de diluvio invertido, un inmenso tsunami que llega a cubrir los montes más altos, rompiendo todos los límites.

— Ahora esos límites los estamos rompiendo nosotros, creando un tsunami mucho más violento, la polución del agua de las fuentes y los mares, un calentamiento atmosférico que nos puede llevar a la muerte (muerte a la que estamos llamando nosotros, como nos ha dicho el Papa Francisco).

(b) En medio queda la angustia: los hombres parecen estar hechos de un miedo que se va extendiendo como cáncer, y les va dominando desde fuera (y desde dentro) , como un sida que les inunda desde el cielo loco, desde el mar desmadrado.

Segunda escena. Superar el miedo: llega el Hombre

(a) Los hombres se morirán de miedo, al ver esa conmoción del universo;
(b) pues las potencias del cielo quedarán violentamente sacudidas
(c) Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube con gran poder y gloria.

Dividimos también el texto en tres partes, que ahora leemos seguidas, destacando aquellos rasgos que pueden resultar más significativos en nuestro tiempo.

(a) Vuelve el miedo, un miedo de muerte, terror apocalíptico ante la conmoción del cosmos, la gran sacudida de las “potencias” del cielo. Morir es aquí “salir de sí”, perder la “psyche”, el alma, el aliento. De pronto, al descubrir la fragilidad de los elementos, los hombres pierden el alma, el valor, las ganas de la vida.

(b) Esta muerte por terror (¡puro terror cósmico, más que guerra y peste, más que sida…!) tiene un fundamento: La sacudida de las “potencias”, que en griego se llaman “dynameis”, principios rectores del cosmos, los ángeles astrales, leyes matemáticas que rigen el movimiento de los astros… todo.

Pues bien, ese mundo superior de equilibrio en el que estamos sustentados se sacuda y quiebra y las potencias del mal las hemos creado nosotros, son nuestra sombra destructora, como cáncer que los aniquila todo.

Crecen las grietas del gran cosmos, morimos de miedo, de miedo a nuestro propio satán, que somos nosotros mismos. Ésta es la más horrorosa de todas las muertes de la humanidad: morir de miedo al descubrir nuestra nada, la nada del cosmos, como sombra de nuestra propia maldad.

(c) Entonces “verán al Hijo del Hombre…”. No se dice que verán a Dios, ni siquiera al Cristo, ni a los ángeles del cielo: Verán al Hijo del Hombre, es decir, a la humanidad verdadera (que para los cristianos está centrada en Cristo).
Cristo aparece así como arco iris tras la tormenta del diluvio (Gen 9, 13-16), arco iris, el signo de la paz de Dios, del amor de Dios, Puede morir todo, pero el hombre no acabará… Cielo y tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán… (Lc 21, 33). Pues bien, las palabras de Dios se concretan en el Hombre que viene, la nueva humanidad, que nace de arriba, del trono de Dios, con poder y gloria… Éste es el misterio del nacimiento.

Tercera escena. Levantad la cabeza

(a) Cuando empiecen a suceder estas cosas,
(b) cobrad ánimo y levantad la cabeza,
(c) porque se acerca vuestra liberación

He dividido también esta estrofa en tres versos sencillos, que comentaré de un modo más breve. Ellos marcan el centro del pasaje, en forma de “llamada.

(a) Estas cosas han empezado a suceder… Los hombres y mujeres vivimos en medio del gran miedo. En la antigüedad era miedo de tipo cósmico, miedo al destino.
— En el comienzo de la Edad Moderna ha sido miedo a la destrucción social, a la peste, a la locura colectiva de las grandes violencias armadas, a las inquisiciones y autoridades perversas.
— Ahora, en estos últimos años, es miedo a la bomba y al sida, y, todavía más, es miedo al gran derrumbamiento económico, que puede llevarnos no sólo a la falta de trabajo, sino a la falta de comida…
— Es, más y más, miedo a la bomba de ISIS, que ha sacudido las calles de París y puede sacudir las nuestras, porque el ISIS lo llevamos dentro, aunque digamos que estamos limpios y los malos son los de fuera. Es miedo al terrorismo sin alma, miedo, miedo, miedo.
–Es más todavía miedo miedo a la destrucción del cosmos que no viene de fuera, sino de nosotros mismos, que estamos envenenando el agua y el aire, como nos decía Francisco en Laudati Sí.

(b) Pues bien, desde el fondo de un terror que parece aumentar, se nos dice que recobremos el ánimo, que no dejemos que se nos vaya o pierda el “alma”, que no nos abajemos y arrastremos. El hombre (hombre-mujer) es un ser que eleva la cabeza y vive de esperanza. Esto es lo que nos dice el texto, que elevemos los ojos y queramos vivir… Se trata de iniciar una vez más el camino de la esperanza, sabiendo lo que somos, reconociendo nuestra limitación, pero sin dejarnos dominar por ella. Vivir “a cuerpo”, es decir, en humanidad, sin llenarnos de puras pastillas, sin andar de mano en mano, de psiquiatra en psiquiatra… Creer en Dios significa elevar la cabeza.

c) Porque se acerca la liberación… Antes se decía que se acerca el “Hijo del Hombre”… Ahora se dice que se acerca la liberación, la “apolytrôsis”: una liberación que se nos ofrece como regalo de Dios (¡don de la vida!), pero que, al mismo tiempo, es regalo de nuestros amigos, es trasformación social (¡justicia!), es plenitud interna… No tener miedo, vivir en el gozo de sabernos Hijos de Dios, llamados a la vida, al nacimiento. Se acerca… ésta es la palabra. Se acerca y nos acercamos.

Cuarta escena: Parénesis o advertencia

(a) Procurad que vuestros corazones no se emboten
por el exceso de comida, la embriaguez y las preocupaciones de la vida,
(b) porque entonces ese día caerá de improviso sobre vosotros.
(c) Ese día será como una trampa en la que caerán atrapados todos los habitantes de la tierra.

He dividido también esta escena en tr3s partes, aunque la primera (a) podría dividirse a su vez en otras dos. Después de la gran esperanza de las estrofas anteriores (segunda y tercera) viene esta estrofa sobria, de advertencia.

(a) Que vuestros corazones no se “emboten” (no se hagan pesados, no se cierren). El tema es el corazón más que la cabeza: Mantener el corazón abierto, tenso hacia la vida, fresco al amor, dispuesto a la ternura. Éste es el lugar del adviento, el principio de la vida, el signo de Dios: ¡Mantener los corazones limpios, capaces de sentir, de mirar de esperar¡ Vivir en dimensión de corazón. Los corazones se embotan por tres cosas, que han de tomarse de un modo simbólico.

(1) La comida: querer tenerlo todo, devorarlo todo, a cosa de los demás, mientras sigue extendiéndose el hambre sobre el mundo.

(2) La embriaguez: perder la conciencia en el vino o la droga y, sobre todo, en el frenesí de una vida hecha de olvidos; vivimos de medicinas y drogas, de excitaciones rápidas, como si quisiéramos huir de nosotros mismos.

(3) Las preocupaciones de la vida…: el deseo de tener, la búsqueda de seguridad absoluta… El mundo se nos ha hecho un gran mercado y querernos atesorarlo todo, para que nada pueda sorprendernos…

(b) Pero llegara “ese día”… el día de la plena transparencia, el día del hombres verdadero. Vendrá ese día y corremos el riesgo de no saber acogerlo: estamos perdidos y cuando llegue el momento no sabemos acogerlo. Corremos el peligro de quedar en los elementos externos del miedo, sin “ver al hombre” que viene. Así sucedió en Belén: vino Jesús y sólo unos pastores, fuera del orden social dominante, lograron verle y recibirle. Nosotros, hombres y mujeres del gran mundo occidental: ¿podremos acoger al Hombre que viene? Quizá no. Pero habrá otros, en el margen de nuestro mundo, que sabrán acogerlo, para dejar así que Dios construya (que ellos construyan con Dios) la nueva humanidad.

(c) Porque ese día será como una trampa… Ésta no es la trampa que pone Dios, sino la que nos ponemos nosotros mismos. Nuestros abuelos ponían trampas a los animales del bosque. Los grandes jefes actuales ponen trampas por doquier, bombas y sensores para dominar al mundo de la humanidad. No se dan cuenta (¡no nos damos cuenta!) de que se ponen trampas a sí mismos… Vivimos inmersos en una gran trampa. Por eso nos dice el evangelio: ¡tened cuidado, no se emboten vuestros corazones!

Quinta escena: Conclusión. Estad en vela

(a) Velad, pues, y orad en todo tiempo,
(b) para que os libréis de todo lo que ha de venir
(c) y podáis presentaros sin temor ante el Hijo del hombre.

El tema concluye de forma solemne y sencilla, invitando a vivir en “vela”, es decir, a mantener la humanidad. Antes he dicho que se trata de “vivir a cuerpo”, de un modo directo, sin armaduras de miedo y engaño. Ahora podría decir: ¡Vivid a corazón abierto” (¡que vuestros corazones no se emboten…!

(a) Vivir a corazón abierto es “velad”, mantener el corazón en vela de amor con todos y la mente en diálogo de verdad con el Dios de la vida… Velad significa simplemente ser personas, en esperanza, en confianza, por encima de los miedos cósmicos y las violencias sociales.

(b) Sólo así podremos “liberarnos” de los terrores que vienen. Ciertamente, hay terrores y violencias; no hace falta recordarlos, los terrores de fuera (las bombas, las luchas sociales…), los terrores de dentro (la angustia y locura, la falta de amor…). Hay terrores, pero podemos liberarnos de ellos viviendo en vela de amor, en acogida gozosa y confiada de la vida.

(c) Sabiendo que lo que viene (¡el que viene!) es el verdadero ser humano. Por ahora no sabemos cómo vendrá, pero sabemos que será hombre de amor. Será el Jesús de la Navidad (el niño para ser amado); será la Novia del Apocalipsis, será el Novio Cordero del mismo Apocalipsis… Pero dejemos el tema así. Ya es suficiente, en este primer domingo del Adviento.

Conclusión: Dios a la vista, hombre a la vista…

La llegada de Dios se identifica con la llegada del “hombre”, es decir, de la nueva humanidad. Preparar la llegada del hombre nuevo, eso es Adviento.

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Justicia, paz y liberación. Domingo 1 de Adviento. Ciclo C

Domingo, 29 de noviembre de 2015
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jesus_les_envoieDel blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

Comenzamos un nuevo año litúrgico, preparándonos, como siempre, para celebrar la Navidad. La primera lectura promete la venida de un descendiente de David que reinará practicando el derecho y la justicia y traerá para Judá una época de paz y seguridad. El evangelio anuncia la vuelta de Jesús con pleno poder y gloria, el momento de nuestra liberación. ¿Cómo se explica la unión de estas dos venidas tan distintas? Lo intentaré con la siguiente historia.

La esposa del astronauta y la Iglesia

            Un día la NASA decidió una misión espacial fuera de los límites de nuestro sistema solar. Una empresa arriesgada y larga que encomendaron al comandante más experimentado que poseía. Cuando se despidió de su mujer y sus hijos, la familia pasó horas ante el televisor viendo como la nave se alejaba de la tierra.

            Los niños, pequeños todos ellos, preguntaban continuamente: “¿Cuándo vuelve papá?” Y la madre les respondía: “Vuelve pronto, no os preocupéis”. Al cabo de unos meses, cansada de escuchar siempre la misma pregunta, decidió organizar una fiesta para celebrar la vuelta de papá. Fue la fiesta más grande que los niños recordaban. Tanto que la repitieron con frecuencia. La llamaban “la fiesta de la vuelta de papá”. Pero la inconsciencia de los niños creaba una sensación de angustia en la madre. ¿Cuándo volvería su marido? ¿El mes próximo? ¿Dentro de un año? “La fiesta de papá”, que podía celebrarse en cualquier día del mes y en cualquier mes del año, se le convirtió en una tortura. Hasta que se le ocurrió una idea: “En vez de celebrar la vuelta de papá ‒dijo a los niños‒ vamos a celebrar su cumpleaños. Sabéis perfectamente qué día nació, así que no me preguntéis más cuándo vamos a celebrar su fiesta.

            A la iglesia le ocurrió algo parecido. Al principio hablaba era de la pronta vuelta de Jesús, la que menciona el evangelio de este domingo. Pero esa esperanza no se cumplía, y la iglesia pasó de celebrar su última venida a celebrar la primera, el nacimiento. Sin embargo, no ha querido olvidar la estrecha relación entre ambas venidas, y así se explica que encontremos textos tan distintos.

Justicia, paz y seguridad: Jeremías 33, 14-16

Mirad que días vienen ‒oráculo de Yahveh‒ en que confirmaré la buena palabra que dije a la casa de Israel y a la casa de Judá. En aquellos días y en aquella sazón haré brotar para David un Germen justo, y practicará el derecho y la justicia en la tierra. En aquellos días estará a salvo Judá, y Jerusalén vivirá en seguro. Y así se la llamará: “Yahveh, justicia nuestra.”

Se discute cuando fue pronunciada esta promesa. Caben dos hipótesis:

  1. a) La formuló Jeremías, criticando al último rey de Judá, Sedecías, que propiamente se llamaba Matanías. Cuando el rey babilonio Nabucodonosor conquistó Jerusalén y deportó al monarca vigente (año 598 a.C.), lo nombró rey cambiándole el nombre por el de Sedecías, que significa ”Yahvé es mi justicia”. Jeremías anuncia un rey futuro que tendrá por nombre “Yahvé es nuestra justicia”. Un monarca cuyo mismo nombre expresa la estrecha relación de Dios con todo el pueblo, y que salvará a Judá y Jerusalén mediante un gobierno justo.
  2. b) La formuló un profeta posterior, durante el destierro de Babilonia o incluso algún siglo más tarde. Judá lleva un largo período sin rey. La promesa hecha por Dios a David de que siempre tendría un heredero en el trono, parece no cumplirse. En este contexto, el profeta anuncia que esa promesa se cumplirá, y que el futuro monarca descendiente de David será un rey maravilloso para el pueblo.

En cualquiera de las dos hipótesis, lo fundamental es la idea de un monarca que procura el bienestar del pueblo. El Mesías esperado no se desentiende de los graves problemas políticos y sociales de Israel y de toda la humanidad.

El amor como preparación a la Navidad: 1 Tesalonicenses 3, 12- 4,2

Lectura brevísima, pero muy importante: indica con qué espíritu debemos vivir siempre la vida cristiana, en especial estas semanas del Adviento.

En cuanto a vosotros, que el Señor os haga progresar y sobreabundar en el amor de unos con otros, y en el amor para con todos, como es nuestro amor para con vosotros. Sabéis, en efecto las instrucciones que os dimos de parte del Señor Jesús.

Esperar y preparar nuestra liberación: Lucas 21, 25-28. 34-36.

Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, angustias de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y de las olas, muriéndose los hombres de terror y de ansiedad por las cosas que vendrán sobre el mundo; porque las fuerzas de los cielos serán sacudidas. Y entonces verán venir al Hijo del hombre en una nube con gran poder y gloria. Cuando empiecen a suceder estas cosas, cobrad ánimo y levantad la cabeza porque se acerca vuestra liberación.

El evangelio comienza con las señales típicas de la literatura apocalíptica a propósito del fin del mundo (portentos en el sol, la luna y las estrellas) que provocan en las gentes angustia, terror y ansiedad. Pero el evangelio sustituye el fin del mundo con algo muy distinto: la venida de Jesús con gran poder y gloria; y esto no debe suscitar en nosotros una reacción de miedo, sino todo lo contrario: “cobrad ánimo y levantad la cabeza porque se acerca vuestra liberación”.

A continuación nos dice el evangelio cómo debemos esperar esta venida de Jesús. Negativamente, no permitiendo que nos dominen el libertinaje, la embriaguez y las preocupaciones de la vida. Positivamente, con una actitud de vigilancia y oración.

Guardaos de que no se hagan pesados vuestros corazones por el libertinaje, por la embriaguez y por la preocupaciones de la vida, y venga aquel Día de improvisto sobre vosotros, como un lazo; porque vendrá sobre todos los que habitan toda la faz de la tierra. Estad en vela, pues, orando en todo tiempo para que tengáis fuerza y escapéis a todo lo que está para venir, y podáis estar en pie delante del Hijo del hombre.

Cena de Gala de Fin de Año

            Camino de la Universidad de Sevilla para un congreso sobre “Adivinación y profecía en el Antiguo Oriente”, pasé por delante del Hotel Alfonso XIII. Me detuve a leer el anuncio de las fiestas que anunciaban para Navidad. Y me llamó la atención el precio de la Cena de Fin de Año: 365€ por persona. Un matrimonio gastará en pocas horas la mitad de lo que ganan la mayoría de los españoles en un mes. Me recordó lo que dice el evangelio de la embriaguez y el libertinaje.

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Pista para este adviento 2015

Domingo, 29 de noviembre de 2015
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AdvientoporlaPazNo puede ser otra nuestra propuesta de este año. Tres únicas letras que gritan casi dolorosamente: ¡PAZ!

Nuestra pista para vivir este adviento es hacerlo en clave de paz, preparándonos para abrir nuestro corazón a Cristo, el generador, el germinador de Paz.

Cristo nació en un tiempo de paz impuesta, pero toda su vida fue un anuncio del camino hacia la paz: “¡si hubieras comprendido el mensaje de paz!”, suspiró ese niño una vez convertido en un adulto desarmado y entregado.

El Adviento es un tiempo de espera contenida, pero también de cierta actitud activa, de vela atenta. Es tiempo de alegría y de bendición, pero, sobre todo, es tiempo para los demás, para buscar otras miradas, otros corazones. ¿Qué es lo que golpea día tras día nuestra conciencia? La ausencia de paz.

Podemos realizar muchas acciones buenas en clave de paz. En estas semanas podemos comenzar un proceso de relajación, intentando evitar las crispaciones innecesarias, incluso las necesarias. La paz no siempre es un don, en ocasiones es una tarea. La paz también se construye, se crea, se regala, se aprende,…

No hace falta realizar muchos estudios para saber qué es lo que nos quita la paz y, al mismo tiempo, qué nos empuja a la violencia. Básicamente conocemos nuestras reacciones, y las de quienes se relacionan con nosotros de una manera habitual. Sabemos cómo evitar confrontaciones absurdas que nos endurecen la mirada y nos ahogan las palabras hermosas en el alma. Pero…

… se nos olvida el espíritu, y que hay leyes espirituales en el universo, y que si devuelves amor recibirás amor, y que si contestas con paz, serás respondido con paz, y que también… podemos orar. Sí, así de sencillo. Orar. Esta es nuestra verdadera propuesta para el adviento 2015, orar por la paz.

Porque orar es algo natural al ser humano, pero se nos olvida en algunas ocasiones y esa capacidad acaba llena de herrumbre.

Orar donde quieras, en cualquier momento, solo o en compañía, de día o de noche, pero orar, hacer silencio, cerrar los ojos, respirar profundamente y encontrar en lo más profundo de tus entrañas la semilla de paz colocada por Dios cuando te creó. A partir de ese momento levantar la barbilla y, sin necesidad de abrir los ojos, con la semilla de paz en las manos enviarla humildemente a cualquier punto del globo terráqueo falto de paz. Quizás sea el piso de al lado, habitado por una familia sumergida en la discordia.

Orar por la paz. Hacernos paz. Traspasarnos de paz hasta lograr un espacio más sano, más libre, más hermanado.

No vamos a estar sol@s en este descenso hacia la serena humildad del Niño de Belén. Jamás en nuestra historia Dios nos permite avanzar un paso sin que él esté presente, sin que coloque algunas estrellas que alumbran el cielo si es de noche, o jirones de humo que indican el camino si es de día.

Por eso podemos agarrarnos de la mano de la belleza de Isaías que, tozudamente, desde el primer día nos habla de paz sin ocultismos, sin artificios, con claridad. Estamos en el buen camino, y la certeza de Isaías de que está a punto de comenzar algo nuevo si seguimos por aquí nos da el primer empujón.

Juan, el Bautista, es más sobrio, menos tiernos, buscador de la paz que viene de la verdad desnuda, de la reconciliación con el propio corazón y con el de la hermana y hermano. Juan nos apabulla con su humildad. Solo hemos de seguir la dirección que marca su dedo. Vamos por la senda correcta, el destino anhelado.

En este caminar tenemos un área de descanso: María de Nazaret. Un espacio sereno en el que descargarnos del peso del camino, de su dureza. Ahí podemos dejar también nuestras desconfianzas, los pasos mal dados o su sentido equivocado, también las ganas de abandonar esta espera activa de la paz. María responde orando, cogiendo nuestra mano y avanzando en silencio, con firmeza y decisión, sin perder tiempo en veleidades, con las entrañas entregadas a la belleza y al dolor de la vida.

Con ellos tres avanzamos hacia el Dios que nos dará la Paz. Y en el camino se nos exige la práctica: la palabra innecesaria contenida; el pensamiento negativo rechazado; el gesto violento abandonado; el silencio que construye la mirada que embellece; el abrazo que acoge; el corazón que ora. Sobre todo esto último, un corazón orante que suplica la paz.

Nuestra pista para este adviento 2015: un sencillo gesto de oración, cada día, cada uno de los días que ocupa el adviento, así el próximo 25 de diciembre quizás podamos acercarnos a la figura del Niño que ofrece paz y devolverle nuestra semilla centuplicada.

Gesto concreto en nuestra comunidad:

Nosotras también estamos preparando este Adviento para vivirlo como un camino de espera de la Paz, por eso, los cuatro sábados de Adviento tendremos la iglesia abierta (como siempre) y ambientada de manera que invite a orar por la paz. Desde las 16.00 h, hasta las 19.30 h, quien lo desee podrá venir, orar en silencio, y dejar su granito de arena en esta búsqueda de paz. A las 19.30 h. tendremos un rato de oración compartida con las personas que estén en ese momento. Cuatro sábados preparándonos para recibir la Paz. Cuatro sábados ayudando a construir la paz. No es demasiado, ¿no? Pues te esperamos.

Feliz, fecunda y pacífica tarea.

Marana tha.

Fuente Monasterio Monjas Trinitarias de Suesa

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