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Adolescencia, homosexualidad e inmigración en ‘A escondidas’.

Viernes, 28 de marzo de 2014

13954888176321El director Mikel Rueda (de pie a la derecha) y los actores Álex Angulo, Germán Alcarazu y Adil Koukouh. JESÚS DOMÍNGUEZ

Mikel Rueda: “No quería que ‘A escondidas’ fuese una película sobre homosexualidad traumática”

La adolescencia. Esa etapa difícil del despertar de la sexualidad, que habitualmente se pinta siempre en el cine llena de líos amorosos entre chicos y chicas. Se echan en falta más películas que se atrevan a mostrar la realidad de los adolescentes gays, que por lo general suman a los problemas propios de la edad los de la inseguridad por su sexualidad y el miedo a verse rechazados por su familia y amigos. Una de las cintas presentadas a concurso en el Festival de Málaga-Cine Español apuesta precisamente por una relación de este tipo. Se a trata de ‘A escondidas’, una cinta de Mikel Urbano ambientada en Bilbao, donde un adolescente marroquí de 14 años, Ibrahim, que se encuentra solo conoce a un chico bilbaíno de clase media de la misma edad, Rafa, que está saliendo con una chica, aunque esa relación le ponga más nervioso que otra cosa. Ambos tendrán que descubrir juntos sus sentimientos.

El largometraje A escondidas, de temática gay y dirigido por el vasco Mikel Rueda, está teniendo una buena acogida en el XVII Festival de Cine Español de Málaga. En  la cinta, un drama romántico protagonizado por los jóvenes actores Germán  Alcarazu y Adil Koukouh, así como por los veteranos Álex Angulo y Ana Wagener,  se abordan temas como la  homosexualidad, el amor adolescente, la inmigración o  la  necesidad de  encontrarse a uno mismo. El director de la película asegura que ha  necesitado siete  años para poder sacarla adelante, ya que ese es el tiempo que tardó  en conseguir la  financiación necesaria para su rodaje. “Aunque haya sido una montaña emocional, tirar la toalla no ha estado en mente“, comenta Rueda.

La película cuenta la historia de Ibrahim, un joven marroquí de 16 años que vive en un centro de menores para inmigrantes y al que comunican desde Extranjería que debe abandonar el país en el plazo de dos días, y de Rafa, de 15 años, que empieza a cansarse de la presión a la que se ve sometido por su grupo de amigos del colegio, con los que siente que cada vez tiene menos en común. Las vidas de ambos se cruzarán sin esperarlo, y de ahí nacerá una relación que pondrá a prueba su capacidad de lealtad hacia los demás, pero también hacia ellos mismos.

El destino es más que caprichoso. Al tiempo que se estrena “La partida” llega al Festival de Málaga, “A escondidas”, también una película española que enfoca a adolescentes gays, pero la primera está rodada en Cuba y la segunda en el País Vasco, y eso, evidentemente marca, aunque los cuatro protagonistas deben vivir su amor en la trastienda.

Cuenta Cristóbal G. Montilla en El Mundo que el descubrimiento de la homosexualidad, el complejo tránsito por la adolescencia y el laberinto de la inmigración convergen en la segunda película a concurso del Festival de Málaga. ‘A escondidas’, el segundo largometraje dirigido por el vasco Mikel Rueda, se adentra en la atracción amorosa de dos muchachos de 14 años, y la presión que puede llegar a ejercer sobre una relación de este tipo los prejuicios de una pandilla de adolescentes.

El director cuenta que para la elección de los protagonistas adolescentes se convocó un casting para localizar en multitud de institutos “del País Vasco, e incluso por Barcelona y Madrid” actores de 15 años. El resultado fue mejor de lo esperado y “más de 3.500 chavales” se presentaron al proceso de selección. Lo curioso es que solo se le facilitó el guión a los dos protagonistas cuando fueron escogidos. “De primeras no podemos hacer un casting diciendo que la película va de esto porque entonces de 3.000 personas, se presentan 100“, dice Rueda tratando de mostrar el importante papel que aún juega la presión de grupo, especialmente a ciertas edades. Les han metido tanto ruido en sus cabezas unos y otros que son incapaces de darse un beso”, afirma en relación a los personajes protagonistas y su miedo a reconocer sus propios sentimientos. Rueda admite que su pretensión no era otra que hacer una película que mostrase “los primeros pasos del amor, las primeras señales, en lugar de reflejar el sexo”, de ahí la contención narrativa de la cinta. Se trata, en sus propias palabras, de una película “tierna, a base de amor inocente, en un momento en el que todo queda por delante pues eso es algo que cuando tenga que llegar llegará”. Cabe destacar la frescura y veracidad que transmiten los jóvenes protagonistas, el acierto en la elección de la música o la ausencia de grandilocuencia, entre otros.

El relato cinematográfico de esta historia de la atracción entre un adolescente vasco y otro magrebí también implica una defensa de la amistad, los principios y la lealtad, en contraste con el retrato de situaciones en las que queda patente el rechazo que sigue existiendo en la sociedad actual. Tanto en ciertos clichés homófobos como en el trato que recibe la inmigración. Y, para ilustrarlo, ha bastado el testimonio, a su paso por el festival malagueño, del actor que encarna al marroquí de 14 años que comparte el protagonismo con Germán Alcarazu: “En España sigue habiendo mucho rechazo, espero que algún día cambie, pero la policía te para por la calle por el simple hecho de ser marroquí, a mí me ha pasado”, señaló Adil Koukouh.

Aunque el peso de la interpretación recae sobre Koukouh y Alcarazu, a su alrededor hay un nutrido círculo de adolescentes, lo que requirió la realización de un laborioso casting, según recordó el director Mikel Rueda: “Necesitábamos actores de 15 años que, encima, no eran conocidos, y fuimos buscándolos uno a uno por institutos del País Vasco, e incluso por Barcelona y Madrid; hicimos un casting de más de 3.500 chavales”.

La acogida del largometraje por parte del público, a juzgar por sus aplausos a la conclusión del visionado en los principales pases de la película durante el Festival, parece augurarle un buen futuro de cara a su próximo estreno en salas comerciales. A falta de conocer el nombre de los premiados, el trabajo de Rueda podría dar la sorpresa y hacerse con alguno de los galardones.

Asimismo, en la rueda de prensa de presentación de la película, una de las periodistas consiguió emocionar a Rueda, al darle las gracias por su valentía a la hora de abordar en su trabajo un tema siempre polémico como es el de la homosexualidad adolescente. Sin duda, su determinación contribuirá a normalizar este tipo de cuestiones y a que se traten sin tapujos tanto en el cine como en el resto de ámbitos.

Eso sí, este predominio de intépretes noveles tiene su contrapunto en esas ráfagas en las que aparecen como solventes secundarios los curtidos Álex Angulo y Ana Wagener, en escenas en las que se emprende un acercamiento al incierto ambiente de los centros de menores para inmigrantes.

Leemos en Ociogay que el director, Mikel Rueda, que rompió a llorar en la rueda de prensa después de que alguien le dijera que la cinta va a sacar del hoyo a muchos menores gays, realiza una propuesta nada lineal en su segundo largo, con una mirada nada convencional sobre lo más habitual del mundo: el primer amor. Pero antes de dejar a los dos protagonistas frente a lo inevitable se toma un tiempo en husmear qué es hoy una cuadrilla de amigos en el norte y cómo viven los inmigrantes en un centro de acogida (sin dramatismos exagerados).

A-escondidas-en-Malaga1-300x148El director y los protagonistas del film, en Málaga

Rueda tiene vocación de autor, pero no es, en absoluto manierista y domina el arte del diálogo, y, sobre todo, de la comunicación no verbal. Refleja con esos detalles que uno olvida lo qué es crecer, como, por ejemplo, los días de desvelos que puede generar saber que el sábado próximo, casi con toda seguridad, darás el primer beso.

El puzle, desordenado temporal y especialmente, empieza a cuadrar para el espectador cuando Rafa ( Germán Alcarazu) se admite a sí mismo que prefiere pasar la tarde con Ibrahim (Adil Koukouh) que con su cuadrilla, con lo que eso supone de conflicto. Arranca así una historia de amor a escondidas que, además de la dificultad que supone comunicárselo al otro, cuando apenas tienes 14 años, son del mismo sexo y en una ciudad de provincias, debe luchar con la amenaza constante de ser un sin papeles.

Rueda sortea la mayor parte de los tópicos de estas historias iniciáticas y sabe hacer transmitir a sus actores el deseo sin que haya una línea de diálogo que lo explicite ni nada más que un casto beso; todo lo contrario que los chicos de “La partida”, pero ni Cuba es Euskadi, ni a los 14 se sabe qué hacer con el cuerpo propio y ajeno como a los 17.

Fuente El Mundo, Ociogay , Dosmanzanas y Ragap

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