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Carta a Carmen: activista, lesbiana y cristiana

Lunes, 23 de febrero de 2015

6421ilust_pareja_manosUna interesante carta en la que añaden un enlace a nuestra página DOCUMENTOS.

Pepa Torres. 

Querida Carmen:

Acabo de leer tu carta y como siempre desde que te conozco me ha emocionado tu palabra honda, tu pensamiento crítico y tu convencimiento, que es también el mío, de que es urgente seguir apostando por la construcción de una iglesia y una sociedad liberadas del pecado de la homofobia. Me compartes en ella la sorpresa, la esperanza y también la ambigüedad que supusieron para ti las declaraciones del papa Francisco, sobre los homosexuales y el matrimonio de personas del mismo sexo hace un par de años [1].

Dices que tu primer sentimiento fue de “perplejidad gozosa” ante unas palabras que hace tiempo habías dejado de esperar de las autoridades eclesiásticas, ya que lo habitual suele ser el “maltrato” o la cosificación, quedar reducidos a “tema de catecismo o doctrina”, y negar vuestra radical dignidad de personas, hijos e hijas de Dios, hermanos y hermanas a imagen y semejanza del Amor, obra de su Espíritu diverso y portadores y portadoras de él como un don para la comunidad. Compartes también la experiencia de “alivio” inicial que te embargó, así como la fuerte “convicción interna” que experimentaste de que el Evangelio es verdad y no letra muerta, y que con la fuerza de su espíritu las palabras y obras de las cristianas y cristianos han de estar en continuidad con ella, algo que frecuentemente, dices en tu carta, cuesta historizar en la iglesia, de modo que más que una comunidad de amor se convierte en una “comunidad de ley” que expulsa a los y las diferentes.

Por eso quizás las palabras sencillas del papa “Si una persona es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarle?” te evocaron de forma inmediata las de Jesús: “No juzguéis y no seréis juzgados” (Mt 7,1-5), “Yo no te condeno” (Jn 8,1-11). Pero junto al alivio te refieres también a un sentimiento de malestar, como un aguijón en la piel, ante la extraña sensación de tener que ser perdonada por lo que eres. Añades también que tu deseo más hondo en la iglesia no es ser tratada de forma paternalista o benevolente, que no quieres ser objeto de su misericordia sino sujeto activo en ella, con acceso a la plena participación en sus ministerios. Me conmueve tu insistencia en que las lesbianas y los gays no sois una “desviación a corregir” ni  enfermos a tratar con terapias restaurativas, sino que a lo que nos urgís, como bien dices, es a  combatir el pecado de la homofobia y la violencia del heterosexismo dominante dentro y fuera de la iglesia. En tu carta me compartes también con dolor el sentimiento de invisibilidad que como mujer lesbiana sigues teniendo en una iglesia que no se atreve ni a nombrarte, sino que designa e incluye tus sueños, tus luchas, tus sufrimientos, en el “molde masculino”, reproduciendo así el patriarcalismo que tanto daño hace a quienes existen, viven piensan y se aman más allá del binarismo sexual.

Tu carta, querida Carmen, una vez más me ha dado que pensar. Nunca me cansaré de agradecer a Dios el gran regalo que sois en mi vida tantos amigos gays y lesbianas y cuya autenticidad y generosidad ha fortalecido siempre la mía y me ha abierto a nuevas perspectivas y visiones sobre la sexualidad, el amor, la libertad, el respeto, y la diversidad en la comprensión de lo que significa ser persona y sin las cuales hoy no sería la mujer creyente que soy. Hemos sido compañeras y compañeros en muchas búsquedas y luchas comunes. Desde pascuas juveniles donde nos preguntábamos por el sentido de la vida, a otras por una sociedad más inclusiva e igualitaria: movimientos vecinales, reinserción de personas drogodependientes y presas, comités antisida, colectivos feministas y de derechos humanos. A menudo he sido testigo de la paradoja de vuestra militancia, comprometidos en las causas de otros y con otros, pero invisibles y silentes en la vuestra, por el alto precio que teníais que pagar incluso en el seno de los propios colectivos en los que nos encontrábamos, como bien refleja aquella película que vimos juntas hace ya tantos años La muerte de Mikel.

Hoy me gozo con vosotras y vosotros de lo que ha supuesto en vuestras vidas y también en la mía y en la de la sociedad española, vuestra “salida del armario” y la visibilidad pública de vuestras (y también nuestras) luchas. En estos tiempos que corren de recortes de derechos y de libertades me alienta seguir haciendo el camino juntas denunciando políticas excluyentes y exigiendo que se promulguen leyes que equiparen los derechos de lesbianas, gays, bisexuales y transexuales y protejan de la discriminación [2].También las declaraciones del papa Francisco avivaron mi esperanza, a la vez que considero que es urgente ir más allá de las declaraciones compasivas y activar la realización de cambios profundos en el decir y el hacer de la iglesia en este tema. Creo que es imprescindible la apertura a nuevos paradigmas científicos y  filosóficos y a  hermenéuticas que ponen bajo sospecha la ideología heterosexista como un ídolo dentro de la propia teología y como “norma” y paradigma de lo humano. Es necesario que la teología católica dialogue con las teorías sexuales constructivistas [3] y se libere de la violencia epistémica que reproduce a su vez nuevas violencias y opresiones sobre quienes no se identifican con la heterosexualidad.

Junto a ello espero también que se lleven a cabo modificaciones concretas en el estatuto vigente sobre cristianas y cristianos lesbianas, gays, bisexuales o transexuales en la iglesia, así como en la doctrina expuesta en el catecismo y en el Código de Derecho Canónico sobre la homosexualidad, pues legitiman la violencia y el sufrimiento de los homosexuales y lesbianas en todo el mundo. Creo sinceramente que pasar de los gestos a la praxis significaría por ejemplo favorecer campañas sobre el uso del preservativo para combatir las enfermedades de trasmisión sexual en el mundo o avanzar en algún tipo de declaración pública en el marco de la ONU condenando la persecución de los gays y lesbianas y no avalar así con el silencio, el voto y la complicidad del Vaticano la persecución y los crímenes por la orientación sexual como sucede en tantos rincones del planeta.

Querida Carmen me alegra también mucho lo que me compartes de tu relación  con Isabel. Creo que a estas alturas de vuestras vidas con 25 años de vida en común y tantas dificultades y barreras como habéis tenido que saltar juntas vuestro amor es un amor a toda prueba y vuestra unión y fidelidad es para muchos de nosotras y nosotros un símbolo de la incondicionalidad del amor de Dios por su pueblo. Dios bendice vuestra unión y se goza con ella. Me alegra que deseéis celebrarlo y comprometer públicamente vuestro amor aunque sea en la intimidad de algunos amigos y amigas y familiares. Por supuesto, no faltaré a la cita.

Ya para despedirme me gustaría hacerlo recordando juntas aquellos textos que compartimos  hace ya algún tiempo y que tanto bien te hicieron. Me refiero a las declaraciones del obispo anglicano Mauricio Andrade en las que se afirmaba que la orientación sexual no es lo que define nuestra salvación ya que el Evangelio proclamado y encarnado por Jesús fue contracultural e inclusivo con todos los marginados y marginadas  y que no existe ninguna palabra o gesto de condena en el Evangelio sobre la homosexualidad o el lesbianismo, sino que por el contrario, Jesús escuchó y se hizo cargo del sufrimiento de un hombre que amaba a otro hombre y que acudió a él pidiendo la salud-salvación de su amante[4].

Desde que nos conocemos hemos hecho cada una un largo camino de crecimiento personal y madurez y en él nuestras diferencias han sido siempre una riqueza y una oportunidad, deseo de todo corazón que así siga siendo. A estas alturas de nuestras vidas sabemos que “todo va siendo poco a poco mejor”, por eso con esta expresión “it gets better”, termino mi carta y me sumo con ella a la campaña llevada a cabo en Estados Unidos por el obispo episcopaliano Gene Robinson contra la homofobia[5].

Con todo mi cariño.

Pepa

***

[1] Declaraciones del papa Francisco a su regreso de la JMJ en Brasil en http://www.vidanueva.es/2013/07/31/transcripcion-completa-de-la-entrevista-del-papa-francisco-en-el-avion-de-brasil-a-roma/ y en la entrevista  realizada  por Antonio Spadaro, director de Civiltá  Cattólica al papa Francisco, en http://www.razonyfe.org/images/stories/Entrevista_al_papa_Francisco.pdf

[2] Manifiesto de Crishmon con motivo del día del orgullo LGTB2013, en http://www.crismhom.com/

[3] Me refiero por ejemplo a las teologías sexuales “Queer”. Cf. MARCELLA M. ALTHASU- REID,  Teología indecente: Perversiones teológicas en sexo, género y política, Bellaterra, 2005.

[4] Citado en CYNARA MENEZES, “¿Es pecado ser gay, Una opinión evangélica de líderes cristianos?”, en http//comunidadereflexionyespiritualidadeva.blogspot.com. Me refiero también a XAVIER PICAZA, “Jesús sana al amante del centurión“, https://www.cristianosgays.com/documentos/

[5] Mr. Gene Robinson en “It gets better” en http://youtu.be/nPBCb-tkpfM

Imagen extraída de: 21rs

Fuente Cristianismo y Justicia

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