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Archivo para Domingo, 24 de agosto de 2014

La Oración.

Domingo, 24 de agosto de 2014
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Del blog de la Communion Béthanie:

Caminemos todo el verano con el papa Juan XXIII

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La oración nace de una conciencia tranquila, es decirque no se exalta en el éxito,
ni cae en la tribulación del cuerpo o del espíritu,
sino que comparte su tiempo bajo la dirección de la obediencia
y se expresa en la sinceridad y el amor hacia todos, en la caridad más difícil
inspirado en el himno de San Pablo en su primera carta a los Corintios:
paciente, benévolo, no rencoroso ni insolente;
que no se hincha, no es ambicioso, no busca su interés,
no se encoleriza, no pienses mal, no se alegra de la injusticia,
sino que pone su alegría en la verdad, cree todo, espera todo,  lo soporta todo.

De esta conciencia serena y en paz brota la oración pura;
escuchar a Dios, hablar con Dios, hacer silencio en Él, preguntar lo que quiere.
La oración de adoración y acción de gracias, más que de petición.
Pues el Señor sabe lo que necesitamos.

*

Su Santidad Juan XXIII

***

"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad , , , , , , ,

“¿Qué decimos nosotros?”. 24 de agosto de 2014. 21 Tiempo ordinario (A). Mateo 16, 13-20

Domingo, 24 de agosto de 2014
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44-OrdinarioA21También hoy nos dirige Jesús a los cristianos la misma pregunta que hizo un día a sus discípulos: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”. No nos pregunta solo para que nos pronunciemos sobre su identidad misteriosa, sino también para que revisemos nuestra relación con él. ¿Qué le podemos responder desde nuestras comunidades?

¿Conocemos cada vez mejor a Jesús, o lo tenemos “encerrado en nuestros viejos esquemas aburridos” de siempre? ¿Somos comunidades vivas, interesadas en poner a Jesús en el centro de nuestra vida y de nuestras actividades, o vivimos estancados en la rutina y la mediocridad?

¿Amamos a Jesús con pasión o se ha convertido para nosotros en un personaje gastado al que seguimos invocando mientras en nuestro corazón va creciendo la indiferencia y el olvido? ¿Quienes se acercan a nuestras comunidades pueden sentir la fuerza y el atractivo que tiene para nosotros?

¿No sentimos discípulos y discípulas de Jesús? ¿Estamos aprendiendo a vivir con su estilo de vida en medio de la sociedad actual, o nos dejamos arrastrar por cualquier reclamo más apetecible para nuestros intereses? ¿Nos da igual vivir de cualquier manera, o hemos hecho de nuestra comunidad una escuela para aprender a vivir como Jesús?

¿Estamos aprendiendo a mirar la vida como la miraba Jesús? ¿Miramos desde nuestras comunidades a los necesitados y excluidos con compasión y responsabilidad, o nos encerramos en nuestras celebraciones, indiferentes al sufrimiento de los más desvalidos y olvidados: los que fueron siempre los predilectos de Jesús?

¿Seguimos a Jesús colaborando con él en el proyecto humanizador del Padre, o seguimos pensando que lo más importante del cristianismo es preocuparnos exclusivamente de nuestra salvación? ¿Estamos convencidos de que el modo de seguir a Jesús es vivir cada día haciendo la vida más humana y más dichosa para todos?

¿Vivimos el domingo cristiano celebrando la resurrección de Jesús, u organizamos nuestro fin de semana vacío de todo sentido cristiano? ¿Hemos aprendido a encontrar a Jesús en el silencio del corazón, o sentimos que nuestra fe se va apagando ahogada por el ruido y el vacío que hay dentro de nosotros?

¿Creemos en Jesús resucitado que camina con nosotros lleno de vida? ¿Vivimos acogiendo en nuestras comunidades la paz que nos dejó en herencia a sus seguidores? ¿Creemos que Jesús nos ama con un amor que nunca acabará? ¿Creemos en su fuerza renovadora? ¿Sabemos ser testigos del misterio de esperanza que llevamos dentro de nosotros?

José Antonio Pagola

Red evangelizadora BUENAS NOTICIAS
Difunde la fe en Jesús, el Cristo. Pásalo.

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“Tú eres Pedro, y te daré las llaves del reino de los cielos”. Domingo 24 de agosto de 2014. 21º domingo de tiempo ordinario

Domingo, 24 de agosto de 2014
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b9eea6d5973bb9580b1be4a38a7ebf0d502089705bf52bb27b5a255eb565741bDe Koinonia:

Isaías 22,19-23: Colgaré de su hombro la llave del palacio de David
Salmo responsorial: 137:
Señor, tu misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos.
Romanos 11,33-36: Él es el origen, guía y meta del universo
Mateo 16,13-20:
Tú eres Pedro, y te daré las llaves del reino de los cielos

El texto de Isaías se refiere, con mucha probabilidad, a la época inmediatamente anterior a la primera deportación. Recordemos que como represalia a un intento de rebelión, el imperio babilónico exilió, en el año 597 a.e.c, a los miembros más prestantes de la sociedad y los trasladó a varias ciudades y campos de Mesopotamia. Esto significó un duro golpe para las pretensiones de la familia monárquica que se consideraba inamovible del trono.

La profecía de Natán que, en realidad, era una exhortación para que el rey se mantuviera fiel a la voluntad del Señor, se había convertido ya en la época salomónica en un recurso ideológico para legitimar el monopolio del poder. Al inicio del siglo VI la situación de Judá cambió completamente, con la entrada en escena del imperio babilónico, que pretendió crear un imperio mediante el sometimiento de todos los pequeños reinos y el control de las tribus dispersas por toda el llamado «Creciente Fértil». Jerusalén era sólo una fortaleza más a conquistar.

La profecía de David se dirige contra las pretensiones de la clase dirigente que se consideraba la propietaria perpetua del trono. El caso más patético era el de los primeros ministros, que remplazaban al rey en su ausencia. Estos personajes, casi siempre provenientes de la alta aristocracia, cobraban singular importancia cuando podían gobernar el país y darse todos los honores regularmente reservados al rey.

Parece que el mayordomo del palacio real de Jerusalén, llamado Sobna, se excedió en sus pretensiones y no se contentó con ostentar la ‘banda’ del rey sino que convirtió las llaves del palacio en símbolo de su creciente poder. Todas estas manifestaciones de arrogancia ponían en evidencia cuán arruinadas estaban las instituciones monárquicas y el grado extremo de decadencia en el que había caído la corte. Isaías pronuncia un oráculo de condenación contra este ministro presuntuoso, denunciando todas las arbitrariedades que había cometido y anunciándole cuál sería el final de todas sus hazañas. El que se había construido una tumba elegante moriría en un campo desolado en tierras extranjeras. La llave que el primer ministro ostentaba, terminaría en manos de otra persona más capaz. Los caminos del Señor no son los del individuo engreído y alienado. Todo lo que un sistema social construye sobre la explotación, el abuso del derecho y la falsedad, termina irremediablemente condenado a la insignificancia.

Pablo, haciendo eco de los himnos a la sabiduría, recuerda la distancia enorme que hay entre las absurdas pretensiones individualistas y megalómanas, y el sabio designio de Dios que dispone únicamente lo que es provechoso para el ser humano.

Esa contraposición entre las desmedidas pretensiones de ciertos individuos y grupos sedientos de poder y los insondables caminos del Señor, se hace patente en el episodio del evangelio. A la mitad del camino de Jerusalén, o sea, en la exacta mitad del proceso de formación de los discípulos, Jesús los interroga sobre aquello que han podido captar en el tiempo en que los ha acompañado y orientado.

Las respuestas nos sorprenden. De una parte el gentío que sigue a Jesús lo identifica correctamente como uno de los profetas. De otra, el grupo en la voz de Pedro lo reconoce correctamente como Mesías e Hijo de Dios. Pero, subsiste un problema de fondo: tanto la multitud como los discípulos quieren imponerle a Jesús un estilo de ser profeta y una manera de ser Mesías. Discípulos y muchedumbre piden lo que es contrario a la voluntad de Dios e inconsecuente con la enseñanza de Jesús. Parecería que el enorme esfuerzo de Jesús no hubiese surtido el efecto esperado, y que los discípulos, en lugar de cambiar de mentalidad, hubieran afianzado sus antiguas y erráticas ideas. Sin embargo, el evangelio nos quiere mostrar que los discípulos aún deben pasar por la experiencia de la cruz para comprender el verdadero alcance de las palabras y obras de Jesús.

Jesús sí es el Mesías, pero no el Mesías triunfalista y prepotente del nacionalismo exacerbado, sino una persona al servicio de las más hondas y profundas Causas humanas. Jesús sí es el profeta; pero no el profeta que anuncia la supremacía de la propia religión o de la ideología de su grupo, sino el profeta del amor, la justicia y la paz.

Las tres lecturas nos muestran cuán impredecibles y certeras son las sendas de Dios y cuán caducos y esquemáticos son nuestros trillados caminos. El evangelio nos invita a aprender de Jesús cuál es el camino auténtico que nos conduce al Padre, porque «no todo el que dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos». Leer más…

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Dom 24 8 14 ¿Quién dicen los hombres…? Jesús y Muhammad

Domingo, 24 de agosto de 2014
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601576_280Del blog de Xabier Pikaza:

Dom 21, tiempo ordinario. Ciclo A. Con ocasión del así llamado “califato de Isis”, mi postal anterior ha suscitado una fuerte polémica, en cuyo fondo está la comparación entre Jesús y Muhammad (Mahoma).

Éste es quizá el tema fundamental de la historia de occidente y de gran parte del mundo en los últimos 14 siglos.
¿Quién de los dos tiene la última palabra (si es que la tiene), quién de los dos ofrece el mejor camino…?
¿O pueden tomarse ambos como variantes de una difícil subida al Monte de Dios, es decir, a la Nueva Humanidad?

El tema está en el fondo de la pregunta de Jesús en el evangelio de este domingo: ¿quién dicen los hombres que soy yo, que es el Hijo del Hombre? Está en el fondo el relato original de Marcos 8, 27-33, que ha sido también reconstruído por el evangelista, pero que está más cerca del original.

Se trata de precisar la estrategia de Jesús y la de Muhammad, para plantear desde ese fondo la semejanza y diferencia entre yihad y camino de cruz (no cruzada). Es lo que haré sobriamente en esta postal, con un poco de “aparato bibliográfico”, siguiendo el planteamiento de mi Historia de Jesús. Buen domingo a todos.

Buen fin de semana a todos. Esta postal se sitúa en la línea de la anterior, y responde a algunas cuestiones de los comentaristas, a quienes agradezco su colaboración. Pensando en ellos he preparado lo que sigue.

(En la imagen: Jesús en asno y Mahoma en camella se acercan a Jeerusalén, donde les espera el judío: ¿para abrazarles a los dos? ¿para compartir con ellos la herencia de Dios y de la tierra? ¿para llevarles a Gaza y al Califato de Isis para ver la forma de arreglar algo?)

Texto base de Marcos 8, 27-33

(a. Quién dicen) 27 Y salieron Jesús y sus discípulos hacia las aldeas de Cesárea de Filipo y por el camino les preguntó: )Quién dice la gente que soy yo?28 Ellos le contestaron: Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; y otros, que uno de los profetas.
(b. Y vosotros). 29 El siguió preguntándoles: Y vosotros, )quién decís que soy yo? Pedro le respondió: Tú eres el Cristo.30 Y les prohibió terminantemente que hablaran a nadie acerca de él.

(c. Jesús). 31 Y empezó a enseñarles que el Hijo del hombre debía padecer mucho, que sería rechazado por los presbíteros, los sumos sacerdotes y escribas; que lo matarían, y a los tres días resucitaría. 32 Les hablaba con toda claridad.
(c. Pedro y Jesús) Entonces Pedro lo tomó aparte y se puso a increparlo. 33 Pero él se volvió y, mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro, diciéndole: ¡Apártate de mí, Satanás!, porque no piensas las cosas de Dios, sino las de los hombres.

Texto recreado por Mateo 16, 13-24

Introducción

13 Llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a
sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?»
14 Ellos dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros,
que Jeremías o uno de los profetas.»
15 Díceles él: «Y vosotros ¿quién decís que soy yo?»
16 Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo.»

Inciso petrino

17 Replicando Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de
Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que
está en los cielos.
18 Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra
edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.
19 A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la
tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará
desatado en los cielos.»

Se retoma el texto de Marcos

20 Entonces mandó a sus discípulos que no dijesen a nadie que él era
el Cristo. 21 Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que él
debía ir a Jerusalén y sufrir mucho de parte de los ancianos, los sumos
sacerdotes y los escribas, y ser matado y resucitar al tercer día.
22 Tomándole aparte Pedro, se puso a reprenderle diciendo: «¡Lejos
de ti, Señor! ¡De ningún modo te sucederá eso!»
23 Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: «¡Quítate de mi vista, Satanás!
¡Escándalo eres para mí, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino
los de los hombres! 24 Entonces dijo Jesús a sus discípulos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.

((Dejo para otro día el inciso petrino, que es a todas luces posterior, aunque importantísimo. Hoy trato sólo de la decisión de Jesús, comparándole con Muhammad)

1. Tema de fondo: Jesús reformula y trasforma el proyecto davídico,

imagescomo habían querido hacer los macabeos (hacia el 170/160 a. C.), pero en un sentido muy distinto. Los macabeos, sin apelar directamente a David, se habían alzado contra la “contaminación” del helenismo y de los judíos que lo apoyaban. Pensaron que la “opción griega” iba en contra de la elección israelita y quisieron rechazarla por la guerra. De esa forma propusieron una respuesta limitada (partidista), dictada por la violencia, como aquella que intentarán algunos años después de Jesús los celotas (el 67-70 d. C.).

Pues bien, a diferencia de macabeos y celotas, Jesús recrea la respuesta davídica de trasformación a través de la entrega personal sin violencia externa, como gesto de amor activo que puede “convertir” a los otros a través de la propia conversión y entrega, sin combatirles por la fuerza, en un plano más alto de unidad, sin imponerse por la fuerza sobre los hombres. Ésa ha sido la lógica de los itinerantes de Galilea, que culmina ahora, cuando Jesús llega a Jerusalén, como pretendiente davídico, para quedar en manos en manos de aquellos que pueden recibirle o rechazarle, en la “ciudad de las promesas de Dios”. Leer más…

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“Pedro, entre Dios y Satanás”. Domingo 21. Ciclo A.

Domingo, 24 de agosto de 2014
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cristo-ordenando-a-sus-apostoles1Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

El evangelio de este domingo y el del siguiente forman un díptico indisoluble. En el de hoy, Pedro recibe una revelación de Dios y una misión. En el siguiente, se convierte en portavoz de Satanás. De este modo, Mateo deja claro que lo importante es la misión recibida, no la santidad del receptor.

 Los precursores de Dan Brown

 En El Código da Vinci, Dan Brown propone que Jesús se casó con la Magdalena, se marcharon a Francia y allí tuvieron un hijo, del que surgió la dinastía merovingia. Brown aplicó el criterio (conocido ya por Lope de Vega) que cuanto mayor es la estupidez que se escribe, más éxito tiene y más ganancias produce. Pero a la hora de proponer cosas absurdas sobre Jesús, no es el primero. Tuvo grandes precursores, aunque no conocemos sus nombres.

 Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:

― ¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?

Ellos contestaron:

― Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.

 La culpa es de Jesús

 ¿Cómo es posible que la gente ofrezca respuestas tan extrañas? La culpa es en gran parte de Jesús por usar una expresión que se presta a equívoco: bar enosh puede entenderse de formas muy distintas, y podríamos traducirlo con minúscula o con mayúscula.

Con minúscula, «hijo del hombre», significa «este hombre», «yo», y es frecuente en boca de Jesús para referirse a sí mismo. Por ejemplo: «Las zorras tienen madrigueras, las aves del cielo nidos, pero el hijo del hombre [este hombre] no tiene dónde recostar la cabeza» (Mt 8,20); «El hijo del hombre [este hombre, yo] tiene autoridad en la tierra para perdonar los pecados» (Mt 9,6), etc.

Con mayúscula, «Hijo del Hombre», hace pensar en un salvador futuro, extraordinario. «Os aseguro que no habréis recorrido todas las ciudades de Israel antes de que venga el Hijo del Hombre» (Mt 10,23); «El Hijo del Hombre enviará a sus ángeles para que recojan de su reino todos los escándalos y los malhechores» (Mt 13,41); «El Hijo del Hombre ha de venir con la gloria de su Padre y acompañado de sus ángeles» (Mt 16,27).

La gente que escuchaba a Jesús, como en La vida de Brian, podía sentirse desconcertada. Cuando usaba la expresión «el Hijo del Hombre», ¿hablaba de sí mismo, de un salvador futuro o de un gran personaje religioso? Por eso no extrañan las respuestas que recogen los discípulos. Para unos, el Hijo del Hombre es Juan Bautista; para otros, de mayor formación teológica, Elías, porque está profetizado que volverá al final de los tiempos; para otros, no sabemos por qué motivo, Jeremías o alguno de los grandes profetas. Lo común a todas las respuestas es que ninguna identifica al Hijo del Hombre con Jesús, y todas lo identifican con un profeta, pero un profeta muerto, bien hace nueve siglos (Elías) o recientemente (Juan Bautista). Es obvio que Jesús no se explicaba en este caso con suficiente claridad o era intencionadamente ambiguo.

 La pregunta del millón

 Él les preguntó:

― Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?

Simón Pedro tomó la palabra y dijo:

― Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.

Jesús le respondió:

― ¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo:

Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo.

Y les mandó a los discípulos que no dijesen a nadie que él era el Mesías.

 Este texto lo comenté hace poco, en la fiesta de san Pedro y san Pablo. Me limito a recordar las ideas principales, presentándolas de forma algo distinta.

1. Los grupos que esperaban al Mesías lo concebían como un personaje extraordinario, que traería una situación maravillosa desde el punto de vista político (liberación de los romanos), económico (prosperidad), social (justicia) y religioso (plena entrega del pueblo a Dios). Jesús es un galileo mal vestido, sin residencia fija, que vive de limosna, acompañado de un grupo de pescadores, campesinos, un recaudador de impuestos y diversas mujeres. Para confesarlo como Mesías hace falta estar loco o tener una inspiración divina.

2. ¿Ha acertado Pedro con su respuesta? Sí. Pero no porque sea muy listo, sino porque se lo han soplado desde el cielo. Basándose en este revelación, no en los méritos de Pedro, Jesús le hace tres promesas: 1) sobre ti edificaré mi Iglesia; 2) te daré las llaves del Reino de Dios; 3) lo que decidas en la tierra será refrendado por Dios.

El papel de Pedro en la iglesia primitiva

 Un detalle común a las más diversas tradiciones del Nuevo Testamento es la importancia que se concede a Pedro. El dato más antiguo y valioso, desde el punto de vista histórico, lo ofrece Pablo en su carta a los Gálatas, donde escribe que tres años después de su conversión subió a Jerusalén «a conocer a Cefas [Pedro] y me quedé quince días con él» (Gálatas 1,18). Este simple detalle demuestra la importancia excepcional de Pedro. Y catorce años más tarde, cuando se plantea el problema de la predicación del evangelio a los paganos, escribe Pablo: «reconocieron que me habían confiado anunciar la buena noticia a los paganos, igual que Pedro a los judíos; pues el que asistía a Pedro en su apostolado con los judíos, me asistía a mí en el mío con los paganos» (Gálatas 2,7).

Esta primacía de Pedro queda reflejada en diversos episodios de los distintos evangelios. Por no alargarme, basta recordar el triple encargo («apacienta mis corderos», «apacientas mis ovejas», «apacientas mis ovejas») en el evangelio de Juan (21,15-17), equivalente a lo que acabamos de leer en Mateo.

Lo mismo ocurre en los Hechos de los Apóstoles. Después de la ascensión, es Pedro quien toma la palabra y propone elegir un sustituto de Judas. El día de Pentecostés, es Pedro quien se dirige a todos los presentes. Su autoridad será decisiva para la aceptación de los paganos en la iglesia (Hechos 10-11). Este episodio capital es el mejor ejemplo práctico de la promesa: «lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo».

 Mateo: ¿falsario o teólogo?

 Lo anterior ayuda a responder una pregunta elemental desde el punto de vista histórico: si las promesas de Jesús a Pedro sólo se encuentran en el evangelio de Mateo, ¿no serán un invento del evangelista? Así piensan muchos autores.

Pero el término «invento» se presta a confusión, como si todo lo que se cuenta fuera mentira. Los escritores antiguos tenían un concepto de verdad histórica muy distinto del nuestro. Para nosotros, la verdad debe ir envuelta en la verdad. Todo, lo que se cuenta y la forma de contarlo, debe ser cierto (esto en teoría, porque infinitos libros de historia se presentan como verdaderos aunque mienten en lo que cuentan y en la forma de contarlo). Para los antiguos, la verdad se podía envolver en un ropaje de ficción.

La verdad, testimoniada por autores tan distintos como Pablo, Juan, Lucas, Marcos, es que Pedro ocupaba un puesto de especial responsabilidad en la iglesia primitiva, y que ese encargo se lo había hecho el mismo Dios, como reconocen Pablo y Juan. Lo único que hace Mateo es envolver esa verdad en unas palabras distintas, quizá inventadas por él, para dejar claro que la primacía de Pedro no es cuestión de inteligencia, ni de osadía, se debe a una decisión de Jesús.

Y para corroborar que no son los méritos de Pedro, añade el episodio que leeremos el próximo domingo.

 Primera lectura y evangelio: las llaves

 La segunda promesa de Jesús a Pedro («te daré las llaves del Reino de Dios») se entiende recordando la promesa hecha por Dios al mayordomo de palacio Eliacín, que sustituye al depuesto mayordomo de palacio Sobna:

 Así dice el Señor a Sobná, mayordomo de palacio: 

«Te echaré de tu puesto, te destituiré de tu cargo. Aquel día, llamaré a mi siervo, a Eliacin, hijo de Elías: le vestiré tu túnica, le ceñiré tu banda, le daré tus poderes; será padre para los habitantes de Jerusalén, para el pueblo de Judá. Colgaré de su hombro la llave del palacio de David: lo que él abra nadie lo cerrará, lo que él cierre nadie lo abrirá. Lo hincaré como un clavo en sitio firme, dará un trono glorioso a la casa paterna.»

 «Colgaré de su hombro la llave del palacio de David: lo que él abra nadie lo cerrará, lo que él cierre nadie lo abrirá». Se concede al personaje una autoridad absoluta en su campo de actividad. Curiosamente, el texto de Mateo cambia de imagen, y después de mencionar las llaves no habla de abrir y cerrar sino de atar y desatar. Pero la idea de fondo es la misma.

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El Papa abre la vía para beatificar al arzobispo Óscar Arnulfo Romero

Domingo, 24 de agosto de 2014
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1408483365_818743_1408484162_noticia_normalConmemoración del 34 aniversario del asesinato del arzobispo en marzo / EFE

“El principal representante de la teología de la liberación fue asesinado en 1980 en El Salvador”

Leemos en El País:

Por Juan José Dalton

El papa Francisco ha abierto la vía para la beatificación del asesinado arzobispo salvadoreño Óscar Arnulfo Romero, tras asegurar que no hay impedimentos en su caso y que el proceso está “en un camino normal”.

Romero, principal representante de la llamada Teología de la Liberación (una interpretación de la fe cristiana desde la perspectiva de los pobres), e incansable en la denuncia de la represión militar, fue asesinado en marzo de 1980 de un balazo, mientras oficiaba misa en la capilla del Hospital La Divina Providencia para enfermos de cáncer. Un francotirador ejecutó una conspiración encabezada por el mayor de inteligencia Roberto D’Aubuisson, que en 1983 fundó el partido de derecha más importante del país, Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), en el poder por 20 años. Nadie fue condenado por el crimen.

Se considera que la muerte de Romero, de 63 años, fue la gota que colmó el vaso y dio lugar a la guerra civil (1980-1992), entre el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) y el Ejército, con el apoyo de Washington.

En una conferencia de prensa al regreso de su viaje por Corea del Sur, el Papa aseguró que Romero era “un hombre de Dios” y que “el proceso estaba en la Congregación para la Doctrina de la Fe, bloqueado por prudencia. Ahora ha pasado a la Congregación para los Santos y está siguiendo el camino normal de un proceso”.

Antes de asumir la presidencia el pasado 1 de junio, el mandatario salvadoreño, Salvador Sánchez Cerén, viajó a la Santa Sede para tratar la beatificación de Romero, a quien se conoce como San Romero de América, el defensor de los derechos humanos.

Para ser beatificado es necesario que se le reconozca el martirio o que se le atribuya un milagro. Los mártires pueden alcanzar el primer paso previo a la santidad sin que se les atribuya un milagro. Pero éste sí es necesario para la canonización.

“Lo que me gustaría es que aclarasen cuándo hay un martirio por confesar la fe —odium fidei—, y cuándo por trabajar para el prójimo como ordena Jesús”, aclaró el Pontífice. “Este es un trabajo de los teólogos, porque detrás de él hay una larga lista. Tenemos que seguir el proceso y el Señor tiene que dar una señal. Ahora, los postuladores deben moverse, porque ya no hay impedimentos” indicó.

En El Salvador, las palabras del papa Francisco han sido acogidas con alegría

“Estamos sumamente complacidos”, aseguró el ministro de Asuntos Exteriores, Hugo Martínez, “por el interés y determinación de su Santidad y muy optimistas por el nuevo impulso a esta causa”.

Romero nació el 15 de agosto de 1917 en el municipio de Ciudad Barrios, al oriente de El Salvador. Era el segundo de ocho hermanos. Su padre, Santos Romero, era el telegrafista y empleado de correos. Fue nombrado arzobispo de San Salvador, el 3 de febrero de 1977. A finales de la década de 1970 Romero desde su púlpito denunciaba las graves violaciones a los derechos humanos que cometía el ejército salvadoreño.

Un día antes de ser asesinado, el arzobispo pidió al ejército no continuar con las masacres: “Yo quisiera hacer un llamamiento, de manera especial, a los hombres del ejército. Hermanos, ustedes son de nuestro mismo pueblo. Matan a sus mismos hermanos campesinos. Y ante una orden de matar que dé un hombre, debe prevalecer la ley de Dios que dice: No matar. […] Queremos que el Gobierno tome en serio que de nada sirven las reformas si van teñidas con tanta sangre. En nombre de Dios y en nombre de este sufrido pueblo, cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios que cese la represión”.

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“La oposición al Papa Francisco”, por Marco A. Velásquez

Domingo, 24 de agosto de 2014
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Papa Francisco: “Me quedan dos o tres años de vida”

Leído en Reflexión y Liberación:

Por un lado están quienes – amparados en el poder de su dinero, de sus privilegios y comodidades – han actuado eficazmente para silenciar la Evangelii gaudium…….
(Marco A. Velásquez).

No hay duda que el papa encuentra una férrea oposición dentro de la Iglesia. Los hechos están a la vista. Mientras unos expresan de manera cada vez más abierta sus diferencias; otros lo hacen sentir de manera menos visible y explícita.

En un comienzo lo criticaron por la sencillez de sus atuendos, luego por su libertad litúrgica, más tarde por su crítica al sistema económico. Ahora les molesta que visite a sus amigos -más bien que tenga amigos, peor aun sin son judíos, musulmanes o pentecostales. No les gusta que ría, que juegue, que sorprenda, que improvise, que dialogue, que telefonee, en resumen, que actúe humanamente.

En un plano más reservado, el descontento se acompaña de la felonía del chisme, donde la indignación con el papa cunde por su crítica y denuncia sistemática contra la corrupción del clero. No le perdonan que exponga públicamente sus debilidades, aunque con ello el papa busque contener el proceso de degradación que experimenta la noble y necesaria función sacerdotal.

En un nivel más elevado, y de manera más orgánica, se estructura una oposición dogmática contra el magisterio del papa Francisco. Silenciosamente va tomando fuerza una corriente teológica que, sin pudor, va enmendando la plana a los anhelos reformistas del papa.

Por un lado están quienes -amparados en el poder de su dinero, de sus privilegios y comodidades- han actuado eficazmente para silenciar la Evangelii gaudium. Sorprende que una exhortación pontificia tan incisiva no sea suficientemente socializada en foros, seminarios, jornadas u homilías; menos aun en tiempos de globalización de las comunicaciones.

Por otro lado, están quienes, convencidos de defender el buen Nombre Dios, advierten públicamente contra todo gesto de apertura o supuesta laxitud moral que pueda desencadenar la misericordia papal. En esta categoría caben los temas relativos a la comunión y confesión de las personas separadas o divorciadas vueltas a casar, los temas de la moral sexual, la ordenación de los viri probati y de las mujeres, así como los nombramientos de obispos, entre otros.

La oposición al papa se articula bajo la misma estructura piramidal de la Iglesia y opera en forma directamente proporcional al poder eclesial. Donde hay más poder, hay mayor oposición. Consecuente con ello, los núcleos de oposición están radicados en la jerarquía, y más precisamente, en no pocos obispos.

Quienes se aglutinan tras la oposición del papa son los obispos que han comprendido su ministerio episcopal bajo una concepción administrativa de ejercicio de poder eclesial. Son quienes han renunciado a asumir la tarea episcopal como un encargo evangélico orientado eminentemente al servicio del Pueblo de Dios. Son los obispos que se han dejado guiar por sus propios miedos y prejuicios, más que por la guía fiable del Espíritu Santo. Son quienes no confían en su clero ni en sus fieles, y que consecuentemente dedican gran parte de su tiempo a controlar, reprimir y sancionar. Son quienes se dejan interpelar más por el Código de Derecho Canónico que por los Evangelios. Son quienes no han asimilado esa gracia divina de la misericordia y que por tanto “dicen una cosa y hacen otra. Atan cargas pesadas, imposibles de soportar, y las echan sobre los hombros de los demás, mientras que ellos mismos no quieren tocarlas ni siquiera con un dedo.” (Mt 23, 3b – 4). Son quienes, en definitiva, apagan el Espíritu y quienes han sumido a la Iglesia, de todos, en una crisis de grandes proporciones, habiendo tanto bien que compartir y tanto sufrimiento que contener.

Mientras ayer la Iglesia era remecida por vergonsosos escándalos provocados por algunos de sus ministros, en el presente aflora en la conciencia del Pueblo de Dios esa otra crisis, que persiste a través de la historia, es la crisis que provoca la tentación del ejercicio del poder en la Iglesia. Esta es la crisis que afecta de manera más incisiva al servicio apostólico del papa Francisco y que lo lleva insistentemente a pedir que el Pueblo de Dios lo sostenga con la oración.

El papa, como fiel hijo de san Ignacio de Loyola, con su testimonio actualiza esa Guerra del Reino descrita en los Ejercicios Espirituales. La escena de un campo de batalla donde se enfrentan la vida y la muerte, el bien y el mal, y donde los hombres se disponen a luchar bajo una de Las Dos Banderas, la de Jesucristo o la de Santanás, es una adecuada escenificación para graficar las tensiones que afectan a la Iglesia y al papa. (EE 135-149).

Tan fuerte es la tentación del poder que invade al ministerio episcopal, que San Agustín, como obispo bueno de Hipona, quiso advertir a sus contemporáneos y a sus sucesores de los peligros que encierran el ejercicio del episcopado, diciendo: “Desde que se me impuso sobre mis hombros esta carga, de tanta responsabilidad, me preocupa la cuestión del honor que ella implica. Lo más temible en este cargo es el peligro de complacernos más en su aspecto honorífico que en la utilidad que reporta a vuestra salvación. Mas, si por un lado me aterroriza lo que soy para vosotros, por otro me consuela lo que soy con vosotros. Soy obispo para vosotros, soy cristiano con vosotros. La condición de obispo connota una obligación, la de cristiano un don; la primera comporta un peligro, la segunda una salvación.” Sermón 340.

No está lejano el día en que el Pueblo de Dios comience a sustituir sus reverencias por exigencias de conversión a sus pastores, porque nada alienta más a vivir la alegría del Evangelio que el buen ejemplo de esos hombres que están llamados a guiar a los hijos e hijas de la Iglesia. Mientras tanto, ese mismo Pueblo seguirá sosteniendo fielmente al papa Francisco con su modesta y agradecida oración.

Marco Antonio Velásquez Uribe

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“Hacer historia”, por Gema Juan OCD

Domingo, 24 de agosto de 2014
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14999916485_ce0790189e_mComo  la de Teresa, esta comunidad ha nacido para “hacer historia“, para vivir nuestra libertad como oportunidad para ser mejores, para hacer brecha, para abrir un nuevo cauce para las aguas que Dios ha hecho emerger y que forman parte de ese inmenso Océano, diverso y fecundo que es la Iglesia… Por so, formamos comunidad, no estamos ni aislados ni desconectados, no queremos guardarnos nuestras “riquezas“, sino que queremos compatirlas porque creemos que nadie sobra y que odemos enriquecer a quien con nosotros quiera caminar.

Leído en su blog Juntos Andemos:

La historia de la humanidad es la historia de una superación incesante, de continuos hallazgos, de generosidades, anónimas y conocidas, pequeñas e inmensas. La historia es un río que no se detiene, fecunda y arrolla pero también permite ser parte para aumentar el caudal e incluso, redefinir el curso del agua.

El valor de muchos hombres y mujeres para dar pasos y desafiar principios obsoletos, y su humildad para hacer ensayos y enfrentar errores ha creado historia y sigue haciéndolo. Y cada vez que un ser humano vive su libertad –como decía Camus– como una oportunidad para ser mejor, hace una brecha, abre un nuevo cauce para las aguas.

Teresa de Jesús hizo algo de esto, aunque no a solas. Es cierto que tenía «duende», ese genio encantador y misterioso de su personalidad que la hacía amable y querida, aguda y sencilla a la vez. Ella y su profunda experiencia espiritual habrían sido un regalo para la historia pero, en realidad, han sido mucho más que eso.

Un 24 de agosto, tomaba cuerpo una idea madurada a lo largo del tiempo. Un sinfín de conversaciones, de experiencias compartidas, de búsquedas y discernimientos, a veces difíciles, habían dado a luz algo precioso: una nueva forma de vida.

Nacía en medio de grandes zozobras. Lo cuenta Teresa: «Las grandes contradicciones y persecuciones que hubo» y «los grandes trabajos y tentaciones» que pasó. Ella misma se tambaleaba: «Por una parte, me parecía imposible, por otra, no lo podía dudar». Pero tenía tanta fuerza la experiencia de haber encontrado los tesoros del amor y era tan grande el «deseo de repartirlos con otros», que se lanzó.

Ahí está el germen de algo mayor. Teresa podía haber sido un precioso arroyo de agua fresca, pero se convirtió en un benéfico aluvión porque no se aisló ni desconectó, no se guardó lo que tenía.

Explicaba J. A. Marina que cuando una inteligencia –en cualquier campo que se dé– no se aísla, es capaz de generar valores comunitarios y de crear nuevas formas de vida. Así sucede con Teresa. Hace historia compartiendo porque, de ese modo, crea una nueva «manera de vivir y tratar».

Desafió los diques de su tiempo, consciente de que su condición de mujer, monja y sin abolengo la tenía «sujeta, sin solo un maravedí, ni quien con nada me favoreciese». Pero encontró el modo de hacer pasar el agua. Después, cuando pensaba en lo que había hecho, decía: «Hallé lo bueno haberlo el Señor hecho todo de su parte».

No le bastaba haber descubierto la fuente de agua viva de la que mana todo; «querría bebiesen los otros», decía. Tenía conciencia de que por su medio «quería el Señor hacer bien a muchas personas», así que quería aumentar el caudal de la historia y abrir un nuevo cauce.

Úrsula de los Santos, María de S. José, Antonia del Espíritu Santo y María de la Cruz son cuatro mujeres prácticamente desconocidas, pero que hicieron posible el paso que Teresa de Jesús daba en la historia. Son las primeras descalzas. Atrevidas y enamoradas, como ella, canalizaron unas fuerzas vivas que significaban un cambio real en el panorama humano y religioso de su tiempo.

Unas mujeres capaces de decidir lo que querían hacer con sus vidas, que eligieron la libertad del servicio. Iniciaron una vida de soledad, máximamente sencilla y silenciosa, centrada en la persona de Jesús. Y donde la amistad, la búsqueda del bien común, informaba todo. De ellas, impresionaba a Teresa su «gran valor… y el ánimo que Dios las daba para padecer y servirle».

De necesidad había de alterarse el curso del agua, en un tiempo que acumulaba ruidos vacíos de linajes e intereses, y que mantenía retirada de todo a la mujer.

En 1562, Teresa y sus compañeras cambiaban el rumbo de la historia. Iniciaban un «modo y manera de vivir» que no iba a quedar encerrado en los muros de su casita. Su forma de vida tenía las compuertas abiertas.

Los linajes, los intereses y la discriminación siguen levantando diques. Por eso, sigue siendo necesario el valor y la humildad para dar pasos y, como decía Teresa, para «ser parte para que algún alma se llegase más a Dios» que, para ella significaba decir ser parte en mejorar la vida de los demás.

Decía algo que parece contradictorio, pero no lo es: que «querría huir de las gentes y… se querría meter en mitad del mundo, por ver si pudiese ser parte para que un alma alabase más a Dios». En el fondo, esos deseos dicen que la «manera de vivir» que propone no tiene un único molde, porque el agua no puede tenerlo.

Y Teresa no pretendió otra cosa que aumentar el caudal, sabiendo que Dios está en la historia del mundo y que esa historia no es previsible, pero está llena de nombres grandes y pequeños que eligen «hacer historia». Hombres y mujeres que al poner en común lo que tienen en sí –como aquellas cuatro descalzas– hacen posible dar un paso adelante.

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Cristo desnudo: sobre la Desnudez de Jesús en el Arte.

Domingo, 24 de agosto de 2014
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Del blog Los Mínimos y Máximos de Félix Esteves:

Cristo Resucitado, 1595-98. El Greco.
Escultura. Museo Hospital Tavera.
Si alguien ha sido dibujado, pintado, esculpido desnudo en toda la historia del arte ese ha sido Jesús, su cuerpo lo hemos visto acostado, crucificado, en brazos de otros personajes, y en infinitas posiciones siempre mostrando su cuerpo desnudo, muchas veces con “el manto de pureza” y muy pocas veces mostrando su sexo. La Pasión de Cristo ha sido utilizada como una formula para expresar el desnudo masculino durante cientos de años, pero siempre teniendo en común en todas las épocas o escuelas de arte que el cuerpo de Jesús es representado con rasgos juveniles y exhibiendo la fisionomía de un hombre blanco occidental en casi un 99% de las veces. Expuesta la cuestión de la desnudez de Cristo, es importante conocer el aval bíblico que corresponde o sustenta la iconografía aquí planteada, y para ello, traemos los testimonios de dos de los evangelistas: Mateo y Juan.
Crucifijo Desnudo, 1562. Benvenuto Cellini.
Escultura de Mármol. Museo del Escorial.

Mateo en su capitulo 27 versículo 28 nos narra que después de la flagelación de Jesús “Le desnudaron y le echaron encima un manto purpura.” (Mateo 27:28); luego aclara lo que más tarde le hacen una vez que se burlaron de él: “Cuando se hubieron burlado de él, le quitaron el manto, le pusieron sus ropas y le llevaron a crucificarle.” (Mateo 27:31) Sin embargo Jesús es crucificado desnudo según de nuevo San Mateo: “Una vez que le crucificaron, se repartieron sus vestidos, echando a suertes.” (Mateo 27:35)

El Apóstol Juan se refiere a esta situación de esta manera: “Los Soldados, después que crucificaron a Jesús, tomaron sus vestidos con los que hicieron cuatro lotes, uno para cada soldado, y la túnica. La túnica era sin costura, tejida de una pieza de arriba abajo. Por eso se dijeron: ‘No la rompamos, sino echemos a suertes a ver quien le toca’” (Juan 19:23)
Era costumbre cruel que en todos los actos de flagelación,  castigo, lapidación y muerte se desnudara al reo o condenado, por lo tanto es creíble que Jesús haya sido crucificado desnudo. El “Paño de Pureza” es un invento de la Iglesia Católica, un invento por pudor, para apartar la idea corpórea y carnal de Jesús y elevar su contenido espiritual.
Cristo Desnudo.
Pintura del artista neoyorkino de origen chileno Sebastian Errazuriz.
El artista desnuda el Cristo de Velazquez quizás para protestar
contra el scaneo impuestos en los aeropuertos norteamericanos.
Cristo Crucificado, 1639. Velázquez.
Oleo/Tela. Museo del Prado.

En la desnudez de Cristo no se encuentra ningún doblez o dolo sexual, sin embargo la iglesia prefirió cubrir su sexo y para indicar su masculinidad, fruto de las polémicas teológicas sobre si su naturaleza era únicamente humana o consustancial con Dios, decidió representar a Cristo apenas cubierto su sexo con un velo, unas veces sutil y transparente velo como los de Giotto, Duccio, Bernando Daddi, Agnolo Gaddi, Jan van Eyck, entre otros muchos. El concilio de Trento canonizó la imagen de Cristo y la insistencia en indicar la naturaleza masculina de Cristo se mantuvo mediante la representación de numerosas Vírgenes María portando al niño Jesús desnudo y mostrando su minúsculo e inocente pene.

Bautismo de Cristo, Siglo XI. 
En esta obra se muestra a Jesús sumergido en las aguas mientras es bautizado.
Monasterio de Daphni.
Mosaico Paleocristiano del Baptisterio Ortodoxo de Ravena, 415-75.
Crucifixión de Cristo. Detalle, 1430. Jan Van Eyck.
Oleo/Madera. Museo Metropolitano de New York.
Cristo es mostrado en esta pintura con el perizoma o paño de pureza de sutil transparencia

Los primeros en mostrar el cuerpo desnudo de Cristo fueron los artistas paleocristianos. Cuando la Iglesia impuso su poder en el mundo apareció “El paño de Pureza” o “Perizoma”, todos los artistas cubrieron el miembro de Cristo, son muy pocos los que desafiaron a la Iglesia, nos queda de aquella época una pequeña escultura de Miguel Ángel donde de nuevo se muestra el sexo de Jesús.

El Cristo desnudo de Miguel Angel Buonarrotti.
Sancto Spirito de Florencia
Crucifixión de Cristo, Detalle. 1890. Max Klinger.
Museum der Bieldesde.
El Gran Martirio, 1907. Lovis Corinth.

Pasara mucho tiempo para que los artistas nos regalen a Cristo en toda su desnudez, así Max Klinger mostrará a Jesús totalmente desnudo, donde el joven judío condenado apoya su pene en un saliente de madera de la cruz en el que está sentado, mirando con gravedad a su compungida madre, acompañada de una casi desmallada María Magdalena y numerosos personajes evangélicos (1890). Asimismo, en 1907, Lovis Corinth, en su más puro expresionismo alemán, volverá a mostrar sin tapujos a un sufriente Cristo totalmente desnudo, mientras sus verdugos le clavan en la cruz. De allí en adelante son muchos los artistas y seudoartistas que jugaran con el cuerpo de Cristo y su desnudez, unos con la ferviente convicción cristiana, otros con la intención profana de la rebeldía y la protesta, y quizás otros solo por pura blasfemia o la simple y fácil provocación que genera la exposición del sexo de este gran ícono religioso.

Torso aines setenen Maines, 2008. Alfred Hrdlicka.
Escultura contemporánea de un Cristo desnudo.
My Sweet Lord, 2007.
Escultura que presenta a un Cristo desnudo crucificado en una cruz imaginaria, es una
maciza pieza de chocolate del artista canadiense Cosimo Cavallaro. El discurso
es resaltar el canibalismo cristiano en la búsqueda de la redención.
Cristo Desnudo, 1956. Rodrigo Arenas Betancourt.
Dibujo al lápiz y crayola sobre papel.

Por Félix Esteves

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Cura de Puerto Rico se declara culpable de abusos a menores

Domingo, 24 de agosto de 2014
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israel-berrios_560x280El que la hace… la paga:

Israel Berríos, de 58 años

Fue padrino de la confirmación y “guía espiritual” de la víctima

Antes de su detención, el sacerdote había sido relevado de sus funciones por la diócesis de Caguas

El sacerdote católico puertorriqueño Israel Berríos Berríos se declaró culpable de viajar con un menor con intención de cometer actos ilícitos de índole sexual con él, por lo que se enfrenta a entre diez y doce años de prisión, informó la fiscal federal Rosa Emilia Rodríguez.

Felicitamos a nuestro equipo de fiscales e investigadores que trabajaron incansablemente en este caso y lograron hoy esta convicción”, dijo la fiscal en un comunicado. Añadió que “el país debe recordar reportar todo comportamiento inapropiado con los niños a las autoridades locales, la policía estatal y a la federal”.

Según la fiscal, en julio de 2008 el acusado llevó a un joven de 15 años a Miami, Florida, donde juntos tomaron un crucero de cuatro días a las Bahamas. Durante el trayecto, el sacerdote mantuvo actos lascivos con el menor.

Berríos, de 58 años, fue detenido el pasado mayo bajo la acusación de haber abusado de un menor del que fue padrino de confirmación y “guía espiritual” durante años.

“Es la primera vez que estamos acusando a nivel federal a un sacerdote en Puerto Rico. Esperamos que no hayan muchas ocasiones o ninguna otra”, dijo entonces la fiscal en una rueda de prensa.

La víctima, hoy de 21 años, presentó una denuncia contra Berríos en enero de 2013. Ambos realizaron el citado viaje en compañía de “un matrimonio devoto de la iglesia“, que desconocía lo que sucedía, según la fiscal.

Las autoridades revelaron además que Berríos fue el padrino de confirmación de la víctima y que, por ello, le regaló cámaras de vídeo, dinero, viajes, autos y computadoras.

El jefe del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) en Puerto Rico, Ángel Meléndez, exhortó también por entonces a los dirigentes religiosos a denunciar casos como el de Berríos, quien en la foto del perfil de su cuenta de Facebook aparecía dándole la mano al fenecido papa Juan Pablo II.

Antes de su detención, el sacerdote había sido relevado de sus funciones por la diócesis de Caguas, ciudad aledaña a San Juan, mientras era investigado.

Fuente Religión Digital

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