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Archivo para Jueves, 1 de enero de 2015

Cristianos Gays os desea un Feliz Año Nuevo 2015

Jueves, 1 de enero de 2015
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Mafalda4“Cuidado hemos de tener, no sea que por confiados
en los auxilios humanos, perdamos algo de
la confianza que debemos tener en Dios.

(San Fco. Javier)

Al comenzar el 2015 queremos felicitaros este año nuevo con la alegría propia de los hijos de Dios.

Tenemos 365 días por delante para llevar a cabo esos propósitos nacidos a la luz de Navidad y que, con el impulso del Espíritu, nos ayudara a madurar en nuestra vida cristiana.

Estamos llamados a llevar la alegría del Evangelio a tantos y tantos hermanos y hermanas nuestros que sienten la soledad espiritual y física de estar escuchando constantemente que la forma de amar que Dios hizo nacer en nuestro corazón, por pura gracia, es pecado abominable. Debemos llevar la alegría de quien se sabe querido por Dios, se sabe hijo de Dios, a todos nuestros rincones cotidianos. No seamos nunca hombres y mujeres tristes: un cristiano jamás puede serlo. Nunca nos dejemos vencer por el desanimo. Nuestra alegría no es algo que nace de tener tantas cosas, sino de haber encontrado a una persona, Jesús; que está entre nosotros; nace del saber que, con Él, nunca estamos solos, incluso en los momentos difíciles, aun cuando el camino de la vida tropieza con problemas y obstáculos que parecen insuperables, ¡y hay tantos!… Sigamos a Jesús en este año nuevo. Nosotros acompañamos, seguimos a Jesús, pero sobre todo sabemos que Él nos acompaña y nos carga sobre sus hombros: en esto reside nuestra alegría, la esperanza que hemos de llevar a todos en este mundo nuestro. Y, por favor, no os dejéis robar la esperanza. Esa que nos da Jesús.

Ojala los pastores de todas las confesiones, de todas, sean capaces de transmitir esa esperanza y alegría propia de Dios, solo de Dios.

Desde Cristianos Gays os deseamos a todos un feliz año nuevo 2015 lleno de momentos preciosos e íntimos con el Señor.

***

Feliz Año Nuevo, Urte berri on, Bon any nou, Feliz aninovo, Bon añu nuevu, Bon annada

2015-feliz-año-nuevo-Sagrada-Familia ***

Felix sit annus novus

Y en casi todos los idiomas del Mundo:

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2015, bajo el signo de la confianza

Jueves, 1 de enero de 2015
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sous-le-signe-de-la-confiance

El Señor es mi pastor,
nada me puede faltar.
Él me hace descansar en verdes praderas,
me conduce a las aguas tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el recto sendero,
por amor de su Nombre.
Aunque cruce por oscuras quebradas,
no temeré ningún mal,
porque tú estás conmigo:
tu vara y tu bastón me infunden confianza.
Tú preparas ante mí una mesa,
frente a mis enemigos;
unges con óleo mi cabeza
y mi copa rebosa.
Tu bondad y tu gracia me acompañan
a lo largo de mi vida;
y habitaré en la Casa del Señor,
por muy largo tiempo.

*

Salmo 22 (23)

***

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Santa María Madre de Dios. Jueves 01 de Enero de 2015

Jueves, 1 de enero de 2015
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De Koinonia:

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Números 6,22-27

Invocarán mi nombre sobre los israelitas, y yo los bendeciré

El Señor habló a Moisés:

“Di a Aarón y a sus hijos: Ésta es la fórmula con que bendeciréis a los israelitas:

“El Señor te bendiga y te proteja,
ilumine su rostro sobre ti
y te conceda su favor.
El Señor se fije en ti
y te conceda la paz”.

Así invocarán mi nombre sobre los israelitas, y yo los bendeciré.”

Salmo responsorial: 66

El Señor tenga piedad y nos bendiga.

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación. R.

Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra. R.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe. R.

Gálatas 4,4-7

Envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer

Hermanos:

Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que estaban bajo la Ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción. Como sois hijos, Dios envió a nuestros corazones al Espíritu de su Hijo que clama: “¡Abbá! (Padre).” Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.

Lucas 2,16-21

Encontraron a María y a José, y al niño.

A los ocho días, le pusieron por nombre JesúsEn aquel tiempo, los pastores fueron corriendo a Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que les habían dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que les decían los pastores. Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Los pastores se volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído; todo como les habían dicho.

Al cumplirse los ocho días, tocaba circuncidar al niño, y le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.

*

Homilía de Monseñor Romero sobre los textos litúrgicos de hoy
(1 de enero de 1978)

Amados hermanos, amados radio-oyentes:

Con el saludo bíblico que Dios mandaba cuando se dirigía a su pueblo, ya que los cristianos hoy somos el Israel espiritual de Dios, somos el pueblo de Dios, y para nosotros es este precioso augurio de Año Nuevo: “El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor se fije en ti y te conceda la paz”, no podía hacerse un saludo más oportuno y espléndido para el año nuevo que estas palabras que la Biblia pone a nuestra consideración esta mañana, y al mismo tiempo unir a esta buena voluntad de Dios la presencia de María, la Virgen Madre.

Hay una fiesta oficial de la Iglesia en honor de María y es hoy, 1º de enero. Ocho días después de dar a luz al Redentor del mundo la Iglesia quiere llamar la atención de todos sus hijos para celebrar la solemnidad de Santa María, Madre de Dios. Así se inicia el año bajo la bendición directa de Dios y bajo este título que es toda una inspiración de confianza en el poder de la Virgen, por ser de Dios. Leer más…

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“La madre nos acompaña”. Santa María, Madre de Dios – B (Lucas 2,16-21)

Jueves, 1 de enero de 2015
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07_Santa_Maria_B-180x300Se dice que los cristianos de hoy vibramos menos ante la figura de María que los creyentes de otras épocas. Quizás somos víctimas inconscientes de muchos recelos y sospechas ante deformaciones habidas en la piedad mariana.

A veces, se había insistido de manera excesivamente unilateral en la función protectora de María, la Madre que ampara a sus hijos e hijas de todos los males, sin convertirlos a una vida más evangélica.

Otras veces, algunos tipos de devoción mariana no han sabido exaltar a María como madre sin crear una dependencia insana de una «madre idealizada» y fomentar una inmadurez y un infantilismo religioso.

Quizás, esta misma idealización de María como «la mujer única» ha podido alimentar un cierto menosprecio a la mujer real y ser un refuerzo más del dominio masculino. Al menos, no deberíamos desatender ligeramente estos reproches que, desde frentes diversos, se nos hace a los católicos.

Pero sería lamentable que empobreciéramos nuestra vida religiosa olvidando el regalo que María puede significar para los creyentes.

Una piedad mariana bien entendida no encierra a nadie en el infantilismo, sino que asegura en nuestra vida de fe la presencia enriquecedora de lo femenino. El mismo Dios ha querido encarnarse en el seno de una mujer. Desde entonces, podemos decir que «lo femenino es camino hacia Dios y de Dios» (L. Boff).

La humanidad necesita siempre de esa riqueza que asociamos a lo femenino porque, aunque también se da en el varón, se condensa de manera especial en la mujer: intimidad, acogida, solicitud, cariño, ternura, entrega al misterio, gestación, donación de vida.

Siempre que marginamos a María de nuestra vida, empobrecemos nuestra fe. Y siempre que despreciamos lo femenino, nos cerramos a cauces posibles de acercamiento a ese Dios que se nos ha ofrecido en los brazos de una madre.

Comenzamos el año celebrando la fiesta de Santa María, Madre de Dios. Su fidelidad y entrega a la Palabra de Dios, su identificación con los pequeños, su adhesión a las opciones de su hijo Jesús, su presencia servidora en la Iglesia naciente y, antes que nada, su servicio de Madre del Salvador hacen de ella la Madre de nuestra fe y de nuestra esperanza.

José Antonio Pagola

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1.1.2015. Viene el Año Nuevo de Jesús en la patera

Jueves, 1 de enero de 2015
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10609452_1534245353501812_3919569973920390645_nDel blog de Xabier Pikaza:

Decimos a.D. (Año del Dominus, Cristo), y d.C. (después de Cristo) o a.C. (año común o de Cristo), aunque hay otras eras y cómputos del tiempo, como la judía o musulmana, la maya o la de china. Pero estamos en occidente y, de un modo casi universal, celebramos hoy (1.1.2015) el comienzo del Año Solar, que es también Año de Cristo.

Que el 2015 sea el año de la Madre María, mujer africana, que nos trae el gran regalo de su Hijo (una Estrella, una promesa), con José (patriarca también africaco), en la patera de la muerte convertida en Barca de la Vida (como supone Mt 1-2, donde se dice que Jesús fue a Egipto a celebrar la primera Navidad).

El gran occidente de los rascacielos no tiene no tiene ningún regalo de verdad para ese Niño del Año Nuevo… Son ellos, María y José, los africanos con el Niño, los que pueden traernos en su Barca el gran regalo de un Año Nuevo, el Niño que es promesa de vida. Así celebra la liturgia católica (1.1.2015) esta fiesta de Santa María del Año Nuevo.

Desde ese fondo trataré en esta postal los años que pasan y del año de Cristo, que queda, con la Madre de la Barca y el Padre del cayado

Ésta es una fiesta universal, del Nuevo Año Solar, que en el hemisferio norte coincide con el solsticio de invierno, se ha celebrado desde antiguo en casi todos los pueblos. Es la fiesta del Sol que se renueva y vuelve a recorrer su giro celeste cada año, tras haber descendido sobre el horizonte. El sol vuelve a nacer (a subir, a calentar más) y es de sabios y de agradecidos celebrarlo. En ese sentido, ésta es una fiesta cósmica, pagana.

Para los cristianos, esta fiesta del Sol que re-nace cada año es signo del Nacimiento de Cristo, que ha venido y sigue viniendo, en la Barca de Dios, traído por María y José, para alumbrar a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte… (Lc 1, 78). Nosotros, los hombres de los grandes rascacielos, necesitamos el don de la vida, que nos ofrecen los Tres de esta Barca. Ellos, los pobres del mundo, nos traen la gran riqueza de Dios que es la vida. Una vez más, la Navidad empieza por África, como fue al comienzo de la vida humana.

En la imagen aparece el Cristo de la Patera de Belén, con José y María. Ellos mismos son (ellos trae) el signo/estrella de los Reyes de Verdad, Justicia y Comunión a todos los pueblos, de manera que podamos celebrar ya el 2015 como Año de la Vida de Dios y de los hombres en la tierra. La imagen proviene de ACO. Baix Llobregat FB. Felicidades a quien la ha pintado (¡gracia, autor!) y a todos los que sigan leyendo, y a todos los que tendrán la gracia de vivir a lo largo de este Año de Graca 2015.

Los cristianos antiguos separaron los dos días

José y María nos traen desde África el Año Nuevo, vinculado al Nuevo Sol en el Solsticio del hemisferio norte, pero “encarnado” en Jesús. En principio era una sola fiesta (toda una semana, del 25.12 al 1.1… Pero los cristianos la dividieron en Dios:

(a) Celebraron primero el Nacimiento de Jesús (25, 12), al comienzo de la Gran Semana, el día “aproximado” del solsticio de invierno.

(b) Celebraron la octava del Nacimiento de Jesús (1,1) como nacimiento del año del sol y dedican este día a la memoria de Santa María, “la madre humana del Sol que nace de lo alto”.

Estas fiestas han sido ajustadas cuidadosamente, a partir del calendario romano (llamado Juliano, por estar patrocinado por Julio César), que fue actualizado por el Papa Gregorio XIII, el año 1582, por causas astronómicas (se habían desajustado los días del año) y, sobre todo, por causas litúrgicas (para que la Navidad cayera en el Solsticio de Invierno y la pascua en el equinoccio de la primavera).

Con esta reflexión quiero felicitar a todos los amigos y lectores de mi blog, por el nuevo año solar, que en nuestro cómputo es el 2015 del nacimiento de Cristo, que habría sucedido el año “0”, aunque en realidad el nació hacia el 6. a.C. (Dionisio el Exigió, buen monje, pero mal historiador calculó mal la fecha…), de manera que hoy deberíamos estar ya en el 2021.

Esta postal se divide en dos partes. La primera ofrece una reflexión sobre el ritmo anual de la vida. La segunda comenta el texto básico de la liturgia cristiana del 1 de Enero, el mes que abre la puerta (ianua): Gal 4.

1. EL PASO DE LOS AÑOS

Todos los pueblos han distinguido los tiempos, fijando unos ritmos sacrales y unos días especiales de fiesta (vinculados sobre todo a los ritmos solares y lunares y a los ciclos de la vegetación y de la vida). Entre esos ritmos, uno de los más importantes ha sido el semanal, que tiene, probablemente un origen mesopotamio, pero que se ha extendido, por medio del judaísmo a la cultura de occidente (y, en un sentido más amplio, a todo el mundo moderno).

Semanas

La división del tiempo en semanas está vinculada al ritmo lunar (cada fase lunar de 28 días consta de cuatro semanas), pero se relaciona también (sin duda alguna) al “valor sagrado” del número siete, con sus aspectos uránicos o planetarios (los siete astros/planetas, los siete ángeles celestes etc.). Esta división pasó a través del judaísmo (y de otros conductos) a la vida social romana, como lo recuerda todavía el nombre de los días de la semana, relacionados con los astros/dioses del panteón romano, que se siguen empleando todavía (con la excepción del sábado y domingo, que han recibido un nombre judío y cristiano). Así, en varios de los idiomas europeos:

(1) Lunes, es día día de la luna (dies Lunae, dilluns, lundi, lunedi, mondey, Montag. Euskera: Astelehena).
2) Martes, día de Marte (dies Martis, dimars, mardi, martedi, tuesday, Dienstag, del dios Tyr. Asteartea
(3) Miércoles, día de Mercurio (dies Mercurii, dimecres, mercredi, mercoledi. Asteazkena).
4) Jueves, día de Júpiter (Dies Iovis, dijous, jeudi, giovedi. Osteguna.
(5) Viernes, día de Venus (Dies Veneris, divendres, vendredi, venerdi. Ostirala).
(6) Sabado, día del Shabat judío (Dies Sabbath, dissabte, samedi, sabato. Larunbata.
(7) Domingo, día del Dominus o Señor cristiano (Dies Domini, diumenge, dimanche, domenica. Domeka, igandea).

Gran parte de la tradición occidental, influida por el cristianismo, ha dejado de guardar en especial el Sábado judío y celebra el Domingo, que es el Día del Señor (de Jesús), aunque a veces se haya perdido la referencia a Cristo. En otro contexto se puede recordar que originariamente, el domingo ha sido Día del Sol, no sólo en Roma, sino en otras culturas. Así lo muestra el mismo nombre en los idiomas germanos (Sonntag, sunday). Para el Islam, el día especial de recuerdo religioso ha pasado a ser el viernes.

Años, del judaísmo al tiempo común de Cristo

El judaísmo ha tenido varios calendarios. El que se conserva y aplica en la actualidad es de tiempos posteriores al exilio (de origen básicamente babilonio). No ha sido aceptado por igual por todos los judíos antiguos, de manera que la diferencia en el cómputo de meses (con el cambio de las celebraciones) desencadenó cismas y divisiones en el judaísmo del Segundo Templo.

Algunos apocalípticos siguieron calendarios especiales, lo mismo que los esenios de Qumrán, que acusaron a los sacerdotes de Jerusalén de haber cambiado las fiestas y los días. En su forma actual, el calendario fue fijado por Hilel II, en torno al 359 d. C., que calculó la fecha del “comienzo del mundo” (según la cronología interna de la Biblia), que habría caído (mirando hacia atrás, desde la actualidad) un 7 de nuestro octubre del 3761 a. C. El día primero habría sido un domingo (el día después del sábado), que correspondería al 1 de Tishrí del año 1. A partir de ahí se pueden calcular los años hebreos, añadiendo esos años al año gregoriano en curso. Así el año 2015 de nuestra era corresponde al 5776 del cómputo hebreo (2015 + 3761 = 5776).

El calendario hebreo tiene la particularidad de que vincula el año lunar con el solar (cosa que no hace el gregoriano). Para ello, los meses son algo más cortos que en el calendario gregoriano y cada 19 años se añade en primavera un mes nuevo (el we’adar), de 13 días, para que correspondan los ciclos lunares y solares (de manera que la pascua no sea fiesta cambiante como en el calendario cristiano, que ha terminado siendo simplemente solar).

Varios calendarios

El judaísmo ha tenido varios calendarios. El que se conserva y aplica en la actualidad es de tiempos posteriores al exilio (de origen básicamente babilonio). No ha sido aceptado por igual por todos los judíos antiguos, de manera que la diferencia en el cómputo de meses (con el cambio de las celebraciones) desencadenó cismas y divisiones en el judaísmo del Segundo Templo. Leer más…

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Mensaje del Papa Francisco para la Jornada Mundial de la Paz

Jueves, 1 de enero de 2015
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2014_11_el-papa-francisco1Leído en Adital:

NO ESCLAVOS, SINO HERMANOS

1. Al comienzo de un nuevo año, que recibimos como una gracia y un don de Dios a la humanidad, deseo dirigir a cada hombre y mujer, así como a los pueblos y naciones del mundo, a los jefes de Estado y de Gobierno, y a los líderes de las diferentes religiones, mis mejores deseos de paz, que acompaño con mis oraciones por el fin de las guerras, los conflictos y los muchos sufrimientos causados por el hombre o por antiguas y nuevas epidemias, así como por los devastadores efectos de los desastres naturales. Rezo de modo especial para que, respondiendo a nuestra común vocación de colaborar con Dios y con todos los hombres de buena voluntad en la promoción de la concordia y la paz en el mundo, resistamos a la tentación de comportarnos de un modo indigno de nuestra humanidad.

En el mensaje para el 1º de enero pasado, señalé que del «deseo de una vida plena… forma parte un anhelo indeleble de fraternidad, que nos invita a la comunión con los otros, en los que encontramos no enemigos o contrincantes, sino hermanos a los que acoger y querer».Siendo el hombre un ser relacional, destinado a realizarse en un contexto de relaciones interpersonales inspiradas por la justicia y la caridad, es esencial que para su desarrollo se reconozca y respete su dignidad, libertad y autonomía. Por desgracia, el flagelo cada vez más generalizado de la explotación del hombre por parte del hombre daña seriamente la vida de comunión y la llamada a estrechar relaciones interpersonales marcadas por el respeto, la justicia y la caridad. Este fenómeno abominable, que pisotea los derechos fundamentales de los demás y aniquila su libertad y dignidad, adquiere múltiples formas sobre las que deseo hacer una breve reflexión, de modo que, a la luz de la Palabra de Dios, consideremos a todos los hombres «no esclavos, sino hermanos».

A la escucha del proyecto de Dios sobre la humanidad

2. El tema que he elegido para este mensaje recuerda la carta de san Pablo a Filemón, en la que le pide que reciba a Onésimo, antiguo esclavo de Filemón y que después se hizo cristiano, mereciendo por eso, según Pablo, que sea considerado como unhermano. Así escribe el Apóstol de las gentes: «Quizá se apartó de ti por breve tiempo para que lo recobres ahora para siempre; y no como esclavo, sino como algo mejor que un esclavo, como un hermano querido» (Flm15-16). Onésimo se convirtió enhermanode Filemón al hacerse cristiano. Así, la conversión a Cristo, el comienzo de una vida dediscipulado en Cristo, constituye unnuevo nacimiento(cf.2 Co5,17;1 P1,3) que regenera lafraternidadcomo vínculo fundante de la vida familiar y base de la vida social.

En el libro del Génesis, leemos que Dios creó al hombre,varón y hembra, y los bendijo, para que crecieran y se multiplicaran (cf. 1,27-28): Hizo que Adán y Eva fueran padres, los cuales, cumpliendo la bendición de Dios de ser fecundos y multiplicarse, concibieron la primera fraternidad, la de Caín y Abel. Caín y Abel eran hermanos, porque vienen del mismo vientre, y por lo tanto tienen el mismo origen, naturaleza y dignidad de sus padres, creados a imagen y semejanza de Dios.

Pero lafraternidadexpresa también la multiplicidad y diferencia que hay entre los hermanos, si bien unidos por el nacimiento y por la misma naturaleza y dignidad. Como hermanos y hermanas, todas las personas están por naturaleza relacionadas con las demás, de las que se diferencian pero con las que comparten el mismo origen, naturaleza y dignidad. Gracias a ello lafraternidadcrea la red de relaciones fundamentales para la construcción de la familia humana creada por Dios.

Por desgracia, entre la primera creación que narra el libro del Génesis y elnuevo nacimiento en Cristo, que hace de los creyentes hermanos y hermanas del «primogénito entre muchos hermanos» (Rm8,29), se encuentra la realidad negativa del pecado, que muchas veces interrumpe la fraternidad creatural y deforma continuamente la belleza y nobleza delser hermanos y hermanasde la misma familia humana. Caín, además de no soportar a su hermano Abel, lo mata por envidia cometiendo el primer fratricidio. «El asesinato de Abel por parte de Caín deja constancia trágicamente del rechazo radical de la vocación a ser hermanos. Su historia (cf.Gn4,1-16) pone en evidencia la dificultad de la tarea a la que están llamados todos los hombres, vivir unidos, preocupándose los unos de los otros».

También en la historia de la familia de Noé y sus hijos (cf.Gn9,18-27), la maldad de Cam contra su padre es lo que empuja a Noé a maldecir al hijo irreverente y bendecir a los demás, que sí lo honraban, dando lugar a una desigualdad entre hermanos nacidos del mismo vientre.

En la historia de los orígenes de la familia humana, el pecado de la separación de Dios, de la figura del padre y del hermano, se convierte en una expresión del rechazo de la comunión traduciéndose en la cultura de la esclavitud (cf.Gn9,25-27), con las consecuencias que ello conlleva y que se perpetúan de generación en generación: rechazo del otro, maltrato de las personas, violación de la dignidad y los derechos fundamentales, la institucionalización de la desigualdad. De ahí la necesidad de convertirse continuamente a la Alianza, consumada por la oblación de Cristo en la cruz, seguros de que «donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia… por Jesucristo» (Rm5,20.21). Él, elHijo amado(cf.Mt3,17), vino a revelar el amor del Padre por la humanidad. El que escucha el evangelio, y responde a la llamada a la conversión, llega a ser en Jesús «hermano y hermana, y madre» (Mt12,50) y, por tanto,hijo adoptivode su Padre (cf.Ef1,5).

No se llega a ser cristiano, hijo del Padre y hermano en Cristo, por una disposición divina autoritativa, sin el concurso de la libertad personal, es decir, sin convertirselibrementea Cristo. El ser hijo de Dios responde al imperativo de la conversión: «Convertíos y sea bautizado cada uno de vosotros en el nombre de Jesús, el Mesías, para perdón de vuestros pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo» (Hch2,38). Todos los que respondieron con la fe y la vida a esta predicación de Pedro entraron en lafraternidadde la primera comunidad cristiana (cf.1 P2,17;Hch1,15.16; 6,3; 15,23): judíos y griegos, esclavos y hombres libres (cf.1 Co12,13;Ga3,28), cuya diversidad de origen y condición social no disminuye la dignidad de cada uno, ni excluye a nadie de la pertenencia al Pueblo de Dios. Por ello, la comunidad cristiana es el lugar de la comunión vivida en el amor entre los hermanos (cf.Rm12,10;1 Ts4,9;Hb13,1;1 P1,22;2 P1,7).

Todo esto demuestra cómo la Buena Nueva de Jesucristo, por la que Dios hace «nuevas todas las cosas» (Ap21,5),también es capaz de redimir las relaciones entre los hombres, incluida aquella entre un esclavo y su amo, destacando lo que ambos tienen en común: la filiación adoptiva y el vínculo de fraternidad en Cristo. El mismo Jesús dijo a sus discípulos: «Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer» (Jn15,15).

Múltiples rostros de la esclavitud de entonces y de ahora

3. Desde tiempos inmemoriales, las diferentes sociedades humanas conocen el fenómeno del sometimiento del hombre por parte del hombre. Ha habido períodos en la historia humana en que la institución de la esclavitud estaba generalmente aceptada y regulada por el derecho. Éste establecía quién nacía libre, y quién, en cambio, nacía esclavo, y en qué condiciones la persona nacida libre podía perder su libertad u obtenerla de nuevo. En otras palabras, el mismo derecho admitía que algunas personas podían o debían ser consideradas propiedad de otra persona, la cual podía disponer libremente de ellas; el esclavo podía ser vendido y comprado, cedido y adquirido como una mercancía.

Hoy, como resultado de un desarrollo positivo de la conciencia de la humanidad, la esclavitud, crimen de lesa humanidad,está oficialmente abolida en el mundo. El derecho de toda persona a no ser sometida a esclavitud ni a servidumbre está reconocido en el derecho internacional como norma inderogable.

Sin embargo, a pesar de que la comunidad internacional ha adoptado diversos acuerdos para poner fin a la esclavitud en todas sus formas, y ha dispuesto varias estrategias para combatir este fenómeno, todavía hay millones de personas –niños, hombres y mujeres de todas las edades– privados de su libertad y obligados a vivir en condiciones similares a la esclavitud.

Me refiero a tantostrabajadores y trabajadoras, incluso menores, oprimidosde manera formal o informal en todos los sectores, desde el trabajo doméstico al de la agricultura, de la industria manufacturera a la minería, tanto en los países donde la legislación laboral no cumple con las mínimas normas y estándares internacionales, como, aunque de manera ilegal, en aquellos cuya legislación protege a los trabajadores.

Pienso también en las condiciones de vida demuchos emigrantesque, en su dramático viaje, sufren el hambre, se ven privados de la libertad, despojados de sus bienes o de los que se abusa física y sexualmente. En aquellos que, una vez llegados a su destino después de un viaje durísimo y con miedo e inseguridad, son detenidos en condiciones a veces inhumanas. Pienso en los que se ven obligados a la clandestinidad por diferentes motivos sociales, políticos y económicos, y en aquellos que, con el fin de permanecer dentro de la ley, aceptan vivir y trabajar en condiciones inadmisibles, sobre todo cuando las legislaciones nacionales crean o permiten una dependencia estructural del trabajador emigrado con respecto al empleador, como por ejemplo cuando se condiciona la legalidad de la estancia al contrato de trabajo… Sí, pienso en el «trabajo esclavo».

Pienso en laspersonas obligadas a ejercer la prostitución, entre las que hay muchos menores, y en losesclavos y esclavas sexuales; en las mujeres obligadas a casarse, en aquellas que son vendidas con vistas al matrimonio o en las entregadas en sucesión, a un familiar después de la muerte de su marido, sin tener el derecho de dar o no su consentimiento.

No puedo dejar de pensar en losniños y adultosque son víctimas deltráfico y comercialización para la extracción de órganos, para serreclutados como soldados, para lamendicidad, para actividades ilegales como laproducción o venta de drogas, o paraformas encubiertas de adopción internacional.

Pienso finalmente en todos los secuestrados y encerrados en cautividad porgrupos terroristas, puestos a su servicio como combatientes o, sobre todo las niñas y mujeres, como esclavas sexuales. Muchos de ellos desaparecen, otros son vendidos varias veces, torturados, mutilados o asesinados.

Algunas causas profundas de la esclavitud

4. Hoy como ayer, en la raíz de la esclavitud se encuentra una concepción de la persona humana que admite el que pueda ser tratada como un objeto. Cuando el pecado corrompe el corazón humano, y lo aleja de su Creador y de sus semejantes, éstos ya no se ven como seres de la misma dignidad, como hermanos y hermanas en la humanidad, sino como objetos. La persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios, queda privada de la libertad, mercantilizada, reducida a ser propiedad de otro, con la fuerza, el engaño o la constricción física o psicológica; es tratada como un medio y no como un fin.

Junto a esta causa ontológica –rechazo de la humanidad del otro­– hay otras que ayudan a explicar las formas contemporáneas de la esclavitud. Me refiero en primer lugar a la pobreza, al subdesarrollo y a la exclusión, especialmente cuando se combinan con lafalta de acceso a la educacióno con una realidad caracterizada por lasescasas, por no decir inexistentes, oportunidades de trabajo. Con frecuencia, las víctimas de la trata y de la esclavitud son personas que han buscado una manera de salir de un estado de pobreza extrema, creyendo a menudo en falsas promesas de trabajo, para caer después en manos de redes criminales que trafican con los seres humanos. Estas redes utilizan hábilmente las modernas tecnologías informáticas para embaucar a jóvenes y niños en todas las partes del mundo.

Entre las causas de la esclavitud hay que incluir también lacorrupciónde quienes están dispuestos a hacer cualquier cosa para enriquecerse. En efecto, la esclavitud y la trata de personas humanas requieren una complicidad que con mucha frecuencia pasa a través de la corrupción de los intermediarios, de algunos miembros de las fuerzas del orden o de otros agentes estatales, o de diferentes instituciones, civiles y militares. «Esto sucede cuando al centro de un sistema económico está el dios dinero y no el hombre, la persona humana. Sí, en el centro de todo sistema social o económico, tiene que estar la persona, imagen de Dios, creada para que fuera el dominador del universo. Cuando la persona es desplazada y viene el dios dinero sucede esta trastocación de valores».

Otras causas de la esclavitud son losconflictos armados, laviolencia, elcrimeny elterrorismo. Muchas personas son secuestradas para ser vendidas o reclutadas como combatientes o explotadas sexualmente, mientras que otras se ven obligadas a emigrar, dejando todo lo que poseen: tierra, hogar, propiedades, e incluso la familia. Éstas últimas se ven empujadas a buscar una alternativa a esas terribles condiciones aun a costa de su propia dignidad y supervivencia, con el riesgo de entrar de ese modo en ese círculo vicioso que las convierte en víctimas de la miseria, la corrupción y sus consecuencias perniciosas.

Compromiso común para derrotar la esclavitud

5. Con frecuencia, cuando observamos el fenómeno de la trata de personas, del tráfico ilegal de los emigrantes y de otras formas conocidas y desconocidas de la esclavitud, tenemos la impresión de que todo esto tiene lugar bajo la indiferencia general.

Aunque por desgracia esto es cierto en gran parte, quisiera mencionar el gran trabajo silencioso que muchascongregaciones religiosas, especialmente femeninas, realizan desde hace muchos años en favor de las víctimas. Estos Institutos trabajan en contextos difíciles, a veces dominados por la violencia, tratando de romper las cadenas invisibles que tienen encadenadas a las víctimas a sus traficantes y explotadores; cadenas cuyos eslabones están hechos de sutiles mecanismos psicológicos, que convierten a las víctimas en dependientes de sus verdugos, a través del chantaje y la amenaza, a ellos y a sus seres queridos, pero también a través de medios materiales, como la confiscación de documentos de identidad y la violencia física. La actividad de las congregaciones religiosas se estructura principalmente en torno a tres acciones: la asistencia a las víctimas, su rehabilitación bajo el aspecto psicológico y formativo, y su reinserción en la sociedad de destino o de origen.

Este inmenso trabajo, que requiere coraje, paciencia y perseverancia, merece el aprecio de toda la Iglesia y de la sociedad. Pero, naturalmente, por sí solo no es suficiente para poner fin al flagelo de la explotación de la persona humana. Se requiere también un triple compromisoa nivel institucionalde prevención, protección de las víctimas y persecución judicial contra los responsables. Además, como las organizaciones criminales utilizan redes globales para lograr sus objetivos, la acción para derrotar a este fenómeno requiere un esfuerzo conjunto y también global por parte de los diferentes agentes que conforman la sociedad.

LosEstadosdeben vigilar para que su legislación nacional en materia de migración, trabajo, adopciones, deslocalización de empresas y comercialización de los productos elaborados mediante la explotación del trabajo, respete la dignidad de la persona. Se necesitan leyes justas, centradas en la persona humana, que defiendan sus derechos fundamentales y los restablezcan cuando son pisoteados, rehabilitando a la víctima y garantizando su integridad, así como mecanismos de seguridad eficaces para controlar la aplicación correcta de estas normas, que no dejen espacio a la corrupción y la impunidad. Es preciso que se reconozca también el papel de la mujer en la sociedad, trabajando también en el plano cultural y de la comunicación para obtener los resultados deseados.

Lasorganizaciones intergubernamentales, de acuerdo con el principio de subsidiariedad, están llamadas a implementar iniciativas coordinadas para luchar contra las redes transnacionales del crimen organizado que gestionan la trata de personas y el tráfico ilegal de emigrantes. Es necesaria una cooperación en diferentes niveles, que incluya a las instituciones nacionales e internacionales, así como a las organizaciones de la sociedad civil y del mundo empresarial.

Lasempresas,en efecto, tienen el deber de garantizar a sus empleados condiciones de trabajo dignas y salarios adecuados, pero también han de vigilar para que no se produzcan en las cadenas de distribución formas de servidumbre o trata de personas. A la responsabilidad social de la empresa hay que unir laresponsabilidad social del consumidor. Pues cada persona debe ser consciente de que «comprar es siempre un acto moral, además de económico».

Lasorganizaciones de la sociedad civil, por su parte, tienen la tarea de sensibilizar y estimular las conciencias acerca de las medidas necesarias para combatir y erradicar la cultura de la esclavitud.

En los últimos años, la Santa Sede, acogiendo el grito de dolor de las víctimas de la trata de personas y la voz de las congregaciones religiosas que las acompañan hacia su liberación, ha multiplicado los llamamientos a la comunidad internacional para que los diversos actores unan sus esfuerzos y cooperen para poner fin a esta plaga.Además, se han organizado algunos encuentros con el fin de dar visibilidad al fenómeno de la trata de personas y facilitar la colaboración entre los diferentes agentes, incluidos expertos del mundo académico y de las organizaciones internacionales, organismos policiales de los diferentes países de origen, tránsito y destino de los migrantes, así como representantes de grupos eclesiales que trabajan por las víctimas. Espero que estos esfuerzos continúen y se redoblen en los próximos años.

Globalizar la fraternidad, no la esclavitud ni la indiferencia

6. En su tarea de «anuncio de la verdad del amor de Cristo en la sociedad»,la Iglesia se esfuerza constantemente en las acciones de carácter caritativo partiendo de la verdad sobre el hombre. Tiene la misión de mostrar a todos el camino de la conversión, que lleve a cambiar el modo de ver al prójimo, a reconocer en el otro, sea quien sea, a un hermano y a una hermana en la humanidad; reconocer su dignidad intrínseca en la verdad y libertad, como nos lo muestra la historia de Josefina Bakhita, la santa proveniente de la región de Darfur, en Sudán, secuestrada cuando tenía nueve años por traficantes de esclavos y vendida a dueños feroces. A través de sucesos dolorosos llegó a ser «hija libre de Dios», mediante la fe vivida en la consagración religiosa y en el servicio a los demás, especialmente a los pequeños y débiles. Esta Santa, que vivió entre los siglos XIX y XX, es hoy un testigo ejemplar de esperanzapara las numerosas víctimas de la esclavitud y un apoyo en los esfuerzos de todos aquellos que se dedican a luchar contra esta «llaga en el cuerpo de la humanidad contemporánea, una herida en la carne de Cristo».

En esta perspectiva, deseo invitar a cada uno, según su puesto y responsabilidades, a realizar gestos de fraternidad con los que se encuentran en un estado de sometimiento. Preguntémonos, tanto comunitaria como personalmente, cómo nos sentimos interpelados cuando encontramos o tratamos en la vida cotidiana con víctimas de la trata de personas, o cuando tenemos que elegir productos que con probabilidad podrían haber sido realizados mediante la explotación de otras personas. Algunos hacen la vista gorda, ya sea por indiferencia, o porque se desentienden de las preocupaciones diarias, o por razones económicas. Otros, sin embargo, optan por hacer algo positivo, participando en asociaciones civiles o haciendo pequeños gestos cotidianos –que son tan valiosos–, como decir una palabra, un saludo, un «buenos días» o una sonrisa, que no nos cuestan nada, pero que pueden dar esperanza, abrir caminos, cambiar la vida de una persona que vive en la invisibilidad, e incluso cambiar nuestras vidas en relación con esta realidad.

Debemos reconocer que estamos frente a un fenómeno mundial que sobrepasa las competencias de una sola comunidad o nación. Para derrotarlo, se necesita una movilización de una dimensión comparable a la del mismo fenómeno. Por esta razón, hago un llamamiento urgente a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, y a todos los que, de lejos o de cerca, incluso en los más altos niveles de las instituciones, son testigos del flagelo de la esclavitud contemporánea, para que no sean cómplices de este mal, para que no aparten los ojos del sufrimiento de sus hermanos y hermanas en humanidad, privados de libertad y dignidad, sino que tengan el valor de tocar la carne sufriente de Cristo,que se hace visible a través de los numerosos rostros de los que él mismo llama «mis hermanos más pequeños» (Mt25,40.45).

Sabemos que Dios nos pedirá a cada uno de nosotros: ¿Qué has hecho con tu hermano? (cf.Gn4,9-10). La globalización de la indiferencia, que ahora afecta a la vida de tantos hermanos y hermanas, nos pide que seamos artífices de una globalización de la solidaridad y de la fraternidad, que les de esperanza y les haga reanudar con ánimo el camino, a través de los problemas de nuestro tiempo y las nuevas perspectivas que trae consigo, y que Dios pone en nuestras manos.

Vaticano, 8 de diciembre de 2014

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“¿Cómo celebraría hoy Jesús la Navidad?”, por Faustino Vilabrille

Jueves, 1 de enero de 2015
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1235125161025Leído en su blog:

Jesús nació en una cuadra, inundada de amor, mucho más digna que el palacio de Herodes, inundado de sangre, como los miles de palacios que en el mundo son.

Querid@s amig@s colaboradores y cooperantes:

Podemos preguntarnos cómo celebraría Jesús hoy la Navidad: Sin duda la celebraría haciendo lo que hizo toda su vida: por un lado proclamando el amor, la fraternidad, la justicia, la igualdad, la vida en abundancia para todos, la paz verdadera fundada en la justicia, la solidaridad, la dignidad de los niños, la defensa de las mujeres marginadas, el cuidado de los enfermos, la acogida a los inmigrantes. Y por otro, clamando contra la injusticia, contra los ricos y sus riquezas porque producen empobrecidos, contra los corrompidos y los corruptores actuales iguales a los fariseos de entonces; la celebraría apoyando y consolando a los desahuciados, liberando a los abatidos, atendiendo y curando a los enfermos, dando pan al que tiene hambre, agua al que tiene sed, escuchando atentamente a los demás, compadeciéndose; devolviendo la esperanza, la dignidad y el valor a los más débiles; la celebraría al lado de los pobres, indefensos, marginados, oprimidos y encarcelados, la celebraría entre los últimos de los últimos, es decir, en el Tercer Mundo.

Jesús nació en una cuadra, igual que nacen hoy la inmensa mayoría de los niños del tercer mundo. Jesús nació entre lo pobre, lo desvalido, y lo marginado; lo humilde, lo pacífico, lo manso, lo dócil y sencillo como lo eran las ovejas y sus pastores de entonces; Jesús nació entre los últimos de los últimos, su nacimiento fue anunciado a los últimos de los últimos; vivió entre los últimos de los últimos y murió entre los últimos de los últimos.

Conocer a Jesús y su mensaje con toda su riqueza de humanidad, de respuesta integral a las aspiraciones más profundas del hombre, es lo mejor que nos puede suceder en la vida.

Solo desde la encarnación en la realidad de los oprimidos, como la de Jesús, es posible hoy la Navidad. Encarnarse en la realidad de los oprimidos no es solo asumir su opresión y atenderlos, sino también y sobre todo enfrentarnos a las cusas que los oprimen para erradicarlas y que dejen de estar oprimidos, y de haber opresores que los opriman.

¿Cómo podemos hacerlo?

-Vamos a asumir como nuestra la causa de los oprimidos y exigir justicia para ellos.

-Vamos a denunciar públicamente a los ricos, su riqueza y su opresión para que dejen de oprimir y ser así liberados ellos mismos de ser opresores.

-Vamos a rechazar toda clase de ayudas a los pobres que provengan de quienes primero los han creado, como esos que explotan a trabajadores del Tercer Mundo fabricando allí, esclavizándolos, productos para vender en el Primero.

-Vamos a ahorrar algo para poder compartir un poco más con los que más lo necesitan, especialmente con los que son los más pobres de los pobres, los del Tercer Mudo.

-No vamos a estar comiendo o bebiendo en exceso mientras miles de personas a esa misma hora están muriendo de hambre y sed.

-Vamos a vivir un poco más austeramente: así no seremos causa de la injusta explotación de la tierra y cuidaremos la naturaleza, en medio de la cual nació Jesús.

-Cuidaremos mejor nuestra salud para, viviendo más tiempo, poder seguir haciendo un poco de bien mientras estemos en este mundo.

-Por todo ello nos sentiremos más felices por estar así más cerca del pobre de Belén que vino a compartir en todo nuestra condición humana y a anunciar la salvación a los pobres y la liberación a los oprimidos; y le daremos gracias por haber iluminado nuestras vidas con la luz de su mensaje para este mundo y la plenitud definitiva.

-Llevaremos en la mente y el corazón, como Jesús, el compromiso con la vida, la justicia, la igualdad, la fraternidad, el amor, la paz, la esperanza, manifestándolos en los hechos y las palabras de nuestra vida, para ser con Jesús constructores de una nueva humanidad para todos lo seres humanos y para toda la creación.

Los profetas de Israel sostuvieron la esperanza del pueblo, pobre y oprimido, anunciando a un Mesías Libertador.

¿Qué esperanza de liberación anunciamos los cristianos de hoy a los pobres y oprimidos de nuestro tiempo?

Una vela puede encender miles de velas y su vida no se acorta, sino que recibe más luz. Así es la felicidad: cuanto más se comparte, más crece

Un abrazo muy cordial y sentido en estos días de Navidad para todos y todas, especialmente aquellos y aquellas que en estos días sé, por conoceros personalmente, que estáis sufriendo de una manera muy especial.-Faustino

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“Navidad: fiesta de la humanidad de Dios y de la comensalidad”, por Leonardo Boff, teólogo

Jueves, 1 de enero de 2015
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nacimientolr_3Leído en Koinonia:

  La Navidad está llena de significados. Uno de ellos ha sido secuestrado por la cultura del consumo que, en vez del Niño Jesús, prefiere la figura del vejete bonachón, Papá Noel, porque es más llamativo para los negocios. El Niño Jesús, por el contrario, habla del niño interior que llevamos siempre dentro de nosotros, que siente necesidad de ser cuidado y que, una vez que ha crecido, tiene el impulso de cuidar. Es ese pedazo de paraíso que no se ha perdido totalmente, hecho de inocencia, de espontaneidad, de encanto, de juego y de convivencia con los otros sin ninguna discriminación.

Para los cristianos es la celebración de la “proximidad y de la humanidad” de nuestro Dios, como se dice en la epístola a Tito (3,4). Dios se dejó apasionar tanto por el ser humano que quiso ser uno de ellos. Como dice bellamente Fernando Pessoa en su poema sobre la Navidad: «Él es el eterno Niño, el Dios que faltaba; el divino que sonríe y que juega; el niño tan humano que es divino».

Ahora tenemos un Dios niño y no un Dios juez severo de nuestros actos y de la historia humana. Qué alegría interior sentimos cuando pensamos que seremos juzgados por un Dios niño. Más que condenarnos, quiere convivir y entretenerse con nosotros eternamente.

Su nacimiento provocó una conmoción cósmica. Un texto de la liturgia cristiana dice de forma simbólica: «Entonces las hojas que parloteaban, callaron como muertas; el viento que susurraba, quedó parado en el aire; el gallo que cantaba se calló en medio de su canto; las aguas del riachuelo que corrían, se estancaron; las ovejas que pastaban, quedaron inmóviles; el pastor que erguía su cayado quedó como petrificado; entonces, en ese preciso momento, todo se paró, todo se silenció, todo se suspendió: nacía Jesús, el Salvador de las gentes y del universo».

La Navidad es una fiesta de luz, de fraternidad universal, fiesta de la familia reunida alrededor de una mesa. Más que comer, se comulga con la vida de unos y otros, con la generosidad de los frutos de nuestra Madre Tierra y del arte culinario del trabajo humano.

Por un momento olvidamos los quehaceres cotidianos, el peso de nuestra existencia trabajosa, las tensiones entre familiares y amigos y nos hermanamos en alegre comensalidad. Comensalidad significa comer juntos reunidos en la misma mesa como se hacía antes: toda la familia se sentaba a la mesa, conversaban, comían y bebían, padres, hijos e hijas.

La comensalidad es tan central que está ligada a la aparición del ser humano en cuanto humano. Hace siete millones de años comenzó la separación lenta y progresiva entre los simios superiores y los humanos, a partir de un antepasado común. La singularidad del ser humano, a diferencia de los animales, es la de reunir los alimentos, distribuirlos entre todos comenzando por los más pequeños y los mayores, y después los demás.

La comensalidad supone la cooperación y la solidaridad de unos con otros. Fue ella la que propició el salto de la animalidad a la humanidad. Lo que fue verdad ayer, sigue siendo verdad hoy. Por eso nos duele tanto saber que millones y millones de personas no tienen nada para repartir y pasan hambre.

El 11 de septiembre de 2001 sucedió la conocida atrocidad de los aviones que se lanzaron sobre las Torres Gemelas. En ese acto murieron cerca de tres mil personas.

Exactamente en ese mismo día morían 16.400 niños y niñas con menos de cinco años de vida; morían de hambre y de desnutrición. Al día siguiente y durante todo el año doce millones de niños fueron víctimas del hambre. Y nadie quedó horrorizado ni se horroriza delante de esta catástrofe humana.

En esta Navidad de alegría y de fraternidad no podemos olvidar a esos que Jesús llamó “mis hermanos y hermanas menores” (Mt 25, 40) que no pueden recibir regalos ni comer alguna cosa. Pero no obstante este abatimiento, celebremos y cantemos, cantemos y alegrémonos porque nunca más estaremos solos. El Niño se llama Jesús, el Emanuel que quiere decir: “Dios con nosotros”. Viene bien a la ocasión este pequeño verso que nos hace pensar sobre nuestra comprensión de Dios, revelada en Navidad:

Todo niño quiere ser hombre.

Todo hombre quiere ser rey.

Todo rey quiere ser ‘dios’.

Solo Dios quiso ser niño.

Feliz Fiesta de Navidad del año de gracia de 2014.

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“Al final ¿dónde y cuándo nació Jesús?”, por Juan Arias

Jueves, 1 de enero de 2015
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safe_image.phpLeído en la página web de Redes Cristianas

Cada año, al acercarse la Navidad hay siempre quien me pregunta, recordando mis estudios bíblicos: “¿Donde nació de verdad Jesús?” ¿Es verdad que no nació en Belén sino en la minúscula aldea de Nazaret, en la región de Galilea?

¿Es cierto que no nació el 24 de diciembre? ¿Se sabe lo que hizo hasta aparecer en público con 30 años? ¿Estaba casado? ¿Tuvo hijos? ¿Por qué lo mataron? ¿Por revolucionario político o por desafiar el poder del Templo judío?

La Navidad tal y como la viven los cristianos, católicos, protestantes o evangélicos es hoy más bien una leyenda según los expertos en estudios bíblicos. Una bella y tierna leyenda creada, para que se cumplieran las profecías según las cuales el Mesías debería ser de la estirpe de David que había nacido en Belén.

En realidad Jesús y toda su familia eran de Nazaret. Todos judíos. La leyenda del nacimiento de Jesús cuenta que, nació en invierno, en un pesebre, entre animales que le ofrecían calor, adorado por tres reyes de Oriente que le llevaron de regalo oro, incienso y mirra.

Junto con la de su nacimiento en Belén nació también la leyenda de la huida a Egipto porque el rey Herodes quería matar al niño. Como no consiguió encontrarlo, habría mandado matar a todos los niños menores de dos años. Una historia preñada de simbolismos que acaba gustando a pequeños y grandes.

La leyenda del nacimiento de Jesús es silenciada por dos de los cuatro evangelios canónicos: el de Marcos, considerado el más antiguo, y el de Juan. Ellos inician el relato de la vida de Jesús cuando era ya adulto. Dan por hecho que Jesús y toda su familia eran oriundos de la aldea de Nazaret tan pequeña que no aparece en los mapas de aquel tiempo. Tan rural, que en ella se hablaba un dialecto del arameo, la lengua oficial. El hebreo se había convertido en una lengua de culto. Tan insignificante en aquel tiempo que los fariseos, ante la fama que iba ganando el profeta, se preguntaban “si en Nazaret podía nacer algo bueno”.

La Iglesia bautizó como cristiana la gran festividad pagana de los romanos

El judío Jesús que daría origen al futuro cristianismo nació sin cantos de ángeles, sin magos llegados del Oriente para adorarlo, sin pesebre y sin ser perseguido por Herodes. No nació el 24 de diciembre, por el simple hecho de que en ninguno de los textos evangélicos se habla de esa fecha. Fue escogida por la Iglesia más tarde porque los cristianos querían celebrar la festividad de su nacimiento.

Se decidió que fuera el 24 de diciembre porque era la gran fiesta de Roma, la fiesta al dios Sol. La Iglesia bautizó como cristiana la gran festividad pagana de los romanos.

Otro de los argumentos de los biblistas para defender que Jesús nació en Nazaret se refiere al hecho de que a los judíos se les designaba o por el nombre del padre o por el del lugar del nacimiento. Jesús debería haberse llamado o Jesús de José o Jesús de Belén, algo que no aparece en ningún texto evangélico. En ellos, en todos, se le llama siempre Jesús de Nazaret.

Una cosa es cierta: nadie sabe lo que Jesús hizo hasta los 30 años que es cuando aparece en público. Se ha querido defender últimamente que Jesús era analfabeto. Nada más falso. Si acaso, el misterio radica en saber como sabía tanto tras haber vivido hasta entonces encerrado en el pequeño pueblo de Galilea trabajando como carpintero o peón de albañil.

En efecto, a los 30 años Jesús se muestra capaz de discutir con los doctores de la ley, conocía los textos sagrados del judaísmo, varias culturas como la griega o la de los gnósticos y otras religiones como el budismo.

Jesús era culto y hasta intelectuales como Nicodemo iban a encontrarse con él de noche, a escondidas, para discutir temas filosóficos como el de la metamorfosis indispensable para poder dar un salto cuántico del frío culto a la ley a la libertad de espíritu del nuevo Reino por él anunciado.

Nacen así las hipótesis de que en vez de haberse quedado en Nazaret hubiese podido viajar a Egipto y hasta a la India durante su juventud. Conocía bien la cultura griega. Cuando los apóstoles le presentan un grupo de griegos que querían conocerle, usa con ellos de una fina ironía. A sabiendas de que para ellos la belleza corporal era fundamental y criterio de poder, Jesús les cuenta la parábola de la simiente, la cual si no se pudre en la tierra y no se la cubre de estiércol, no nacerá ni dará frutos. Lo opuesto a los puros criterios de la estética de la belleza griega.

¿Qué si Jesús estaba casado? Pocos teólogos y expertos en cuestiones bíblicas tanto católicos como protestantes lo ponen hoy en duda. Era práctica inconcebible para un judío de su tiempo no tener familia y descendencia ya que el judaísmo se transmite de madre a hijo.

Tan fuerte era ese motivo que en la Biblia a los patriarcas cuyas esposas eran estériles, Dios les pedía que se acostasen con una de las esclavas para darles descendencia. Fue el caso, por ejemplo, de Abraham casado con Sara que no podía procrear.

Jesús estuvo casado sin duda con la Magdalena que no era, como sostuvo durante siglos la Iglesia, una prostituta o endemoniada

¿Con quién estaba casado? Sin duda con la Magdalena, que no era, como sostuvo durante siglos la Iglesia, una prostituta o endemoniada. Con mucha probabilidad era una conocedora de la doctrina gnóstica, como aparece en algunos evangelios de aquella secta. A ella confiaba sus mayores secretos, algo que despertaba los celos de Pedro: “¿Por qué a ella y no a nosotros?”, se pregunta en uno de los evangelios gnósticos.

De no haber sido su mujer no hubiese sido a ella a quien se le apareció el día de la resurrección, antes aún que a su madre. Pedro se quedó perplejo preguntándose por qué no se les había aparecido a ellos, sus discípulos, ya que además las mujeres no contaban nada, ni eran creíbles en aquel tiempo. Ni siquiera como testigo ante un juez.

Fue siempre ese hecho el gran quebradero de cabeza de Tomás de Aquino, doctor de la Iglesia, que se murió sin entender por qué Jesús no se apareció antes que a nadie a Pedro, que era el jefe del grupo de apóstoles y lo hizo a una mujer.

¿Entonces, si no nació en Belén ni el 24 de diciembre vale la pena celebrar la Navidad? Sí, porque esa leyenda lleva en su entraña la añoranza del ser humano de pararse una vez al año para celebrar la vida, para apostar por la paz, un paréntesis para el perdón y la aceptación de los otros, sobretodo de los diferentes.

¿No fue por ser diferente, por no doblegarse al poder tirano e injusto, por predicar el perdón, bendecir a prostitutas y endemoniados y tocar a leprosos por lo que Pilatos mandó clavarlo aún joven en una cruz? Dónde y cuándo nació importa menos.

Mi amigo Jorge Perelló me escribe para felicitarme la Navidad, que dice “existe sólo para los rechazados”, y añade: “el resto es leyenda, historia y hasta superstición”.

Es cierto, pero en ese caso en la Navidad cabemos todos ya que de un modo u otro todos somos de algún modo rechazados por alguien, pobres de algo, solitarios, exiliados, a veces de nosotros mismos y a la vez buscadores de esa paz que el mundo rechaza porque es más fácil matar o mandar matar, que amar y perdonar.

Por eso, a pesar de todo,

¡Feliz Navidad!

© EDICIONES EL PAÍS S.L.
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“Festejar es afirmar la bondad de la vida”, por Leonardo Boff, teólogo

Jueves, 1 de enero de 2015
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celebracionbajaVoces. Leonardo Boff. [Koinonia] El tema de la fiesta es un fenómeno que ha desafiado a grandes nombres del pensamiento como R. Caillois, J. Pieper, H. Cox, J. Motmann y al propio F. Nietzsche. Y es que la fiesta revela lo que todavía hay de mítico en nosotros en medio de la fría racionalidad. Cuando se realizó la Copa del Mundo en Brasil en junio y julio del presente año, se hicieron grandes fiestas en todas las clases sociales, verdaderas celebraciones. Incluso después de la humillante derrota de Brasil frente a Alemania, las fiestas no decayeron. En Costa Rica, que no fue campeona del mundo, pero mostró excelente fútbol, hasta el presidente salió a la calle a celebrar. No fue diferente en Colombia. La fiesta hace olvidar los fracasos, suspende la terrible cotidianidad y el tiempo de los relojes. Es como si, por un momento, participásemos de la eternidad, pues en la fiesta no percibimos el tiempo que pasa.

La fiesta en sí está libre de intereses y finalidades, aunque haya fiestas de negocios donde la fiesta se transforma en beber, comer y negociar. Pero en la fiesta que es fiesta, todos están juntos no para aprender o enseñar algo unos a otros, sino para alegrarse, para estar ahí, uno para el otro comiendo y bebiendo en amistad y concordia. La fiesta reconcilia todas las cosas y nos devuelve la saudade del paraíso de las delicias, que nunca se perdió totalmente. Platón sentenciaba con razón: «los dioses hicieron las fiestas para que pudiésemos respirar un poco». La fiesta no es solo un día de los hombres sino también «un día que el Señor hizo» como dice el Salmo 117, 24. Efectivamente, si la vida es un caminar trabajoso, necesitamos a veces parar para respirar y, renovados, seguir adelante.

La fiesta es como un regalo que no depende ya de nosotros y que no podemos manipular. Se puede preparar la fiesta, pero la festividad, es decir, el espíritu de la fiesta, surge gratuitamente. Nadie la puede prever ni simplemente producir. Solamente podemos prepararnos interior y exteriormente y acogerla.

A la fiesta más social (bodas, aniversario) pertenecen la ropa festiva, el adorno, la música y el baile. ¿De dónde brota la alegría de la fiesta? Tal vez Nietszche encontró la mejor manera de formularlo: «para alegrarse de alguna cosa, hay que dar la bienvenida a todas las cosas». Por tanto, para poder festejar de verdad necesitamos afirmar positivamente la totalidad de las cosas: «Si podemos decir sí a un único momento entonces habremos dicho sí no sólo a nosotros mismos sino a la totalidad de la existencia» (Der Wille zur Macht, libro IV: Zucht und Züchtigung, nº 102).

Ese sí subyace a nuestra decisiones cotidianas, en nuestro trabajo, en la preocupación por la familia, en la convivencia con los colegas. La fiesta es el tiempo fuerte en el cual el sentido secreto de la vida es vivido incluso inconscientemente. De la fiesta salimos más fuertes para enfrentarnos a las exigencias de la vida.

La grandeza de una religión, cristiana o no, reside en gran parte en su capacidad de celebrar y de festejar a sus santos y maestros, los tiempos sagrados, las fechas fundacionales. En las fiesta cesan los interrogantes del corazón y el practicante celebra la alegría de su fe en compañía de hermanos y hermanas que comparten sus mismas convicciones, oyen la misma palabra sagrada y se sienten próximos a Dios.

Viviendo de esta forma la fiesta religiosa, percibimos cuan equivocado es el discurso que sensacionalistamente anuncia la muerte de Dios. Se trata de un trágico síntoma de una sociedad saturada de bienes materiales, que asiste lentamente no a la muerte de Dios, sino a la muerte del hombre que perdió la capacidad de llorar, de alegrarse por la bondad de la vida, por el nacer del sol, por la caricia entre dos enamorados.

Nuevamente volvemos a Nietzsche que entendió mucho de la verdad esencial del Dios vivo, sepultado bajo tantos elementos envejecidos de nuestra cultura religiosa y de la rigidez de la ortodoxia de las iglesias: «la pérdida de la jovialidad, es decir, de la gracia divina (jovialidad viene de Jupter, Jovis) es la consecuencia fundamental de la muerte de Dios» (Fröhliche Wissenschaft III, aforismo 343 y 125).

Por haber perdido la jovialidad, gran parte de nuestra cultura no sabe festejar. Conoce la frivolidad, los excesos de comer y beber, las palabrotas groseras, y las fiestas montadas como comercio, en las cuales hay de todo menos alegría y jovialidad.

La fiesta tiene que ser preparada y solamente después celebrada. Sin esta disposición interior corre el riesgo de perder su sentido alimentador de la vida que llevamos. Hoy en día vivimos en fiestas. Pero por no saber prepararnos ni prepararlas, salimos de ellas vacíos o saturados cuando el valor de las mismas era llenarnos de un sentido mayor para llevar adelante la vida, siempre desafiante y para la mayoría, trabajosa.

Imagen extraída de: Caro Celis

Fuente Cristianismo y justicia

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Retiran en Piacenza (Italia) un Belén sin Virgen y con dos San José

Jueves, 1 de enero de 2015
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C_4_articolo_2085772__ImageGallery__imageGalleryItem_1_imageDos San José que miran al Niño Jesús. No hay rastro de María. El pesebre, cuando menos, original, se puso a la venta en un centro comercial en las afueras de Piacenza. La representación inusual de la Natividad no dejó indiferentes a los clientes que protestaron hasta el punto de convencer a los responsables y eliminarlo. Polémica en la Red: “Es  inaceptable”, tronaron algunos usuarios.

Pero quien lanzó la rimera piedra y  finalmente se salió con la suya, fue el concejal Mateo Rancan, de la ultra Liga Norte. Había denunciado con una foto en facebook el pesebre gay friendly que apareció en un centro comercial de Piacenza y la Natividad progresista se ha eliminado.

“Belén gay con el niño adoptado” o “provocación inaceptable” fueron algunas de las críticas que desató un Belén expuesto en un centro comercial en las afueras de Piacenza (Italia). Comentarios que han acabado con la retirada de este nacimiento, tal y como ha señalado el diputado de la Liga Norte Piacenza, Matteo Rancan.

Era un pesebre para la venta, no decorativo, y presenta esta escena: el niño tenía dos papás, dos de San José. de María ni la sombra. Una cuna que enfureció al líder de la Liga Norte, recientemente convertido en consejero regional.
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El diputado de la formación conservadora se hizo eco en su perfil de Facebook de esta ‘victoria’ con esta reflexión: y su reflexión moral: “informo que he recibido dos informes de ciudadanos que me han dicho en el centro comercial de la galaxia Piacenza se ha creado una escena de la natividad con dos Josés, y no con María  y que  estaba en venta Sin duda alguna fue una confusión verdad ?? “Sin duda, fue un error, ¿no? La escena de la natividad con los dos San José estaba a la venta informó ANSA Rancan Protestaron ante el vendedor, y el pesebre se ha retirado. También me dicen que fue eliminado con prontitud después de recibir varios informes de ciudadanos indignados ¡Bien! ¡La tradición debe seguir con vida! ¡Manténganla¡”.
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Los medios italianos aseguran, que, tras las protestas, el segundo san José ha sido sustituido por una Virgen vestida de blanco con manto azul, como manda la tradición.
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Pero, socialmente, el debate está abierto. Entre los comentarios en el tablón de anuncios del asesor recién llegado también han aparecido protestas y objeciones.
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No es la primera ocasión que se da en Italia un episodio parecido. En 2006, dos diputados pusieron cuatro muñecos representando parejas homosexuales cerca del niño Jesús en la escena oficial de la Natividad en el Parlamento. También se les obligó a retirarlo.
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General, Homofobia/ Transfobia. , , , , , , ,

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