Lesbofobia_01_295Nos hacemos hoy eco de un lamentable episodio difundido en redes sociales, un buen ejemplo de las discriminaciones cotidianas que continúan sufriendo las personas LGTB y que muchas veces pasan inadvertidas. Una mujer tuvo que dejar de ser preceptora de un niño de 4 años por ser lesbiana.

El episodio se ha hecho viral en internet, después de que el pasado 3 de marzo una mujer que respondía al nombre de usuario @ellbell122 en Twitter publicase una serie de capturas de pantalla con los mensajes de texto intercambiados entre ella y uno de los padres de un niño al que al daba clases en casa. Se daba además la circunstancia de que los padres del niño eran conocidos de una persona amiga de la mujer. Cuando hemos querido consultar el perfil -radicado en Reino Unido- hemos encontrado que ha sido ya eliminado, probablemente como resultado de la súbita y quizá inesperada popularidad adquirida. Con todo, los pantallazos se han difundido en redes sociales y la noticia ha sido recogida en medios LGTB en lengua inglesa.

¿En qué consistió el intercambio de mensajes? Al responder afirmativamente a la pregunta de si efectivamente era lesbiana, como al parecer había llegado a oído de los padres, estos le escriben: “bien, no quiero que le des ya clase a [nombre del niño borrado]. Es algo que va en contra de lo que creo”. A ello la joven replica: “ser lesbiana no tiene efecto alguno en mi capacidad para dar clase a [nombre]. Además tiene cuatro años, es difícil que le vaya a decir que soy lesbiana”. “Solo porque no se lo digas no quiere decir que no pueda ser influido por tu estilo de vida. Y yo querría ahorrárselo tanto tiempo como sea físicamente posible. Los niños pueden ser muy fácilmente influidos por alguien en una posición de responsabilidad. Debería darte vergüenza ponerte en tal posición si eres plenamente consciente del impacto que podría tener en los niños”, le responden.

La repercusión en Twitter del testimonio de la mujer fue inmediata, y numerosos seguidores le pidieron incluso que difundiera la identidad y número de teléfono de los padres en cuestión. Algo que ella rechazó: “A quienes dicen que debería revelar el número. Obviamente no. Nadie se merece 3.000 mensajes de odio de una vez. Ni siquiera los fanáticos”, señaló en otro tuit del 4 de marzo.

No podemos dar más detalles de lo sucedido, obviamente. El relato resulta en cualquier caso verosímil, un ejemplo plausible de las discriminaciones que sigue sufriendo a diario el colectivo LGTB incluso allí donde hay igualdad legal. Es este tipo de discriminaciones la que por ejemplo han llevado a la FELGTB a dedicar este año a reivindicar leyes que hagan efectiva la igualdad real, y no solo la legal, y aunque aquí y allá surjan voces que digan que no hay necesidad de campañas contra la LGTBfobia (como el consejero de Transportes de la Comunidad de Madrid)