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Los obispos y cardenales no se ponen de acuerdo sobre la familia homosexual y proponen hacer un Sínodo específico

Sábado, 24 de octubre de 2015

Dios es Familia¡Toma ya!… Según los resúmenes publicados, todo parece indicar que los obispos han dejado de lado el tema de la acogida de la Iglesia a los homosexuales al considerar que no guarda relación con las cuestiones de la familia que aborda el Sínodo.

Müller, hasta ahora en contra, defiende la comunión “en casos específicos”

Los círculos hispanoablantes, italianos y alemanes, a favor de “un movimiento generoso”

El Sínodo se aproxima a su fin dividido aún sobre si se debe seguir negando sacramentos a divorciados y parece prevalecer la idea de que sea el papa quien decida finalmente o que incluso se deje el tema para futuras reuniones. Según el tercero de los resúmenes de los diferentes grupos lingüísticos de los participantes del Sínodo en el que se afronta esta cuestión, todo parece indicar que los padres sinodales evitarán tomar decisiones.

La condición de las personas homosexuales se enfocó sobre todo desde la perspectiva del contexto familiar. El grupo inglés C insistió en que es un tema que se debe abordar como pastores que buscan comprender la realidad de la vida de las personas y no las cuestiones abstractas. También sus miembros pidieron que el documento final del Sínodo incluyese una afirmación clara de la enseñanza de la Iglesia de que las uniones del mismo sexo no son en modo alguno equivalentes al matrimonio.

Sobre el mismo tema el círculo inglés A reitera que ”la Iglesia como esposa de Cristo sigue las huellas de su Señor Jesús, cuyo amor universal se ofrece a todas las personas sin excepción. Los padres y hermanos de los miembros de la familia con tendencias homosexuales están llamados a amar y aceptar a estos miembros de su familia con un corazón indiviso y con comprensión”.

Algunos Padres Sinodales propusieron que el argumento se eliminase de la discusión del Sínodo sobre la Familia porque dada su importancia merecería un sínodo específico en materia. Peter Erdö, relator de la XIV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de la Familia lo decía hace unos días: ‘No existes analogías entre las uniones homosexuales y el diseño de Dios para la familia’. La cuestión levanta tantas ampollas en el sector más conservador de la Iglesia que algunos padres sinodales han propuesto reservar el tema del acompañamiento a las personas homosexuales para un sínodo específico sobre esta materia, al tiempo que otros han pedido que se aclare en el documento final que para la Iglesia las uniones entre personas del mismo sexo no son equivalentes al matrimonio.

Concretamente, algunos participantes de la Asamblea del Sínodo de la Familia han propuesto durante sus reuniones del pasado lunes y del martes que el argumento sobre la condición de las personas homosexuales “se eliminase de la discusión del Sínodo sobre la Familia porque dada su importancia merecería un sínodo específico en materia”, según informa el Vaticano. Por su parte, los miembros de uno de los grupos de habla inglesa pidieron que el documento final del Sínodo incluyese “una afirmación clara de la enseñanza de la Iglesia de que las uniones del mismo sexo no son en modo alguno equivalentes al matrimonio”.

Respecto a los divorciados y vueltos a casar civilmente, el Vaticano constata un acuerdo general sobre la necesidad de un acompañamiento pastoral más eficaz para estas parejas y sus hijos. Además, en algunos círculos, como el grupo de hispanohablantes cuyo relator es el arzobispo venezolano Baltazar Enrique Porras Cardozo, ha suscitado “perplejidad” lo que el Instrumentum Laboris llama “camino penitencial” y sugieren cambiar este término por “itinerarios de reconciliación”.

Sobre el acceso a los sacramentos, algunos participantes del Sínodo han planteado “quitar muchas trabas” para que los divorciados vueltos a casar puedan participar en la vida de la Iglesia, como las que les impiden ser padrinos, catequistas o dar clases de Religión.

“¿Qué pasa cuando se plantea el acceso a los sacramentos?
–dicen en el círculo hispanohablante cuyo relator es el cardenal de Panamá José Luis Lacunza Maestrojuan–. Sin duda, tenemos que plantear un movimiento generoso quitando del camino muchas trabas para que los divorciados vueltos a casar puedan participar más ampliamente en la vida de la Iglesia: no pueden ser padrinos, no pueden ser catequistas, no pueden dar clases de religión”.

Por otra parte, algunos círculos menores, como el encabezado por el arzobispo australiano Mark Benedict Coleridge, han tratado el tema de las parejas que conviven sin casarse y aunque han subrayado que la convivencia “no puede ser considerada como un bien en sí misma”, reconocen que “puede existir un bien entre los que conviven”.

Mientras, el círculo francés cuyo relator es el obispo Laurent Ulrich, ha abordado la situación de aquellas familias divididas, mixtas, monoparentales y sin matrimonio civil. “No podemos descartarlas. Creemos que en ellas vive el Espíritu del Señor que inspira muchos comportamientos de sus vidas”, han subrayado.

Finalmente, algunos obispos como el canadiense Paul-André Durocher, se han hecho algunas preguntas sobre la eficacia de la metodología del Sínodo: “¿Está bien ajustado a su propósito? Derrochamos una enorme cantidad de energía, desde todos los puntos de vista. Las personas se han agotado a fuerza de trabajo. ¿El resultado valdrá la pena?“.

La XIV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos finalizó el pasado 25 de octubre y reunió a más de 330 personas en el Vaticano.

El Sínodo se aproxima a su fin dividido aún sobre si se debe seguir negando sacramentos a divorciados y parece prevalecer la idea de que sea el papa quien decida finalmente o que incluso se deje el tema para futuras reuniones.

Según el tercero de los resúmenes de los diferentes grupos lingüísticos de los participantes del Sínodo publicado hoy y en el que se afronta esta cuestión, todo parece indicar que los padres sinodales evitarán tomar decisiones.

Los 270 participantes con derecho a voto han sido repartidos en los círculos menores, en función del idioma utilizado, y cada uno de estos ha elaborado tres diferentes resúmenes con sus aportaciones, que servirán para redactar el documento final que tendrán que aprobar con una votación el próximo sábado.

En uno de los grupos, de lengua francesa, se explica que sobre la situación de los divorciados vueltos a casar y respecto a su acceso a los sacramentos, se votómantener la disciplina actual”.

En otro grupo, inglés, se explicó que “una mayoría, aunque sin consenso total, afirmó que se debe continuar con la práctica de la Iglesia en cuanto a la participación en la eucaristía de los divorciados y vueltos a casar por lo civil“.

Otro grupo de obispos de lengua inglesa habla de la necesidad de la llamada “escucha reverente” para analizar cada tipo de problemática que se presente, pero evita tomar decisiones sobre los divorciados vueltos a casar y su admisión a los sacramentos.

Piden que el papa Francisco, “teniendo en cuenta el abundante material que ha surgido durante este proceso sinodal, considere el establecimiento durante el año jubilar de una Comisión Especial para estudiar la misericordia (…) en las circunstancias de las personas en las uniones irregulares”.

En otro grupos de habla inglesa se explicó quehubo poco entusiasmo” por la solución del llamado “camino penitencial” para que los divorciados vueltos a casar consigan su perdón, y se indicó que se necesita una “mayor estudio“. Por ello votaron de momento por reafirmar la actual la disciplina de la Iglesia.

Añadieron que sobre la comunión a divorciados, al tratarse de un asunto que toca a la doctrina, se tendría que abordar “en un concilio ecuménico, y no en un Sínodo.

Hubo un llamamiento para crear “una comisión para estudiar el tema de la comunión para los divorciados y vueltos a casar, para llegar a una mayor precisión teológica”.

El grupo de padres sinodales italianos pide que, bajo la supervisión de un obispo o presbíteros, se pueda analizar cada caso de divorciados ante la imposibilidad de adoptar criterios generales.

Y en el grupo hispanohablante se afirmó que “no basta con hablar de caminos de misericordia y cercanía, sino que debe llegarse a propuestas concretas porque”, si no, se van a “quedar en palabras bonitas pero vacías“.

Este grupo fue el único que planteó un movimiento generoso respecto a los divorciados vueltos a casar y recordó que “no pueden ser padrinos, no pueden ser catequistas, no pueden dar clases de religión”, “Tenemos que dar muestras de que hemos escuchado el ‘grito’ de tantas gentes que sufren y gritan pidiendo participar lo más plenamente posible en la vida de la Iglesia”, añadieron.

En otro grupo hispano se concluyó que lo único que se puede hacer es señalar al papa “las dudas y aciertos” que tienen “para que él pueda con la ayuda del espíritu, señalarle a la Iglesia y al mundo, la salvación de la que es portador”.

Según los resúmenes publicados, todo parece indicar que los obispos han dejado de lado el tema de la acogida de la Iglesia a los homosexuales al considerar que no guarda relación con las cuestiones de la familia que aborda el Sínodo.

Explican que ha faltado tiempo para abordar la cuestión, que se necesita una reunión aparte e incluso algunos intervinientes piden que no se mencione en el documento final.

 Por su parte, el cardenal alemán Gerhard Ludwig Müller, guardián del dogma, abogó a favor de conceder la comunión a los divorciados que se vuelven a casar en “casos específicos”, una posición aperturista que sorprende por provenir de un prelado conservador.

En una entrevista publicada por la revista alemana Focus, el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, quien hasta hace poco se oponía a toda apertura, aceptó la posibilidad de otorgar la comunión a los divorciados vueltos a casar tras “el examen de la situación personal y en casos específicos, dijo.

El prelado, líder del ala más conservadora, menciona también la posibilidad de poder acceder a los sacramentos, tanto la comunión como la confesión, “de acuerdo a la propia conciencia“.

El teólogo alemán, cita un documento de Juan Pablo II de 1981, y recuerda que es importante “discernir las situaciones”, entre aquellos que “han intentado salvar sinceramente” el matrimonio y los que “han sido abandonados injustamente”.

También menciona a aquellos que por “una falta grave han destruido un matrimonio canónicamente válido”, o “los que han contraído un segundo matrimonio (…) y sienten con conciencia que el matrimonio anterior (…) nunca fue válido”.

Al basarse en un documento de Juan Pablo II, el prelado frena con anticipación toda crítica a su apertura en un momento candente para la jerarquía de la Iglesia, reunida en el Vaticano desde hace dos semanas para debatir sobre los retos de la familia moderna.

Los Padres Sinodales abordaron en los Círculos Menores del pasado lunes y martes la tercera parte del Instrumentum Laboris que trata entre otros temas de la situación de las familias irregulares, de la admisión a la comunión de los divorciados que se han vuelto a casar, del acompañamiento de las personas homosexuales y de la paternidad responsable.

Los Círculos han analizado las necesidades especiales de las familias en situación irregular o difícil, reconociendo, -afirma el círculo de habla inglesa C cuyo relator es el arzobispo australiano Mark Benedict Coleridge- que las personas que cohabitan se encuentran en una situación diferente de los divorciados que se han vuelto a casar civilmente. Si bien afirman que la convivencia -aunque muy extendida en muchas culturas en nuestra época- no puede ser considerada como un bien en sí misma, reconocen que puede existir un bien entre los que conviven, más que en la convivencia de por sí.

”Sabemos -afirma por su parte el círculo francés cuyo relator es el obispo Laurent Ulrich- que hay tantas otras familias que se sienten alejadas de la ideal y otras que no piensan ni siquiera que esté más o menos hecha para ellas. Familias divididas, familias mixtas, familias monoparentales, familias sin matrimonio civil: No podemos descartarlas, no queremos pensar que su camino no las acerca a Dios que ama y atrae hacia sí a todos los seres humanos. Creemos que en ellas viva el Espíritu del Señor que inspira muchos comportamientos de sus vidas; y esto no quita nada de nuestro apoyo y aliento a las familias cristianas’‘.

Respecto a los divorciados y vueltos a casar civilmente hay un acuerdo general en que se necesita proporcionar un acompañamiento pastoral más eficaz para estas parejas, y, para sus hijos que también tienen derechos. En algunos círculos, suscita en cambio perplejidad lo que el Instrumentum Laboris llama “un camino penitencial”. ”No se ve claro llamar “camino penitencial” -sostiene el círculo hispanohablante B cuyo relator es el arzobispo venezolano Baltazar Enrique Porras Cardozo- al itinerario de los divorciados y vueltos a casar; convendría, quizás hablar de itinerarios de reconciliacion, pues hay realidades irreversibles que no pueden ser sometidas a un camino penitencial sin posibilidad de superación’‘.

”Parece que, en el tema de la cercanía, estamos todos de acuerdo, pero ¿qué pasa cuando se plantea el acceso a los sacramentos? -dicen en el círculo hispanohablante cuyo relator es el cardenal de Panamá José Luis Lacunza Maestrojuan, O.A.R.- Sin duda, tenemos que plantear un movimiento generoso quitando del camino muchas trabas para que los divorciados vueltos a casar puedan participar más ampliamente en la vida de la Iglesia: no pueden ser padrinos, no pueden ser catequistas, no pueden dar clases de religión… Tenemos que dar muestras de que hemos escuchado el ?grito? de tantas gentes que sufren y gritan pidiendo participar lo más plenamente posible en la vida de la Iglesia’‘.

”Sobre la disciplina con respecto a los divorciados vueltos a casar, hasta la fecha, no es posible establecer requisitos inclusivos de todos los casos, a veces muy diferentes unos de otros -observa el círculo italiano B cuyo relator es el cardenal Mauro Piacenza- Hay divorciados vueltos a casar que se aplican a caminar según el Evangelio, ofreciendo ejemplos significativos de caridad. Al mismo tiempo, no se puede negar que, en determinadas circunstancias, se presentan factores que limitan la capacidad de actuar de forma diferente. En consecuencia, el juicio de una situación objetiva no podría convertirse en juicio sobre la “imputabilidad” subjetiva. Los límites y las limitaciones se convierten entonces en una llamada al discernimiento, principalmente del obispo, preciso y respetuoso de la complejidad de estas situaciones’‘.

En cambio, el círculo inglés A cuyo relator es el arzobispo estadounidense Joseph Edward Kurtz opina que la práctica pastoral en relación con la recepción del sacramento de la Eucaristía por los divorciados y vueltos a casar civilmente no debe dejarse en manos de las conferencias episcopales porque se correría el riesgo de perjudicar la unidad de la Iglesia Católica, la comprensión del orden sacramental y el testimonio visible de vida de los fieles.

Por su parte el grupo de habla inglesa cuyo relator es el arzobispo irlandés Diarmuid Martin pediría que el Santo Padre, teniendo en cuenta el rico material que ha surgido durante este proceso sinodal, considere ”el establecimiento durante el año jubilar de la Misericordia de una Comisión Especial para el estudio en profundidad las formas en que las disciplinas de la Iglesia que se derivan de la indisolubilidad del matrimonio se aplican a la situación de las personas en las uniones irregulares, incluidas las situaciones derivadas de la práctica de la poligamia’‘.

En este argumento son numerosas las referencias a la encíclica de Juan Pablo II ”Familiaris consortio’‘.

La condición de las personas homosexuales se enfocó sobre todo desde la perspectiva del contexto familiar. El grupo inglés C insistió en que es un tema que se debe abordar como pastores que buscan comprender la realidad de la vida de las personas y no las cuestiones abstractas. También sus miembros pidieron que el documento final del Sínodo incluyese una afirmación clara de la enseñanza de la Iglesia de que las uniones del mismo sexo no son en modo alguno equivalentes al matrimonio.

Sobre el mismo tema el círculo inglés A reitera que ”la Iglesia como esposa de Cristo sigue las huellas de su Señor Jesús, cuyo amor universal se ofrece a todas las personas sin excepción. Los padres y hermanos de los miembros de la familia con tendencias homosexuales están llamados a amar y aceptar a estos miembros de su familia con un corazón indiviso y con comprensión”.

Algunos Padres Sinodales propusieron que el argumento se eliminase de la discusión del Sínodo sobre la Familia porque dada su importancia merecería un sínodo específico en materia.

El tema de la paternidad responsable y de la responsabilidad generativa fue objeto de rico intercambio, y se considera en los momentos actuales, de gran importancia para el respeto a la dignidad de la persona y de la vida. También trataron los círculos de los matrimonios mixtos y la disparidad de cultos solicitando enfoques pastorales que defiendan a las mujeres y a los hijos en condiciones de fragilidad.

Sobre la metodología del Sínodo, el grupo de habla francesa cuyo relator es el arzobispo canadiense Paul-André Durocher comentó: ”Como agrónomos que discuten diversos métodos de suministro de agua, discutimos el método de nuestro Sínodo. ¿Está bien ajustado a su propósito? Derrochamos una enorme cantidad de energía, desde todos los puntos de vista. Las personas se han agotado a fuerza de trabajo. ¿El resultado valdrá la pena? ¿Tal vez podríamos identificar algunos temas específicos que se abordarán entre los dos sínodos, y tendremos más tiempo para estudiar? ¿Se confiará a comisiones pontificias el trabajo que esperamos llevar a cabo?… El hecho es que hemos disfrutado del aumento del tiempo que se nos ha dado en los pequeños grupos. De nuestros intercambios emerge fuertemente el ministerio de comunión que nos corresponde como obispos’‘.

”El tema de la misericordia -concluye el círculo italiano B- ha atravesado el Sínodo, interpelando nuestro ministerio pastoral, conscientes de que el misterio de la Encarnación expresa con plenitud la voluntad salvífica de Dios. Esta determinación divina ha sido confiada también a nuestra misión y a los medios sacramentales que encuentran su adecuada hermenéutica en el significado de ser llamamiento a la conversión, apoyo, fármaco, socorro para nuestra salvación”.

Fuente (RD/Agencias)

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